Uno de los sucesos que más han conmovido a Estados Unidos en toda su historia fue el asesinato de la actriz Sharon Tate y otras tres personas a manos de acólitos de Charles Manson
en 1969. Sin embargo, no fue el primer crimen aparentemente absurdo,
cruel y del que la pareja masculina y célebre de la víctima principal se
librara por casualidad: medio siglo antes, la prensa del país de las
barras y estrellas tuvo suficiente carnaza con el truculento asesinato
de Mamah Borthwick, amante del célebre arquitecto Frank Lloyd Wright, junto a otras seis personas, incluidos sus dos hijos, de 12 y 9 años de edad.
En 1914, Martha Borthwick, más conocida por su apodo de
«Mamah», era todo menos una desconocida para el público de los
tabloides. Nacida en 1869 en una pequeña localidad de Iowa y casada con
un ingeniero eléctrico, Edwin Cheney, había mostrado ya
desde muy joven un espíritu inquieto y poco proclive a aceptar las
convenciones y restricciones que la sociedad de la época deparaba a las
mujeres.
En un momento en el que no era habitual que estas estudiaran, ella se sacó una licenciatura en Letras por la Universidad de Michigan, gracias a la cual había conseguido un trabajo como bibliotecaria.
La vida matrimonial parecía predestinarla a un destino
mucho más acorde con lo que se esperaba de una esposa y madre de la
desahogada alta clase media de la época. Hasta que, en una de las
reuniones del club social al que pertenecía, conoció a Catherine «Kitty» Wright,
casada con un joven arquitecto que comenzaba a despuntar por un estilo
orgánico que buscaba conectar con la presunta alma norteamericana,
encarnada por Walt Whitman o Thoreau, Frank Lloyd Wright, con quien había tenido seis hijos.
El matrimonio Cheney pronto quedó subyugado por el carisma
del arquitecto, y así no es extraño que terminaran encargándole la
construcción de su vivienda familiar. El resultado fue la Edwin H. Cheney House,
en Oak Park (Illinois), construida en 1903. Sin embargo, la
finalización de las obras no interrumpió el romance entre Borthwick y
Wright, que terminaría saliendo a la luz seis años más tarde.
La casa Taliesin (Frank Lloyd Wright Foundation) |
El Chicago Tribune les descubrió en Berlín, y poco
después la pareja se instaló en Florencia, donde pasarían un año durante
el que les fueron llegando los ecos de la formidable polémica de su
país de origen, donde la prensa llegó a informar de que podrían ser
detenidos y extraditados a América. Sin embargo, las autoridades negaron
que hubiera base legal para ello.
El escándalo tuvo una honda repercusión en la carrera del
arquitecto, que vio cómo muchos de sus proyectos se cancelaban. Tuvo que
traspasar la titularidad de su estudio en América, e incluso abandonar
encargos tan jugosos como la construcción de la casa familiar del
industrial Henry Ford, la finca que sería conocida como
Fair Lane en Dearborn (Michigan). Otros, como el encargo del suntuoso
Imperial Hotel, en Tokio, se retrasarían durante años.
Pero los dos fugados no eran personas dispuestas a
doblegarse por escándalos de moral pública. Él ya había manifestado en
numerosas ocasiones su convencimiento de que las normas no estaban
hechas para ser obedecidas por las personas extraordinarias (no es raro
que su amiga Ayn Rand, creyente acérrima en el individualismo capitalista, le tomara como inspiración para el personaje protagonista de su novela El manantial).
Ella, por su parte, era una ferviente feminista, defensora
del derecho de las mujeres a tomar las riendas de sus vidas, y de hecho
se convirtió en la traductora al inglés de las obras de la sueca Ellen Key, a quien conoció durante su estancia en Europa.
En 1911, a pesar de que aún permanecían los rescoldos de
la polémica, ambos decidieron volver a Estados Unidos. Allí,
Wright levantó la que sería una de sus obras más importantes, la casa
Taliesin, situada en un lugar discreto y resguardado de la curiosidad de
los reporteros entre las colinas de Wisconsin.
En ella ambos pudieron vivir con un perfil social bajo,
pues aunque ella consiguió el divorcio, la esposa de Wright seguía
negándoselo (no se lo concedería hasta 1922), lo que les cerraba las
puertas de gran parte de la sociedad norteamericana. Que los tabloides
se refirieran a Taliesin con nombres tan sutiles como «la casa del
amor»” tampoco ayudaba.
Sin embargo, un escándalo bien diferente marcaría el final
de Mamah Borthwick. El 15 de agosto de 1914, mientras el arquitecto se
encontraba de viaje de trabajo para supervisar las obras de los Midway
Gardens de Chicago, un criado oriundo de Barbados y contratado poco
antes, Julian Carlton, sin una causa aparente (aunque
su mujer declararía más tarde que sabían que iban a ser echados de la
casa), atrancó todas las puertas menos una de la casa principal y le
prendió fuego.
La prensa sensacionalista se hizo eco de los sucesos de Taliesin |
El balance del crimen fue horroroso: no solo Mamah
Borthwick murió asesinada, sino que también lo fueron los dos hijos que
había tenido con Cheney, los pequeños John y Martha; David Lindblom, un jardinero; dos empleados del estudio de Wright, Emil Brodelle y Thomas Bunker; y Ernest Weston, hijo del carpintero William Weston,
quien logró sobrevivir al ataque. Carlton intentó suicidarse ingiriendo
veneno, pero fue detenido, aunque pocas semanas después se dejaría
morir de hambre.
Mamah Borthwick copó las portadas por última vez, y ni siquiera en un momento tan terrible la prensa desperdició la ocasión de volver a hablar del origen pecaminoso de la casa.
Hubo quien incluso lo consideró el castigo debido que le
correspondía a una adúltera. Sin embargo, poco tiempo después todo quedó
en el olvido: Wright iniciaría casi inmediatamente una relación con la
que se convertiría en su segunda esposa, Maude «Miriam» Wright, a la que conoció cuando ella comenzó a escribirle para consolarle por la pérdida.
La casa Taliesin,
que Wright reconstruyó y mantuvo como su residencia familiar, se empeñó
en volver a arder en 1925, aunque en este caso la causa fue la
deficiente instalación eléctrica. Hoy está considerada Lugar de Interés
Histórico Nacional, y está gestionada por la fundación Taliesin
Preservation.
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