lunes, 21 de abril de 2014

Atrocidades coloniales: historia y amnesia

El historiador Paul Doolan (University of Zurich y Zurich International School) escribe un apreciable blog que lleva su nombre donde trata asuntos relativos a su materia, pero también a cuestiones políticas, de arte y literatura. Además, suele incidir muy especialmente en el problema de la memoria y, más en particular, en cómo funciona en las antiguas metrópolis y colonias del Extremo Oriente. Esa mirada le ha llevado a colaborar con el valioso blog Imperial & Global Forum, del Centre for Imperial and Global History del History Department de la University of Exeter, para el que ha redactado una entrada titulada “Dutch Imperial Past Returns to Haunt the Netherlands“. devolkskrantEl texto, a pesar de su brevedad, aborda varios asuntos, todos ellos relacionados con lo anunciado, incluyendo algunos que sonarán al lector español (como el asunto de las fuentes y los archivos; o el papel del gobierno en cuanto al esclarecimiento imparcial del pasado), razón por la cual lo reproducimos: 

En julio de 2012, un periódico holandés, de Volkskrant, publicó dos fotos en su portada que mosraban a soldados holandeses disparando y matando brutalmente a víctimas inermes en una fosa común. Las imágenes impactaron a una nación que se enorgullece de ser recta y humanitaria. No importa que las fotos tuvieran casi 70 años de antigüedad. Encontradas en un vertedero, eran, de hecho, las primeras fotos que se publicaban de soldados holandeses matando a indonesios durante una guerra de descolonización que todavía se conoce eufemísticamente como una “acción policial”. 

¿Por qué este tipo de imágenes tardaron tanto tiempo en llegar al público? 

Sólo un mes antes, el noticiario de la televisión holandesa, así como los periódicos de circulación nacional, habían informado de que tres destacados institutos holandeses de investigación histórica solicitaban al gobierno holandés que asignara fondos para iniciar un proyecto de investigación que permitiera descubrir lo que había sucedido en las Indias Orientales Holandesas durante el período de la descolonización, entre 1945-1949. El gobierno decidió, lo que tal vez no era del todo sorprendente, no hacer tal cosa. En una entrevista en diciembre de 2013, el Ministro de Asuntos Exteriores, Frans Timmermans, tuvo que defender su cambio de rumbo, porque como miembro del Parlamento había apoyado la llamada en pro de una investigación a gran escala sobre las atrocidades holandesas. Sin embargo, una vez nombrado ministro, cambió rápidamente de opinión. Ahora afirmaba que este tipo de investigación supondría”dañar nuestra relación con Indonesia. Y ese no es el interés de los Países Bajos”. En otras palabras, el negocio se antepone a un acuerdo sobre la descolonización holandesa.


Una de las dos fotos publicadas por De Volkskrant en julio de 2012. La imagen parece mostrar a tres indonesios de pie en una fosa común antes de ser ejecutados por los soldados holandeses

 Allí donde los historiadores han fracasado, los defensores de derechos humanos han tenido éxito. La abogada de derechos humanos Profesora Liesbeth Zegveld ha llevados dos veces el Estado holandés ante los tribunales por la masacre de civiles en Indonesia, y en ambas ocasiones ha ganado. En septiembre de 2011 un tribunal holandés reconoció que los soldados holandeses habían masacrado a cientos de civiles en la aldea indonesia de Rawagede, y el tribunal ordenó al Estado holandés a pagar una indemnización de 20.000 euros a los clientes de Zegveld, las viudas de nueve hombres que habían muerto. Luego, Zegveld  representó a 10 viudas de fallecidos en las masacres holandeses de la isla de Sulawesi del Sur, y en 2013 ganó el caso. Esto llevó al gobierno holandés a emitir una disculpa oficial a Indonesia y a anunciar que iba a indemnizar a todas las víctimas. Dicho lo cual, en el momento de escribir esto (marzo de 2014) solo una de las 10 viudas de Sulawesi del Sur ha recibido la indemnización. 
 
Es lamentable aquella situación en la que cualquier aspecto del pasado de una nación, no importa lo sórdido que sea, sigue siendo un misterio. Y lo es aún más cuando un gobierno se demuestra reacio a patrocinar una investigación concertada, dejando así a una parte sustancial de la profesión histórica en una inercia deplorable y haciendo, en cambio, que la tarea de los abogados sea interpretar el pasado. 

Por supuesto, esta activa amnesia no es nada nuevo. A pesar de tener una historia colonial en el sudeste de Asia, que comprende más de 350 años, los años cruciales de la descolonización de las Indias Orientales Holandesas son especialmente notables por su ausencia en la narración cultural de la nación. 

En 1980, más de treinta años después de que el gobierno holandés se viera obligado a reconocer la independencia de la República de Indonesia, el eminente historiador holandés H.L. Wesseling todavía podía escribir sobre “algún tipo de resaca imperial” dentro de la sociedad holandesa, según la cual “la transferencia abrupta del poder dio paso a un silencio atronador”. Casi dos décadas más tarde, el historiador holandés, Vincent J.H. Houben podía repetir la queja de Wesseling: “Lo que se destaca es que el pasado colonial de Holanda, el período de 1945 a 1949 en particular, es hoy un tabú, tanto como lo era antes”. Houben era bastante franco cuando señalaba con el dedo a los responsables de implementar y mantener este régimen de silencio: “los políticos, pero también los historiadores y los periodistas, han fracasado”. Andrew Goss comentó que, si bien en la década de 1950 el mundo académico había pasado de puntillas aobre la experiencia colonial holandesa en las Indias Orientales, en los últimos años se había  producido una avalancha de publicaciones sobre la experiencia colonial, incluyendo memorias, foto-libros, diarios e historias de colonialismo. Goss concluye que “esta resurrección nostálgica del imperio va en detrimento de la capacidad de la nación holandesa para aceptar su responsabilidad por los graves crímenes de guerra  cometidos durante las `acciones policiales´ de 1947 y 1948″.  

De hecho, esta nostalgia por el imperio, que es característica de gran parte de lo que se publica acerca de la experiencia colonial holandesa,   proporciona, en parte al menos, un filtro con el que apartar los recuerdos más desagradables. Las librerías, si tienen algo sobre las Indias Orientales Holandesas, serán principalmente álbumes de fotografías y recuerdos de la vida en los campos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, pero (con algunas notables excepciones  recientes), nada de los años de conflicto con los nacionalistas indonesios. 

Henk van den Doel, profesor de Historia en la Universidad de Leiden, rompió el silencio en 2000 con la publicación de su Afscheid van Indie [Dejando las Indias], un estudio crítico de la guerra y, sí, incluso se atrevió a hacer referencia al asunto consistentemente como una guerra. Y la última década ha sido testigo de un creciente número de publicaciones que se oponen a la visión comúnmente aceptada de la historia del país. Dos publicaciones recientes son el análisis de Louis Zweers sobre el uso de los medios de comunicación por parte del Estado durante el conflicto -De Gecensurerde Oorlog [La Guerra Censurada]-  y las memorias de Hans Goedkoop -De Laatste Man [El último hombre]-  ambos publicados en 2013 y ambos atacando los mitos nacionales. Y este año la televisión nacional holandesa incluso difundió una nueva serie de historia oral, After Liberation, sobre el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Uno de los episodios se dedica por completo a describir la experiencia de los soldados holandeses, así como los proyectos de los resistentes, durante el conflicto descolonizador en Indonesia.
Al impugnar décadas de silencio, los periódicos, la televisión, los tribunales de justicia y una nueva generación de historiadores y escritores están comenzando a poner al público frente a una historia difícil. Los acontecimientos de los últimos años han demostrado la persistencia de la herencia imperial europea; las verdades incómodas relacionadas con ella no deberían írsenos de las manos en silencio. De lo contrario, si lo enterramos muy profundamente, el pasado imperial puede volver a rondarnos.

 Fuente: http://clionauta.hypotheses.org/14208

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