El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en su libro “El Precio de la Desigualdad“, expone la mentira de la “meritocracia” y la teoría del “esfuerzo personal”, señalando que el 90% de los que nacen pobres mueren pobres por más esfuerzo o mérito que hagan, mientras que el 90% de los que nacen ricos mueren ricos, independientemente de que hagan o no mérito para ello. En entrevista para CTXT señaló:
La desigualdad constituye el principal foco de atención de su trabajo. Sus tres últimos libros y su tesis doctoral hablan de ella. ¿Por qué debería preocuparnos?
Hay muchas y poderosas razones morales. En los últimos diez años la investigación ha empezado a poner de manifiesto lo negativa que resulta la desigualdad para la sociedad. Resulta mala incluso para los de arriba, que se convierten en personas diferentes -más endiosadas- gracias a ella. Como economista, me centro en estudiar por qué la desigualdad es mala para el rendimiento económico.
La desigualdad constituye el principal foco de atención de su trabajo. Sus tres últimos libros y su tesis doctoral hablan de ella. ¿Por qué debería preocuparnos?
Hay muchas y poderosas razones morales. En los últimos diez años la investigación ha empezado a poner de manifiesto lo negativa que resulta la desigualdad para la sociedad. Resulta mala incluso para los de arriba, que se convierten en personas diferentes -más endiosadas- gracias a ella. Como economista, me centro en estudiar por qué la desigualdad es mala para el rendimiento económico.
¿A qué se refiere cuando dice que la economía en su conjunto paga un alto precio por la desigualdad?
Crece más despacio y de manera menos
sostenible. Incluso al 1% más pudiente debería preocuparle la
desigualdad, por su propio interés. El periodo posterior a la segunda
Guerra Mundial fue el de más rápido crecimiento económico y el de
crecimiento más igualitario. Existe un un amplio consenso en torno a que
ambos hechos estaban relacionados. Es decir, que fue el periodo de
crecimiento económico más rápido precisamente porque las ganancias se
compartieron.
Eso parece desacreditar la teoría del derroche económico…
Exacto. El
‘Trickle-down economics,’ o la economía del derroche, claramente no
funciona. Nadie en su sano juicio defiende ya esos postulados. La
pregunta es: ¿Cómo de mala es la desigualdad para la economía?
Obviamente depende de su magnitud y de cómo se genera. Esto incluye la
desigualdad creada por el poder monopolístico, o la desigualdad generada
cuando los de abajo no tienen acceso a la educación, y por tanto la
sociedad no utiliza todo el potencial de sus recursos humanos. Este tipo
de desigualdades, características de Estados Unidos y, cada vez más, de
Europa, constituyen un lastre para la economía.
En la introducción a The Great
Divide escribe que, incluso desde niño, sentía que Estados Unidos no era
la tierra de oportunidades que prometía ser. Explica también que el
sueño americano se ha convertido en un mito, y que los motivos de la
desigualdad son políticos. ¿Qué tipo de políticas han conducido al
aumento y a la expansión de la desigualdad a lo largo su vida?
En primer lugar, el país nunca fue lo
que nos han vendido. Me di cuenta de eso con mucha intensidad a medida
que iba creciendo: nunca fue una tierra de igualdad, de oportunidades
para los afroamericanos. La esclavitud acabó en la Guerra Civil, pero
hoy seguimos mirando hacia otro lado ante la opresión y la falta de
oportunidades, presentes todavía, como recuerda, con tanta fiereza, el
movimiento Black Lives Matter. Ha sucedido algo más: nos hemos vuelto un
país segregado económicamente. En otras palabras, los ricos blancos
viven con ricos blancos, los pobres viven con otros pobres. Tenemos un
sistema educativo ‘localista’, financiado por impuestos locales a la
propiedad, de modo que si vives en una comunidad pobre te tocan colegios
pobres, lo que da lugar a lo que yo llamo la transmisión
intergeneracional de las ventajas y desventajas.
Usted describe cómo la desigualdad se perpetúa desde la guardería hasta la universidad. ¿Puede explicarlo?
Es fácil entenderlo pensado en un sitio
como Columbia, una de las universidades de élite de este país. Como la
mayoría de las universidades de élite, en el proceso de admisión no nos
fijamos en la situación financiera del candidato. Se admite a
estudiantes independientemente de su situación económica, y tenemos un
fondo de dotación lo suficientemente grande como para compensar la
diferencia entre el coste, que es de 70.000 dólares, y lo que la familia
puede pagar. Muy generoso, en teoría. Pero cuando uno analiza las
universidades de élite, donde el dinero no debería suponer una barrera,
resulta que el porcentaje de la mitad más pobre de la población es de un
8% o 9%. ¿Cómo es posible? Estas universidades son una ganga. Si
perteneces a la mitad más pobre, pueden darte 70.000 dólares al año.
¿Por qué la gente no acude en masa? La respuesta es que no han ido a los
institutos que les preparan para entrar en estas universidades, y no
han ido porque antes no fueron a los colegios adecuados. Y no fueron a
esos colegios porque antes no fueron a preescolar y tampoco a las
guarderías necesarias. Todo esto está
relacionado con la segregación geográfica, y lo irónico de la llamada
meritocracia es que se basa en que la gente adquiera las competencias
necesarias para tener éxito en esa meritocracia, y los padres ricos
pueden dar grandes ventajas a sus hijos.
También habla de las prácticas rentistas y la “financiarización” como motores de la desigualdad. ¿Por qué señala estas dos?
La rama de
la teoría económica inspirada en los mercados competitivos –que lo
explica todo a través de factores de oferta y demanda– no es un buen
marco de referencia. En nuestra sociedad, hay mucha explotación,
de diversos tipos –racial, de género, del poder monopolístico, en forma
explotación de los trabajadores, los problemas de la gobernanza
corporativa… Esto pone de relieve todos los fracasos del mercado. Una
estadística que ilustra este hecho es que la productividad laboral ha
seguido creciendo de forma bastante continua, pero hasta 1973 los
sueldos y la productividad se movían en paralelo. Esto es lo que cabría
esperar. Sin embargo, desde mediados de los años setenta la
productividad sigue creciendo al mismo ritmo, pero los salarios se han
estancado. ¿Por qué?
¿Cuál es su respuesta?
El poder
de los monopolios aumenta los precios y por tanto baja los sueldos
reales, y el eliminar la negociación colectiva los reduce aún más, lo
que asfixia a los trabajadores. Así es cómo se debilita a los sindicatos.
Dirigimos la globalización para que los trabajadores compitan con los
trabajadores en China. Hay un sinfín de maneras en las que las reglas de
juego han cambiado en perjuicio de los trabajadores, y el rentismo es
uno de esos componentes.
¿La “financiarización” es otro?
El sector
financiero ha crecido de un 2,5% a un 8% del PIB, y no hay ninguna
prueba de que esto haya mejorado el rendimiento de la economía. Estos
tipos son los maestros de la extracción de rentas, y han perfeccionado
sus habilidades para quitar el dinero a la gente sin contribuir al
progreso social. Crean riqueza arriba, pero también crean miseria abajo.
¿Cómo lo hacen?
Mediante
préstamos abusivos, discriminando a las minorías, con las prácticas
abusivas de las tarjetas de crédito, la usura… Cambian las leyes en su
propio beneficio. En Estados Unidos, si pides un crédito de
estudiante, no puedes cancelar la deuda aún estando en bancarrota casi
en ningún caso. ¿Quién sería capaz de diseñar una estructura legal así?
Los bancos. Eso es oprimir a los de abajo, y el dinero está yendo de
abajo arriba. Además, han cometido innumerables fraudes. No terminaría
nunca con la letanía de las cosas que han hecho. Jugaron un papel
crucial al cambiar el marco económico entero para impulsar el
cortoplacismo y la extracción de rentas rápidas en vez de invertir en la
gente.
Usted ha analizado el modo en
que funciona el sistema fiscal contra la reducción de la desigualdad.
¿Qué propone para combatir la evasión?
Los
paraísos fiscales no son un acto de la naturaleza. De hecho, los crea el
Congreso. Hemos creado un marco legal para que los ricos y las
empresas, dentro de la ley, no paguen impuestos. Pero esto se
puede cambiar. Se podría decidir que a aquellos que tienen el dinero en
un territorio que huele mal se les impongan unos impuestos disuasorios.
Por ejemplo, puedes decirle a cada americano que tiene que declarar toda
su riqueza a nivel global, también la que tenga en las Islas Caimán. Ya
que estas no están sujetas a los principios de transparencia, vais a
pagar un sobreimpuesto del 80%. Así acabaríamos con los paraísos
fiscales en una noche.
Usted defiende que la
desigualdad de ingresos está relacionada con la desigualdad de
oportunidades. ¿Cuál es la prueba? Le pregunto esto porque algunos
afirman que la desigualdad no supone un problema, siempre que haya
igualdad de oportunidades.
Cuando uno
compara los datos de diversos países, aquellos que tienen un nivel alto
de desigualdad tienen un bajo nivel de igualdad de oportunidades,
medido de cualquier manera estándar. Eso es un hallazgo empírico.
¿Con igualdad de oportunidades, quiere decir…?
Movilidad social. La medida estándar es
la correlación entre los ingresos y la educación de los padres y los
hijos. Hay otras maneras de hacerlo, por ejemplo, ¿cuál es la proporción
de aquellos que están en el cuartil de abajo que consiguen llegar al
cuartil de arriba? Ahí tenemos un patrón sistemático.
¿Por qué pasa eso?
Los padres
que tienen dinero pueden dar a sus hijos más oportunidades educativas.
Las sociedades que reducen la desigualdad de oportunidades han hecho más
esfuerzos para convertir la educación pública en una herramienta
igualitaria, empezando por la educación preescolar.
Ha mencionado el movimiento
Black Lives Matter. Hay mucho debate sobre las injusticias del sistema
judicial en EEUU. Usted opina que también están conectadas a la
desigualdad…
Sí, de
muchas formas. Si eres rico en este país, tienes un sistema de justicia.
Si eres pobre, tienes otro sistema de justicia bien diferente. Si
tienes una onza de marihuana –te caen cinco años de cárcel. Si robas
dinero de manera deshonesta en el sistema bancario, lo que es un robo,
un fraude masivo –nadie ha sido condenado. Tenemos un sistema legal que
protege a los ricos y manda a la cárcel a los pobres.
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