sábado, 4 de enero de 2014

Los hexágonos de Bénard

  En 1897 Henri Bénard, estudiante de la Universidad de París, oyó hablar de unas estructuras convectivas poligonales que surgían en el líquido de revelado que usaban los fotógrafos de la época. Tras investigar la convección, Bénard completó en 1900 su tesis doctoral. Este fue el primer estudio en profundidad de esas formas, a menudo hexagonales. Bénard calentaba el fondo de un recipiente de latón lleno de aceite de esperma de ballena, con vapor a 100ºC. El sistema era abierto, con la superficie del aceite en contacto directo con el aire. Puesto que el aire estaba a temperatura ambiente, (unos 20ºC), Bénard había establecido un gradiente térmico de 80ºC.

   Impelidos por el gradiente, surgen hexágonos simétricos del caos líquido. Mientras la conducción transfiere calor sin ninguna organización detectable de las moléculas del líquido, la convección disipa calor en ciclos organizados. Los ciclos se mantienen indefinidamente si persiste el gradiente. Represetan la capacidad natural, de resolver de la mejor manera, bajo condiciones fisicas o químicas dadas, el problema de reducir un gradiente.[...]

   Bérnard investigó los factores responsables de las formas que observaba. Variando el flujo de calor, la temperatura y el espesor de la capa del líquido, encontró que podía controlar el tamaño de las células y su aparición. Bénard había determinado la diferencia de temperatura crítica necesaria para la formación de sus hexágonos. Las estructuras cinéticas complejas sólo surgen dentro de gradientes con la intensidad justa. Una vez que los ciclos se ponen en marcha, pueden crecer si tienen acceso a más materiales del entorno. Además, los sistemas complejos pueden regular los gradientes de los que dependen, reduciéndolos e interrumpiendo sus operaciones cuando el gradiente, como consecuencia de haber sido "devorado" por el sistema complejo, decrece temporalmente. Entonces el gradiente puede recuperarse , y el ciclo vuelve a comenzar. Esto es fisiología incipiente.[...]

    Los hexágonos de Bénard, no aparecen por iniciativa propia ni por el designio de una conciencia externa, ni por un proceso de selección natural. Tampoco son simulaciones por ordenador de fenómenos complejos; son el fenómeno mismo. Son reales. Son mucho más simples que la vida, constituyen una expresión de la tendencia de la naturaleza a crear discontinuidades, a producir caos a través de la complejidad. Al destruirse la complejidad previa, la improbabilidad previa, se crean nuevas complejidades, nuevas estructuras improbables................


 Eric D. Schneider, Dorion Sagan

Imagen de Saturno tomada por la sonda espacial Cassini 

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