lunes, 7 de abril de 2014

Medios que matan en Ruanda

El desarrollo económico precisa de seguridad y orden, y ello impone el gobierno de Kagame. Y control, mucho control. La disidencia es, cuanto menos, hostigada. Explica Olivier, un joven periodista, que ya antes del genocidio, los ruandeses no eran de reír mucho. “Ahora -asegura- sólo sonreímos. La gente ha visto demasiado”. El trauma de una población que fue víctima o verdugo, o que tuvo familiares y conocidos que mataron y murieron no es palpable para un extranjero, más allá de las heridas físicas aún visibles. Pero el genocidio y su recuerdo marcan de manera imperceptible cada una de las acciones de la población. El recuerdo pesa. Y las palabras y la manera de expresarlas tienen aún importancia. Pueden ser incluso castigadas.



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