Desde hace años, distintos grupos científicos agujerean la Antártida,
Groenlandia o cualquier otra gran masa helada para extraer cilindros de
hielo. Con una lógica similar a la de los anillos de los árboles, estas
columnas crecen año a año con las deposiciones de agua y nieve. Y
mezclados van también pequeñas partículas orgánicas, minerales o
producidas por los humanos y arrastradas hasta allí por el viento. Estos
cilindros no suelen ser muy anchos, unos cinco centímetros de diámetro,
pero algunos tienen una profundidad de varios kilómetros
(se cortan en secciones). Para determinar su cronología, basta hallar
la señal de una erupción volcánica con fecha conocida y ya tienen un
preciso reloj del tiempo.
Es lo que ha hecho un grupo de científicos, pero no con uno de estos cilindros de hielo sino con trece repartidos entre Groenlandia y el extremo norte de la Siberia rusa. Separados unos 2.200 kilómetros de este a oeste y otros 1.600 de norte a sur, se trata del mayor mapa de emisiones atrapadas en el Ártico hecho hasta ahora. Los investigadores se centraron en las concentraciones de plomo por dos motivos. Por un lado, es un elemento que rara vez se encuentra en el aire de forma natural, así que las posibles variaciones indicarían alguna actividad humana. Por el otro, el plomo ha sido esencial en la historia económica: estaba presente en las monedas romanas y ha sido clave en la metalurgia de la plata.
"Es el primer registro año a año de las emisiones industriales de
Europa durante los pasados 1.500 años", dice en un correo el director
del laboratorio de núcleos helados del Desert Research Institute
(Nevada, EE UU) y principal autor del artículo, Joe McConnell. "Por
eso, aporta nueva información relevante que permite a los historiadores
cuantificar cómo las sociedades antiguas y medievales respondieron a
acontecimientos como epidemias, hambres y guerras", añade.
El trabajo, publicado en PNAS, se inicia en el 500 de nuestra era y retoma la historia donde lo había dejado otro similar publicado el año pasado que arrancaba hace 3.000 años con la emergencia de las ciudades fenicias y su expansión por todo el mediterráneo. En este último, los registros en el hielo, medidos en nanogramos (millónésima parte de un gramo) por metro cuadrado y año, muestran una precisa evolución temporal de primero la República y después el Imperio romano. En los últimos años republicanos, las concentraciones de plomo decayeron mientras que se multicplicaron por cuatro en los primeros dos siglos imperiales, eran los tiempos de prosperidad de la Pax Romana. "Como la mayoría de las emisiones durante estos periodos venían de la minería y fundición de minerales de plomo y plata [como la galena argentífera], podemos considerar las emisiones de plomo como un indicador de la actividad económica global", decía entonces McConnell.
El estudio recién publicado empieza a contar con el ocaso romano. La
polución por plomo atrapada en el hielo no recuperaría los niveles de la
antigua Roma hasta muy avanzada la Edad Media, en tiempos de Pipino el
Breve y su sucesor, Carlomagno (siglos VIII y IX) creciendo suavemente
hasta el siglo XIII. Con la peste negra
del siglo siguiente, la concentración del metal en el ártico baja hasta
la mitad. A mediados del 1500 bajaría otro 25%. Es probable que aquí
tuviera algo que ver la importación de plata americana por los
españoles.
"Es muy difícil que la polución suramericana atravesara el ecuador así que estas emisiones no se verían en el Ártico", recuerda el investigador estadounidense del DRI. En todo caso, duda de que la plata americana bajar el precio de la europea y, por tanto, redujera la actividad minera en Europa.
Salpicada de contracciones relacionados con eventos como epidemias de
cólera, las guerras naopleónicas o las revueltas que rodearon a las
revoluciones burguesas de 1848, la tendencia al alza de la polución se
mantuvo. Incluso tras 1870, cuando los grandes países abandonaron el
patrón plata para pasarse al patrón oro, la concentración de plomo
siguió aumentando. Aunque bajara la aportación de la metalurgia de la
plata, entró en escena una nueva fuente: el plomo de la combustión del
motor de los coches. De esta época es también una marcada traslación de
los registros. Los núcleos de hielo situados más al oeste atrapan más
plomo que los demás. Coincide con el despertar de EE UU como potencia
económica.
"Tenemos un incremento global de entre 250 y 300 veces de polución por plomo desde comienzos de la Edad Media hasta 1970", comenta en una nota el investigador del DRI y coautor del estudio, Nathan Chellman. En este último año, el gobierno de EE UU aprobó la US Clean Air Act, la primera norma en el mundo que protegía la calidad del aire. Desde entonces, la cantidad de plomo en las capas más recientes de hielo se ha reducido en un 80%, pero aún es 60 veces mayor que en tiempos de los romanos.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/09/ciencia/1562649282_598363.html?ssm=TW_CM_MAT
Es lo que ha hecho un grupo de científicos, pero no con uno de estos cilindros de hielo sino con trece repartidos entre Groenlandia y el extremo norte de la Siberia rusa. Separados unos 2.200 kilómetros de este a oeste y otros 1.600 de norte a sur, se trata del mayor mapa de emisiones atrapadas en el Ártico hecho hasta ahora. Los investigadores se centraron en las concentraciones de plomo por dos motivos. Por un lado, es un elemento que rara vez se encuentra en el aire de forma natural, así que las posibles variaciones indicarían alguna actividad humana. Por el otro, el plomo ha sido esencial en la historia económica: estaba presente en las monedas romanas y ha sido clave en la metalurgia de la plata.
La mayor concentración de plomo en el hielo de la antigüedad fue durante la 'Pax Romana'
El trabajo, publicado en PNAS, se inicia en el 500 de nuestra era y retoma la historia donde lo había dejado otro similar publicado el año pasado que arrancaba hace 3.000 años con la emergencia de las ciudades fenicias y su expansión por todo el mediterráneo. En este último, los registros en el hielo, medidos en nanogramos (millónésima parte de un gramo) por metro cuadrado y año, muestran una precisa evolución temporal de primero la República y después el Imperio romano. En los últimos años republicanos, las concentraciones de plomo decayeron mientras que se multicplicaron por cuatro en los primeros dos siglos imperiales, eran los tiempos de prosperidad de la Pax Romana. "Como la mayoría de las emisiones durante estos periodos venían de la minería y fundición de minerales de plomo y plata [como la galena argentífera], podemos considerar las emisiones de plomo como un indicador de la actividad económica global", decía entonces McConnell.
"Es muy difícil que la polución suramericana atravesara el ecuador así que estas emisiones no se verían en el Ártico", recuerda el investigador estadounidense del DRI. En todo caso, duda de que la plata americana bajar el precio de la europea y, por tanto, redujera la actividad minera en Europa.
La presencia del metal en el hielo se multiplicó
hasta por 300 y no bajó hasta la aprobación de las primeras leyes que
protegían la calidad del aire
"Tenemos un incremento global de entre 250 y 300 veces de polución por plomo desde comienzos de la Edad Media hasta 1970", comenta en una nota el investigador del DRI y coautor del estudio, Nathan Chellman. En este último año, el gobierno de EE UU aprobó la US Clean Air Act, la primera norma en el mundo que protegía la calidad del aire. Desde entonces, la cantidad de plomo en las capas más recientes de hielo se ha reducido en un 80%, pero aún es 60 veces mayor que en tiempos de los romanos.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/09/ciencia/1562649282_598363.html?ssm=TW_CM_MAT
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