lunes, 30 de julio de 2018

El asesinato de la feminista que conmocionó a América


Uno de los sucesos que más han conmovido a Estados Unidos en toda su historia fue el asesinato de la actriz Sharon Tate y otras tres personas a manos de acólitos de Charles Manson en 1969. Sin embargo, no fue el primer crimen aparentemente absurdo, cruel y del que la pareja masculina y célebre de la víctima principal se librara por casualidad: medio siglo antes, la prensa del país de las barras y estrellas tuvo suficiente carnaza con el truculento asesinato de Mamah Borthwick, amante del célebre arquitecto Frank Lloyd Wright, junto a otras seis personas, incluidos sus dos hijos, de 12 y 9 años de edad.

En 1914, Martha Borthwick, más conocida por su apodo de «Mamah», era todo menos una desconocida para el público de los tabloides. Nacida en 1869 en una pequeña localidad de Iowa y casada con un ingeniero eléctrico, Edwin Cheney, había mostrado ya desde muy joven un espíritu inquieto y poco proclive a aceptar las convenciones y restricciones que la sociedad de la época deparaba a las mujeres.

En un momento en el que no era habitual que estas estudiaran, ella se sacó una licenciatura en Letras por la Universidad de Michigan, gracias a la cual había conseguido un trabajo como bibliotecaria.
La vida matrimonial parecía predestinarla a un destino mucho más acorde con lo que se esperaba de una esposa y madre de la desahogada alta clase media de la época. Hasta que, en una de las reuniones del club social al que pertenecía, conoció a Catherine «Kitty» Wright, casada con un joven arquitecto que comenzaba a despuntar por un estilo orgánico que buscaba conectar con la presunta alma norteamericana, encarnada por Walt Whitman o Thoreau, Frank Lloyd Wright, con quien había tenido seis hijos.

El matrimonio Cheney pronto quedó subyugado por el carisma del arquitecto, y así no es extraño que terminaran encargándole la construcción de su vivienda familiar. El resultado fue la Edwin H. Cheney House, en Oak Park (Illinois), construida en 1903. Sin embargo, la finalización de las obras no interrumpió el romance entre Borthwick y Wright, que terminaría saliendo a la luz seis años más tarde.

La casa Taliesin (Frank Lloyd Wright Foundation)
En junio de 1909, fue ella quien se separó de su marido y se fue a vivir a Colorado con una amiga. Cuatro meses después, Wright abandonó a su mujer y sus hijos y se reunió con ella en Nueva York, para desde allí tomar un barco hacia Europa. Por entonces, él ya era un nombre famoso, y localizar a los adúlteros se convirtió en uno de los objetivos principales de la prensa norteamericana.

El Chicago Tribune les descubrió en Berlín, y poco después la pareja se instaló en Florencia, donde pasarían un año durante el que les fueron llegando los ecos de la formidable polémica de su país de origen, donde la prensa llegó a informar de que podrían ser detenidos y extraditados a América. Sin embargo, las autoridades negaron que hubiera base legal para ello.

El escándalo tuvo una honda repercusión en la carrera del arquitecto, que vio cómo muchos de sus proyectos se cancelaban. Tuvo que traspasar la titularidad de su estudio en América, e incluso abandonar encargos tan jugosos como la construcción de la casa familiar del industrial Henry Ford, la finca que sería conocida como Fair Lane en Dearborn (Michigan). Otros, como el encargo del suntuoso Imperial Hotel, en Tokio, se retrasarían durante años.

Pero los dos fugados no eran personas dispuestas a doblegarse por escándalos de moral pública. Él ya había manifestado en numerosas ocasiones su convencimiento de que las normas no estaban hechas para ser obedecidas por las personas extraordinarias (no es raro que su amiga Ayn Rand, creyente acérrima en el individualismo capitalista, le tomara como inspiración para el personaje protagonista de su novela El manantial).

Ella, por su parte, era una ferviente feminista, defensora del derecho de las mujeres a tomar las riendas de sus vidas, y de hecho se convirtió en la traductora al inglés de las obras de la sueca Ellen Key, a quien conoció durante su estancia en Europa.

En 1911, a pesar de que aún permanecían los rescoldos de la polémica, ambos decidieron volver a Estados Unidos. Allí, Wright levantó la que sería una de sus obras más importantes, la casa Taliesin, situada en un lugar discreto y resguardado de la curiosidad de los reporteros entre las colinas de Wisconsin.

En ella ambos pudieron vivir con un perfil social bajo, pues aunque ella consiguió el divorcio, la esposa de Wright seguía negándoselo (no se lo concedería hasta 1922), lo que les cerraba las puertas de gran parte de la sociedad norteamericana. Que los tabloides se refirieran a Taliesin con nombres tan sutiles como «la casa del amor»” tampoco ayudaba.

Sin embargo, un escándalo bien diferente marcaría el final de Mamah Borthwick. El 15 de agosto de 1914, mientras el arquitecto se encontraba de viaje de trabajo para supervisar las obras de los Midway Gardens de Chicago, un criado oriundo de Barbados y contratado poco antes, Julian Carlton, sin una causa aparente (aunque su mujer declararía más tarde que sabían que iban a ser echados de la casa), atrancó todas las puertas menos una de la casa principal y le prendió fuego.

La prensa sensacionalista se hizo eco de los sucesos de Taliesin
La prensa sensacionalista se hizo eco de los sucesos de Taliesin
Armado con un hacha, esperó a que fueran saliendo por la puerta los despavoridos ocupantes, y los fue masacrando uno tras otro.

El balance del crimen fue horroroso: no solo Mamah Borthwick murió asesinada, sino que también lo fueron los dos hijos que había tenido con Cheney, los pequeños John y Martha; David Lindblom, un jardinero; dos empleados del estudio de Wright, Emil Brodelle y Thomas Bunker; y Ernest Weston, hijo del carpintero William Weston, quien logró sobrevivir al ataque. Carlton intentó suicidarse ingiriendo veneno, pero fue detenido, aunque pocas semanas después se dejaría morir de hambre.
 
Mamah Borthwick copó las portadas por última vez, y ni siquiera en un momento tan terrible la prensa desperdició la ocasión de volver a hablar del origen pecaminoso de la casa.

Hubo quien incluso lo consideró el castigo debido que le correspondía a una adúltera. Sin embargo, poco tiempo después todo quedó en el olvido: Wright iniciaría casi inmediatamente una relación con la que se convertiría en su segunda esposa, Maude «Miriam» Wright, a la que conoció cuando ella comenzó a escribirle para consolarle por la pérdida.

La casa Taliesin, que Wright reconstruyó y mantuvo como su residencia familiar, se empeñó en volver a arder en 1925, aunque en este caso la causa fue la deficiente instalación eléctrica. Hoy está considerada Lugar de Interés Histórico Nacional, y está gestionada por la fundación Taliesin Preservation.

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