La visión del gen como un dictador absoluto de la forma y comportamiento del ser humano,es bastante superficial si se tiene en cuenta la biotecnología actual, llamada "ingeniería genética". Cortando y ensamblando moléculas de ADN, es posible insetar nuevos genes en un organismo o eliminarlos, o al menos modificar los existentes. Los resultados son a a veces beneficiosos: resistencia a la peste en plantas de cultivo, por ejemplo. Pero incluso esto puede tener efectos colaterales no deseados.
Dicha tecnología es polémica, especialmente cuando hablamos de alimentos modificados genéticamente. Hay buenas razones para esta controversia, pero ambos bandos han presentado algunos razonamientos persuasivos. Sabemos suficiente sobre las matemáticas de sistemas complejos para ser muy cautelosos con los modelos simplistas de cómo actúan los genes y este sentimiento está reforzado con la gran cantidad de cosas que no sabemos sobre los genes.
Con enormes cantidades de dinero en juego, la discusión ha empezado a polarizarse. Los que se oponen a la modificación genética son , con frecuencia, tachados de histéricos, incluso cuando hacen sus críticas de manera moderada y bien razonada. Las compañías de biotecnología son acusadas de correr riesgos enormes para sacar beneficio, aunque algunos de sus motivos son más benévolos. Alguna gente niega que exista algún riesgo, otros lo exageran. Tras estas discusiones hay un problema científico serio que merece más atención. Para decirlo sin rodeos: nuestra comprensión actual de la genética es completamente insuficiente para valorar los probables beneficios, costes o daño potencial de la modificación genética.[...] Esta tiene un potencial enorme, pero existe el peligro de que esto se desaproveche por poner en el mercado organismos experimentales prematuramente. [...] Imagina coger un gen cuyo efecto, en su localización normal en su organismo normal, es fabricar una proteína que no tiene efectos negativos en los humanos, que es básicamente lo que significa "apto para el consumo" ¿Garantiza que será igualmente "apto" cuando se introduzca en un nuevo organismo? Al contrario, podría causar estragos, porque con frecuencia no sabemos dónde se coloca la nueva porción de ADN e incluso si lo sabemos, los genes se pueden mover. El nuevo gen quizá no se limite a fabricar la proteína deseada. Podría ser que ni siquiera la fabricase. Podría acabar dentro de otro gen, interfiriendo con la función del gen; podría acabar en un gen regulador y la red de interacciones de los genes al completo podría estropearse. [...]
Es muy fácil imaginar que el genoma es un lugar tranquilo y ordenado, un almacén de información que puede cortarse y pegarse de un organismo a otro, solo realizando "la función" que los genetistas esperan que realice. Pero no es así, es el caldo de cultivo de interacciones dinámicas, de las cuales entendemos solo una pequeñísima parte.
[...] Resulta alarmante, en una època en que los patrocinadores lucen sus logos en las camisetas de los deportistas y las pantallas de televisión, que la industria de la biotecnología haya librado una campaña política larga y pesada para prevenir cualquier mención de sus productos como comida. La razón es muy clara, evitar cualquier peligro de un boicot por parte del consumidor. Pero los consumidores están siendo alimentados a la fuerza y con eficacia con productos que quizá no querían y cuya presencia se está ocultando.
Nuestro entendimiento actual de la genética y la ecología es inadecuado en lo que se refiere al uso extenso de organismos modificados genéticamente en el medio ambiente o la agricultura. ¿Por qué asumimos el riesgo de distribuir este material cuando los posibles beneficios para la mayoría de nosotros, a diferencia de los beneficios para las compañías de biotecnología, son minúsculos o inexistentes?
Las Matemáticas de la Vida
Ian Stewart
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