domingo, 26 de enero de 2014

Los cinco sentidos de El Greco

Caballero anciano
El griego con nombre impronunciable que echó raíces en Toledo es homenajeado por su tierra adoptiva cuatrocientos años después de su muerte. Doménikos Theotokópoulos falleció el 7 de abril de 1614 y, como en el caso de tantos otros genios, su fama llegó en forma de laurel honorífico cuando ya no lo pudo disfrutar. Tal es la consideración que le tienen, que la antigua capital manchega ha bautizado 2014 como “El año del Greco”.

Aunque nació en la paradisaca isla de Creta, Italia fue el testigo más cercano del crecimiento artístico del joven Doménico. Su tierra natal le colgó de inmediato la etiqueta de “maestro”, lo que le permitió aprender de genios como Tiziano. Después de su paso por Roma fue dejando migas de pan por toda la geografía italiana, desde Florencia hasta Verona, pasando por Padua o Parma. Italia fue su patio de recreo hasta que descubrió los encantos -y las mujeres- de Toledo. Las personalidades de la época le definían como peculiar y paradójico, pero para paradójico el trato que recibió este artista en su época de esplendor.

Pese a que fue recibido con todo tipo de honores por monarcas, cardenales y eminencias del mundo de las artes, no le faltaron disputas. Su inclinación por el abuso colorista y sus comentarios sobre Miguel Ángel, de quien dijo que era “un buen hombre que no sabía pintar”, no favorecieron su promoción. Su carácter y su larga lengua iban por el camino opuesto a su ingenio, que cada vez ganaba más adeptos. Sin embargo, no los suficientes para acallar las habladurías. Le admiraban, pero no le soportaban.

Espoleado por su necesidad de cambio de aires, el pintor llegó a España atraído por el olor de la riqueza. Era sabido que el monarca más poderoso del mundo, Felipe II, estaba implicadísimo en la decoración de su monumental monasterio del Escorial. Pero, pese a su currículum y estilo, Domenico no consiguió entrar en el clan escurialense.

El detonador fue su representación de  El martirio de San Mauricio y la legión tebana, una pintura que resultó ser demasiado reaccionaria para la adoctrinadora España de la contrarreforma. Felipe el Prudente deshizo de inmediato su breve contrato con el pintor y, como en toda buena epopeya histórica, el amor por una artesana toledana le animó a hacer las maletas. En Toledo tuvo mejor suerte y cayó en gracia a intelectuales y clero, que le permitieron vivir la época más fructífera de su vida.

El gafe de Toledo

 A medida que la popularidad del pintor crecía, Toledo perdía su protagonismo cultural. La Corte se iba de la ciudad y la dejaba en manos de la Iglesia. Las imágenes clericales inundaban poco a poco la industria de la zona, y nuestro pintor daba de comer a su familia gracias a los curas y sus “austeros” encargos. Paradójicamente, algunos de esos lienzos, como  El Expolio  El entierro del conde de Orgaz, son el paradigma de un nuevo lenguaje pictórico, nunca antes visto en España. Estas dos se convertirían en las obras más célebres de “el griego”, aunque son sólo una pequeña muestra de su profuso ejercicio en suelo toledano.

 Lejos de la nueva capital, su muerte pasó casi sin pena ni gloria. No sería hasta el S. XIX cuando se le redescubrió y supuso un resorte en la pintura, influyendo en creadores de la talla de Velázquez y Goya. Su estilo, rebosante de figuras y mezclas imposibles en la paleta de colores, han marcado una reconocible línea en el desarrollo pictórico del S. XX. Un reconocimiento tardío, pero cuyos disípulos no entienden de movimientos ni geografías.....Continuar leyendo: http://iniciativadebate.org/2014/01/25/los-cinco-sentidos-de-el-greco/

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