Carteles de la campaña en contra del aborto y a su favor en las calles de Dublín (Irlanda) antes del referéndum sobre la reforma de la ley del aborto el año pasado. EFE |
Organizaciones que hicieron campaña por la despenalización se han reagrupado entorno a la campaña #SiulLiom, 'camina conmigo', de solidaridad y apoyo a las mujeres que sientan miedo de acudir a las clínicas
Los grupos pro-elección y feministas requieren ahora que la ley sea del todo garantista, llegue con más facilidad a zonas rurales y se implemente educación sexual en las escuelas
El 1 de enero de 2019 fue algo más que el inicio de otro año en Irlanda. Fue el día en el que el aborto pasó a estar despenalizado en las doce primeras semanas de gestación. Ocurrió en mayo, tras el apabullante éxito del ‘sí’ en referéndum a la derogación de la octava enmienda, que lo sancionaba hasta con penas de cárcel en todos los supuestos, en uno de los países de mayor tradición católica de Europa. El viernes 4 de enero, el ministro de Sanidad, Simon Harris, publicó el plan con todas las condiciones: en el plazo completo de las doce semanas se practicará en una serie de hospitales materno-infantiles – nueve en todo el país, situados en las grandes ciudades–, será legal el quirúrgico y el químico, y libre para mayores de 16 años
También anunció que se establecerán “zonas seguras”,
reguladas por una nueva ley para no retrasar la aplicación de la del
aborto, alrededor de los centros sanitarios listados. Esta decisión se
debe a la proliferación estos primeros días de protestas de grupos
antiaborto. “No significa que la gente no pueda protestar, pero deben
hacerlo donde no interfieran con quien esté accediendo a un servicio que
es legal”, explicó Harris. Él, como el primer ministro, Leo
Varadkar, ha condenado esas acciones.
Lo ha hecho incluso el arzobispo
de Dublín, Diarmuid Martin, que expresó en la cadena RTÉ Radio que no
era "muy partidario de las protestas públicas. Lo que la Iglesia debe
hacer es ayudar de un modo firme a las mujeres en crisis y educar a la
gente de un modo amplio sobre el asunto". En las pancartas de una de las concentraciones de Galway,
por ejemplo, se podía leer el jueves pasado: "Los médicos de verdad no
terminan con la vida de sus pacientes". La portaban en la puerta
de la consulta de un cirujano.
Frente a ello, ciudadanos y organizaciones que hasta
mayo fueron activistas ‘proelección’ se han agrupado entorno a
#SiulLiom –'camina conmigo' en irlandés–. Se trata de una campaña que
presta apoyo y acompañamiento solidario a las mujeres que deban acudir a
las clínicas y sientan miedo: “Esperamos disuadir a los grupos
‘contra-elección’ de sus hostigamientos demostrándoles que estamos
listos para apoyarlas y protegerlas”. "Pedimos a la gente que se una
a sus grupos regionales. Solo tienen que caminar al lado de alguien",
manifiestan a eldiario.es desde la Plataforma Abortion Right Campaign.
Lo que detallan desde esa organización es que la situación podría haber
sido prevista por el Gobierno: “En un mundo ideal, las ‘zonas seguras’
se hubiesen implementado antes del inicio de la ley. Ahora lo que
necesitamos es paciencia, estamos trabajando en la logística con la que
abordar todo”. Aclaran que las protestas de los grupos 'contra-elección'
en realidad son minoritarias, pero muy ruidosas: “Que hayan estado en
las puertas de las consultas supone una clara violación de la
privacidad, tanto de las pacientes como de los profesionales. También
hemos detectado otras tácticas, como líneas telefónicas o sitios web
falsos que intentan manipular y confundir a las mujeres embarazadas”.
Límites de la ley
Los representantes de Abortion Right Campaign sentencian que ese
acoso de los 'anti-elección' es "una consecuencia de la implantación de
una legislación que no satisface plenamente las necesidades".
Aunque toman la derogación de la octava enmienda como un éxito de “todas
las activistas que lucharon por los derechos reproductivos durante
décadas”, piensan que el aborto está lejos ahora mismo de ser realmente
“libre, seguro, legal y accesible en todos los lugares”.
Entre los problemas que le encuentran está el periodo de espera
“estigmatizante y no basado en ninguna evidencia” que es obligatorio
para cada mujer que quiera abortar –mínimo tres días, hasta que
les pueden dar el certificado oficial requerido–, y la vulnerabilidad
ante la “objeción de conciencia”, a la que se acogen muchos médicos.
También lo “increíblemente restringido” que el aborto está a partir de
las 12 semanas. Pasado ese plazo solo es factible si la vida de la mujer
corre peligro o el embarazo es totalmente inviable. Además, quien ayude
a alguien a abortar “fuera de la ley” –por ejemplo, menores de 16 sin
consentimiento paterno– se exponen a duras sanciones penales.
Añaden que hay centros "que interpretan la ley con demasiada cautela,
reduciendo al máximo su disposición”. Por ejemplo, en uno de los
hospitales de Dublín en los que se practican abortos se hará solo hasta
las 11 semanas de gestación. Ese problema es mucho mayor a nivel rural:
el grupo Tipp for Choice, que hizo campaña por 'sí' en el Condado de
Tipperary, sabe que apenas unos pocos médicos de la zona proporcionarán
la píldora para el aborto químico, eficiente hasta las 9 semanas de
gestación. De la 9 a la 12, o posteriores si se da el caso, la mujer
afectada tendría que viajar a las capitales. Pasa así en todos los
condados. También en casi todos hay colectivos como el suyo.
“Estimamos que, en nuestra región, dos mujeres por semana requerirán un
aborto. Esperamos que los pocos médicos de cabecera que hay puedan
satisfacer la demanda”, aducen desde Tipp for Choice, compuesto por un
conjunto de voluntarios. Se han reagrupado en la #SiulLiom, pero temen
que poca gente les requiera “debido al estigma en la comunidad rural
acerca del aborto. "Creemos que muchas mujeres, ante ese miedo y por
privacidad, directamente preferirán viajar a las ciudades. Lo que nos
preocupa es sobre todo poder atender a las que tienen más barreras, por
lo menos para ayudarles con el transporte. Pensamos en chicas inmersas
en relaciones abusivas, en las que tengan alguna discapacidad, o las que
estén en prisiones”.
Próximo reto: educación sexual
Nerea Fernández es española y militante de IU exterior y del movimiento
feminista. Vive en Dublín desde 2015, llegó justo antes de otro
referéndum, el del matrimonio homosexual, finalmente también aprobado.
“Fue tan chocante ya ver eso. Y fue entonces cuando me enteré de que las
mujeres no podían abortar”, recuerda. En 2016 comenzó a participar en
las marchas por los derechos reproductivos, y reivindica que fueron,
además de las irlandesas, las migrantes las que crearon “redes
feministas”: “Tenían muchos problemas, sobre todo, las mujeres de los
‘direct provissions’ –una especie de CIEs irlandeses–. No podían
marcharse a Manchester, donde iba a abortar quien tenía dinero para
permitírselo”.
Fue tras el caso de Savita
Halappanavar, la joven embarazada que falleció por una sepsis en 2011 y a
la que le denegaron el aborto, cuando las reivindicaciones cogieron
fuerza. Pero Fernández relata cómo en Dublín en 2016 apenas eran unas
5.000 personas las que se juntaban regularmente, y cómo pasaron a ser
decenas de miles en 2018. Ya durante todo ese proceso, como contrapeso,
la campaña por el ‘no’ era “bastante agresiva. En el Rotunda Hospital –uno de los que ahora se practican abortos– colocaron fotos de fetos y bebés muertos”.
El movimiento feminista, además de lograr el ‘sí’, también consiguió
este año que el aborto sea finalmente gratis. La Sanidad no es universal
en el país y en un principio se barajó que la intervención costase
entre 300 y 400 euros.
Ahora, afirma Fernández, el
objetivo del feminismo irlandés es lograr la educación sexual en las
aulas: “La Iglesia tiene copados los colegios. Los adolescentes no saben
cómo prevenir una ETS o un embarazo, cómo funcionan sus cuerpos. No se
trata en las escuelas, en las que en muchas no puedes entrar si no estás
bautizado”. También ponen todas el foco en Irlanda del Norte, donde
todavía una mujer que interrumpe su embarazo se expone incluso a la
cadena perpetua. Y en atar esos cabos sueltos que quedan en la ley.
“Continuaremos presionando al gobierno”, dicen desde Tipp, “y trabajando
para desestigmatizar el aborto y convertirlo en una parte más de la
atención a la salud”.ç
Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/Aborto-irlanda-protestas-primeros-dias_0_855665167.html
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