jueves, 12 de septiembre de 2013

El taller está dentro del cuerpo

 

Desde que en 2006 se consiguió reprogramar simples células adultas de la piel para transformarlas en células madre iPS, tan versátiles como las células madre embrionarias, este procedimiento siempre se había realizado en el laboratorio. Un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha demostrado, por vez primera, que el proceso de retrasar el reloj de las células adultas (reprogramarlas) para convertirlas en iPS se puede provocar también en el organismo de un ser vivo adulto, en este caso un ratón. El trabajo, que publica Nature, presenta otros dos aspectos de una extraordinaria relevancia. Por un lado, estas células madre obtenidas en ratones tienen mayor capacidad de diferenciación (de convertirse en distintos tejidos) que las obtenidas en el laboratorio. Por otro, aunque esta nueva técnica no tiene impacto terapéutico directo, permite pensar, cara a un futuro aún lejano, en un ilusionante objetivo: que sean los propios órganos lesionados los que puedan producir células madre para regenerarse.

“Es un trabajo excepcional”, reflexiona Juan Carlos Izpisúa, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB) e investigador y profesor del Instituto Salk de California. “Abre una nueva etapa para la medicina, la búsqueda de estrategias que nos permitan regenerar órganos y tejidos de una forma similar a los procesos naturales”.

El artículo, llamado a hacerse un importante hueco en el extraordinariamente competitivo mundo de la investigación con células madre, no podía haber llegado en un momento más oportuno. No solo porque sirve para reivindicar el trabajo de un prestigioso centro de investigación como es el CNIO, que en los últimos meses ha debido más su presencia en los medios a las dificultades económicas por las que atraviesa. Sino porque sirve para revalorizar el trabajo de los científicos españoles en un entorno de reducción sin precedentes de la inversión pública en I+D+i, de despidos, impagos y huida al extranjero de las generaciones más jóvenes ante la falta de expectativas en España.

El trabajo del grupo de Manuel Serrano, director del programa de Oncología Molecular del CNIO, parte de la técnica que le permitió al investigador japonés Shinya Yamanaka obtener células madre iPS en 2006 y el Nobel en 2012.

Yamanaka reprogramó las células adultas introduciendo en ellas cuatro genes característicos de la etapa embrionaria, de forma que, al activarse, devuelven a la célula a un estadio prácticamente igual al de una embrionaria, convirtiéndola en la famosa iPS (induced pluripotent stem cells o células de pluripotencia inducida). Serrano ha usado la misma combinación de genes, el llamado cóctel Yamanaka, pero le ha dado varias vueltas de tuerca, con unos resultados sorprendentes e inesperados.

El equipo del investigador español diseñó un ratón al que introdujo un gen artificial que, en respuesta a la administración de un antibiótico —tetraciclina— se activa y produce el mismo efecto que el cóctel de las cuatro proteínas de Yamanaka.

La intención original de Serrano no era generar células madre iPS en el interior de los roedores, sino algo “mucho más prosaico”, como traslada a este diario. Buscaba una forma sencilla de obtener células madre embrionarias. Y la forma de conseguirlas era extraer las células de los ratones con el genoma modificado, bañarlas en una placa de laboratorio con el antibiótico y generar fácilmente cultivos de células iPS.
Pero en un momento dado, le surgió la duda. ¿Qué sucedería si se administraba el antibiótico directamente al ratón modificado genéticamente y no a los cultivos de sus células? “Sinceramente, no confiábamos en que las células se fueran a reprogramar dentro del ratón”, traslada el investigador. “No creíamos que funcionara”, insiste. Pero funcionó.
Los ratones modificados de Serrano bebieron el antibiótico diluido en agua durante una semana. Al poner en marcha el mecanismo descrito por Yamanaka y adaptado por el CNIO, los investigadores observaron que células adultas de los ratones perdían sus características y adquirían rasgos de células embrionarias “que no existen en los organismos adultos”, destaca Serrano. Las células adultas retrocedían en su desarrollo evolutivo hasta convertirse en células madre embrionarias en múltiples tejidos y órganos.
Este cambio de dirección, como subraya María Abad, la primera firmante del artículo, “nunca se ha observado en la naturaleza”. Y añade: “Hemos demostrado que podemos obtener células madre embrionarias también en organismos adultos, y no solo en el laboratorio”.

Tras desprogramarse y transformarse en células madre, las células se replicaban de forma descontrolada y desordenada en el interior del cuerpo de los roedores dando lugar a una especie de masa compuesta de diferentes tejidos (cerebral, muscular, óseo, intestinal...). Una especie de embrión desorganizado denominado teratoma.

La importancia de estas estructuras pseudoembrionarias que aparecían por decenas en el tórax y en el abdomen no está en su utilidad clínica. Ninguna terapia puede pasar por provocar teratomas. Lo relevante es que de esta forma quedaba patente la elevada capacidad de diferenciación de las células madre generadas en el interior de los ratones. Estas estructuras no solo contenían células derivadas del desarrollo del embrión (de las tres capas que lo conforman), sino incluso de tejidos externos al embrión, como es el caso del saco vitelino.

Además, los investigadores del CNIO detectaron células madre en el torrente sanguíneo de los ratones tratados.......Continuar leyendo:  http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/11/actualidad/1378931957_059690.html


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