martes, 22 de enero de 2019

Cada vez hay menos insectos: ¿debería preocuparnos?

La disminución de las poblaciones de insectos, unido al desplazamiento de especies a nuevas zonas por el cambio climático, es un signo de esta época.
La disminución de las poblaciones de insectos, unido al desplazamiento de especies a nuevas zonas por el cambio climático, es un signo de esta época. Wikipedia
 En los últimos dos años se han difundido numerosos estudios que nos han dejado titulares mundiales sobre un armagedón de insectos. La realidad tiene más matices pero, probablemente, es igual de perturbadora. 

Cuando Susan Weller viajó a Ecuador para estudiar la polilla tigre en la década de los 80 encontró muchos insectos. Una década después, Weller, que ya era la directora del Museo Estatal de la Universidad de Nebraska, volvió para llevar a cabo un estudio de seguimiento. Pero las polillas que buscaba habían desaparecido.

Dice que: “En ese lapso de tiempo, las zonas en las que había recogido datos se habían transformado. Se habían eliminado los bosques. […] Se habían levantado ciudades nuevas. Intenté volver y recoger datos de otros lugares de recogida históricos, pero esos lugares ya no existían. Eran aparcamientos”.

 Los científicos de todo el mundo tienen indicios de que en el mundo de los insectos no va todo bien.
Cada vez más, los estudios van dejando ver cambios perturbadores en las poblaciones de insectos, y no solo de mariposas y abejas, sino también de escarabajos y otros mucho menos carismáticos. Recientemente, un equipo de investigación estadounidense y mexicano ha informado de un descenso alarmante entre 1976 y 2013 de la densidad de insectos y otros artrópodos acumulados en lugares determinados de Puerto Rico.

Algunos han llamado a esta tendencia visible un Armagedón de insectos. Aunque el panorama no está aún lo suficientemente definido como para decir que es hiperbólico, sí está lo suficientemente claro como para obligar a muchos de ellos a hacer un llamamiento para intervenir a gran escala, entenderlo mejor y actuar de la manera adecuada.

“Diría que la disminución de insectos en la biomasa y en la diversidad es real porque vemos que las cosas se repiten en lugares diferentes y en grupos diferentes”, dice Weller. “Pero ¿es un Armagedón? Eso es más difícil de dilucidar”.

“Sí sabemos que hay disminuciones, algunas muy preocupantes”, repite David Wagner, profesor de Ecología y Biología de la evolución en la Universidad de Connecticut y autor en 2018 de un capítulo sobre tendencias de la biodiversidad de los insectos para la Encyclopedia of the Anthropocene (Enciclopedia del Antropoceno ). “La pregunta más importante es ¿por qué?”, dice. Y es muy importante. No podremos arreglar nada hasta que no entendamos cuál es el problema”.  

Héroes anónimos 
Mucha gente tiende a pensar en los animales como criaturas grandes, peludas y simpáticas. En realidad, los insectos son la forma dominante de la vida animal. Hasta la fecha se han descrito casi un millón de especies, lo que contrasta con la insignificante cifra de 5.416 mamíferos. Y, depende de a quién preguntes, los entomólogos sospechan que, en realidad, podría haber de dos a 30 veces más ahí fuera.

Y no solo eso. Los insectos son la pieza clave de la vida, pues llevan a cabo numerosas funciones que hacen que la vida sea posible.

Los insectos polinizan una serie de plantas entre las que se incluyen muchas de las que los humanos dependen para comer. También son un elemento clave en otros trabajos importantes, como descomponer los organismos muertos en pedazos para crear nueva vida, controlar las malas hierbas y proporcionar materias primas para medicamentos. Y proporcionan el sustento de una serie de animales. De hecho, el estudio de Puerto Rico mostraba una disminución en la densidad de ranas, pájaros y lagartos insectívoros paralela al desplome de los insectos.

Dicho esto, los insectos aportan, al menos, 57.000 millones de dólares anuales en servicios a la economía estadounidense.

“Son los héroes anónimos de la mayoría de los ecosistemas”, dice la entomóloga Helen Spafford, que ha ayudado a redactar la declaración de principios sobre las especies de insectos en peligro de extinción de la Sociedad de Entomología Estadounidense en 2017.

Problemas reales
Resulta inquietante imaginar que los insectos puedan tener problemas. Pero un conjunto de estudios, junto con pruebas no científicas, sugieren cada vez más que las cosas, en palabras del entomólogo Simon Leather, de la Universidad Adams, “no están como deberían estar”.

En la década de los 90 del siglo pasado, empezaron a surgir informes en varias partes del mundo acerca de la desaparición de los polinizadores. En 2006, los investigadores informaron de una disminución dramática en el recuento de polillas atraídas a trampas de luz en Gran Bretaña. Una reunión internacional de expertos en luciérnagas en el año 2010 informó sobre las inquietantes tendencias a la baja. En 2017, los científicos dieron a conocer la disminución de más del 75% de insectos en la biomasa en 63 zonas naturales en Alemania entre 1989 y 2016. Un censo de 2018 descubrió un descenso amenazante de mariposas monarca en la costa de California. A principios de este año, una prueba no científica en Australia indicó que allí también se está dando una disminución de insectos.

Un resumen de 2014 sobre la disminución global de la biodiversidad y la abundancia a nivel mundial estimó una caída del 45% en el número de invertebrados, muchos de los cuales son insectos. Y muchas especies y grupos de especies están disminuyendo, incluso están en peligro de extinción, desde los abejorros en Europa y Estados Unidos a los antríbidos en África.

“La gran mayoría de estudios que se han publicado en la última década muestran un descenso en las poblaciones, especies de insectos o biomasa y vemos que ocurre de manera constante, tanto en Alemania como en las zonas ecuatoriales o en Estados Unidos”, dice Scott Black, director ejecutivo de Xerces Society, una organización sin ánimo de lucro para la conservación de los invertebrados. “Creo que todos los indicadores apuntan a que hay problemas reales con la disminución de insectos e invertebrados en todo el mundo”.

Panorama desigual
Aunque estos resultados son perturbadores, no son definitivos. En algunos casos podrían señalar problemas a los que se enfrentan especies específicas de insectos o que son característicos de lugares específicos, más que una tendencia general. Es totalmente posible que algunas ni siquiera prueben que existe un problema local. La escasez de polillas atraídas a la luz, por ejemplo, podría ser un asunto de tensiones selectivas que favorecen a sujetos que no se ven atraídos a la luz.

A pesar de todo, hay muchas razones para esperar esas disminuciones. El uso generalizado de insecticidas es una razón obvia. Otras serían la pérdida y la degradación del hábitat, la disminución o desaparición de plantas o animales de los que determinados insectos dependen para obtener alimento y refugio, el desplazamiento de especies no autóctonas, la contaminación del aire, el agua y la luz, la propagación mundial de enfermedades de insectos, el cambio climático e incluso, según Wagner, la nitrificación que causa el consumo de combustibles fósiles.

Dicho esto, mientras aumenta la impronta humana, en algunos lugares las poblaciones de insectos están aumentando. Por ejemplo, Leather cuenta que en los últimos años se ha producido un incremento en el número de polillas asociadas a los árboles en el Reino Unido, donde se han puesto en marcha plantaciones de árboles. Las condiciones de cambio del medioambiente han llevado a la proliferación de insectos perjudiciales para los árboles, como el escarabajo del pino de montaña en Norteamérica. Y las especies no autóctonas, como el escarabajo japonés en Estados Unidos, el avispón asiático en Europa y el barrenillo del té en Sudáfrica, tienden a mostrar un aumento rápido de la población cuando invaden nuevos territorios.

“El panorama es bastante desigual”, dice Leather. “Algunos insectos parece que sí tienen problemas. Otros insectos, no”.

Spafford, que hace poco dejó su puesto en la Universidad de Hawaii en el Departamento de Ciencias para la Protección del Medioambiente y las Plantas para trabajar en la administración pública, es menos ambigua.

“Están apareciendo algunas pruebas fehacientes de que hay una disminución a gran escala de la cantidad de insectos y de su diversidad”, afirma. “La respuesta breve es sí, creo que ya hay pruebas suficientes de que de verdad deberíamos preocuparnos”.

¿Qué hacer?
Pedro Cardoso, del Museo Finlandés de Historia Natural, y sus colegas han identificado siete impedimentos que limitan nuestra capacidad de preservar insectos y otros invertebrados y sugieren diversas estrategias para subsanarlos, que van desde protocolos de investigación mejorados a una mejor comercialización.

Primero, muchos científicos dicen que tenemos que gestionar mejor lo que hay actualmente en términos de especies y números y tener así una base de referencia para medir el cambio y una idea de qué puede necesitar protección.

“Los insectos son excepcionalmente diversos y poco conocidos al mismo tiempo”, dice Trond Larsen, director del Programa de Evaluación Rápida en Conservation International. Su organización intenta contribuir trabajando para evaluar la biodiversidad de los insectos en las áreas tropicales del mundo, descubriendo cientos de especies de insectos que la ciencia no conocía, lo que luego influye en las prioridades de la organización en cuanto a la conservación.

En segundo lugar, los científicos reclaman que se fomente una mejor apreciación de las tendencias en lo que se refiere a cantidad y diversidad con estudios que se repitan a lo largo del tiempo en el mismo lugar, haciendo remuestreos en zonas en las que se establecieron puntos de referencia hace décadas.

“Tenemos estimaciones, pero no se ha hecho una evaluación completa, ni siquiera una identificación de todas las especies de insectos que existen”, dice Spafford. “Si un lugar no se ha estudiado bien durante un largo periodo de tiempo, lo cierto es que no tenemos datos fidedignos con los que podamos sacar conclusiones”.

En los lugares en los que se documenten disminuciones, el siguiente paso importante es descubrir por qué suceden. Dado que los insectos se reproducen rápidamente y se pueden ver afectados de forma espectacular por cambios en las condiciones medioambientales, obtener información de las tendencias a largo plazo a partir de fluctuaciones temporales en poblaciones locales puede resultar un reto.

“[Tenemos que] identificar dónde está pasando, la magnitud del cambio, quiénes están disminuyendo exactamente y cuáles son los factores que causan esa disminución”, afirma Wagner. De hecho, está planeando cambiar su propio programa de investigación para centrarse en encontrar conjuntos de datos históricos y repetir mediciones para evaluar los cambios en el tiempo.
 
El papel de la sociedad
Paralelamente, los conservacionistas también están reclamando un impulso para que la gente común tome consciencia del valor de los insectos.

A muchos de nosotros, los inconvenientes que causan los insectos (mordeduras, picaduras, enfermedades, pérdida de cosechas) nos han llevado a la idea de “adiós, muy buenas”. Sus defensores dicen que tenemos que reconocer los beneficios ecológicos globales que ofrecen los insectos y trabajar para protegerlos del mismo modo que protegemos a los rinocerontes, los osos pardos y las aves de corral. Estrategias como proporcionarles corredores ecológicos y “trampolines” y gestionar el territorio público de un modo amistoso para el medioambiente, por ejemplo, pueden ayudar a liberar a los insectos de otros factores de estrés, ya que el cambio climático añade retos debido al cambio de las condiciones medioambientales.

“Un aspecto de la conservación de los insectos o los invertebrados que es maravilloso y una de las razones que me animan es que cualquiera puede tomar parte, dice Black. “Tenemos que proteger a los osos polares, los tigres de Bengala y a los lobos, la gente tiene que financiar a los grupos que lo hacen. Esa megafauna carismática también es muy importante. Pero lo maravilloso de los insectos es que cualquiera puede ayudarlos. Si tienes un patio pequeño, si eres agricultor, si gestionas un espacio natural, si trabajas en el departamento de transporte, puedes trabajar para gestionar plantas para los polinizadores. Podemos hacerlo en nuestro entorno, y tenemos que hacerlo”.

A largo plazo, Spafford considera que la educación tiene un papel decisivo. “Creo que formar a los profesores para que comprendan mejor el papel de los insectos en el sistema y cosas así sería de gran ayuda. Luego, los profesores podrían compartir esa información con los alumnos”, afirma. “Y ayudar al público en general a comprender la importancia de los insectos en sus vidas cotidianas, no solo como plagas, sino como proveedores de un servicio importante”.

Wagner dice que la ciencia cívica tiene un papel enorme en la contribución para la evaluación del estado de los insectos en el mundo, en especial de las especies que se consideran deseables o atractivas, que lo más probable es que sean las que interesan (e identifican) quienes no se dedican a la ciencia.

“Está claro que es uno de los principales generadores de datos”, dice. “No hay forma de que la comunidad científica pueda financiar estudios en toda la superficie terrestre y efectuar un seguimiento de todos los insectos.

La única manera de la que podemos conseguir datos razonables sobre los tipos de insectos paradigmáticos (abejas, mariposas, polillas, algunas de las especies más carismáticas) sería potenciar a los científicos ciudadanos”.

Algunas de estas iniciativas ya existen. Xerces Society tiene una lista de proyectos para científicos ciudadanos, que incluye el rastreo de abejorros o libélulas en Norteamérica, el conteo de mariposas monarca que hibernan en California y la vigilancia de la cría de estas mariposas en el oeste de Estados Unidos. Firefly Watch también agradece la participación ciudadana para el conteo de luciérnagas.

“Si la gente tiene conocimientos, tiempo e interés”, dice Spafford, “creo que podría ayudar de verdad a llenar un hueco decisivo”.

Al mismo tiempo que salen a la luz nuevos informes acerca de la disminución, aparecen oportunidades de hacer algo, enfatiza Black.

“Esto puede ser pesimista”, dice, “[pero] si podemos empezar a contener el cambio climático, podemos hacer todo lo posible para mantener la biodiversidad: salir y plantar flores, dejar de usar pesticidas, hablar con el servicio de parques y hacerles cambiar sus prácticas y el hábitat de las plantas. Si trabajamos juntos, tengo la esperanza de que podamos marcar una diferencia real considerable”.


Fuente: https://www.elsaltodiario.com/medioambiente/disminucion-menos-insectos-deberia-preocuparnos-extincion-plaguicidas-cambio-climatico 

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