En estos tiempos de limosneo, de la supresión de derechos y ser un
afortunado cuando te explotan…En estos tiempos de caridad, de
benefactores y almas caritativas, de bancos de alimentos que gestiona la
santa madre iglesia, sin pecado concebida…
En estos tiempos canallas de exclusión, de la pobreza que remueve el
estómago y pocas conciencias políticas, surgen alternativas. Otras
maneras de echar un cable a quienes se ahogan en la soledad de su
miseria. La ocupación de un espacio público abandonado, como es el
Colegio Rey Heredia de Córdoba, es un acto de Justicia. Es el ejercicio
de la Soberanía Popular. Es la aplicación de la Constitución que consagra los Derechos Fundamentales de las Personas.
Se equivocan quienes invocan la Ley para perseguir comportamientos
tan urgentes en la España actual. Se olvidan las autoridades políticas
de que su principal vocación es ayudar a la gente, socorrerla y
procurarle la satisfacción de sus necesidades más básicas: trabajo,
techo y pan.
Un bien público, como es el caso, está siendo utilizado por la gente,
dándole la utilidad de servicio que sostiene la civilización. Los que
dieron la patada a la puerta, no hicieron sino hacer valer sus derechos,
ahora negados por los traficantes de esclavos. Ejercieron su
responsabilidad para remediar tanta tristeza y abrieron los cerrojos de
la solidaridad que decora la escuela. Y montaron, entre otras cosas, un
comedor para los que pasan hambre en silencio, avergonzados de su mala
suerte, de su desdicha.
Arrimaron el hombro y ayudan. Con los voluntarios que ofrecen su
tiempo y sus manos y con los menesterosos, pasé unas horas hace unos
días, recorriendo sus vicisitudes personales. Dramas que, compartidos y
saciados con unas habichuelas, parecen menos…
Fuente: http://www.albertoalmansa.es/archives/5047
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