Mona Kuhn |
El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una
desaparición.
El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta
que el olvido,
y no acepté otro valor que la imposibilidad.
Como un barco calcificado en un país del que se ha
retirado el mar,
escuché la rendición de mis huesos, depositándose
en el descanso;
escuché la huida de los insectos y la retracción de la sombra
al ingresar en lo que queda de mí;
escuché hasta que la verdad dejó de existir en el espacio
y en mi espíritu,
y no pude resistir la perfección del silencio.
Antonio Gamoneda
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