El ministro de Exteriores venezolano, Jorge Arreaza sostiene una imagen mientras hablaba durante la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la situación en Venezuela. / REUTERS - SHANNON STAPLETON |
Un mes después de que Juan Guaidó se autoproclamara presidente de Venezuela con el apoyo de Estados Unidos y buena parte de la comunidad internacional, se puede afirmar con seguridad que Maduro ha aguantado el asalto.
Aun con dificultades se mantiene en pie tras la peor crisis política
que ha vivido desde que es presidente. Todavía no se puede dar la crisis
por concluida porque ha dejado heridas en todos los resortes del
régimen y sigue teniendo a la calle —pese a estar fatigada— en su
contra.
Pero Guaidó difícilmente puede seguir adelante en la escalada
—a no ser que se saque un as de la manga— sin llamar de forma directa a
una intervención extranjera, que mayoritariamente rechazan América
Latina y la Unión Europea, y está por ver si de verdad Washington
estaría dispuesto a llevarla a cabo. No hay un próximo paso nítido en su
hoja de ruta. En la reunión del Grupo de Lima en Bogotá (Colombia), el
vicepresidente americano, Mike Pence, expresó a Guaidó que su opción
seguía siendo la solución pacífica.
A pesar del apoyo internacional, las fuerzas armadas
se ha mantenido leales a Maduro y el episodio de la ayuda humanitaria ha
dejado claro que el chavismo sigue controlando el país aunque tenga que usar la fuerza
para ello. El autoproclamado presidente confiaba en que la entrada de
convoyes con la ayuda provocaría un clímax de desobendiencia y
deserciones masivas que precipitara la salida de Maduro.
Está por ver si Guaidó volverá a entrar a Venezuela “en los próximos días”,
como asegura, y cómo lo hace y la reacción de las autoridades. Su
marcha a Colombia fue vendida por sus partidarios como un nuevo
“desafío” a Maduro ya que insinuó que cruzó la frontera con la ayuda de
los militares. Pero también es cierto que quedarse en el país podía
significar que se expusiera a ser detenido por los disturbios ocurridos.
Y si vuelve, el régimen tiene la excusa perfecta para arrestarlo ya que
la justicia venezolana —controlada por los chavistas— le prohibió salir
del país como medida cautelar a la investigación que se anunció tras su
proclamación.
Por el momento, el líder opositor se encuentra en una
suerte de gira por América Latina donde ha sido recibido con honores de
jefe de estado en Colombia, Brasil y Paraguay por sus respectivos
presidentes. El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, también lo invitó
para que visitara su país. En sus comparecencias, Guaidó anuncia “nuevas movilizaciones” pero todavía sin concretar.
El régimen por su parte tampoco está para tirar
cohetes. Tiene muchos frentes abiertos que intenta taponar como puede.
Por una parte, evaluar el control de daños en las fuerzas armadas
después de las deserciones acontecidas los últimos días. A pesar de no
ser suficientes, tampoco son pocas. Según el servicio de Migración
colombiano, 320 soldados abandonaron Venezuela para entrar a su país.
En el ámbito internacional, el chavismo intenta
recuperar el terreno perdido ante Guaidó. El ministro de Exteriores
venezolano, Jorge Arreaza, ha dado la batalla diplomática en el Consejo
de Seguridad de la ONU donde se rechazaron varias resoluciones: una en
la que se instaba a permitir la ayuda humanitaria y la otra —vetada por
Estados Unidos— en la que se hacía un llamamiento al diálogo.
De las
iniciativas para el diálogo que anunció la UE junto con países como
México y Uruguay no se habla ni se sabe nada. Pero eso es positivo para Maduro que acostumbra a pedir diálogo para ganar tiempo cuando la oposición le pone en dificultades.
El otro gran frente que el chavismo tiene abierto es el de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos. Washington bloqueó los activos de las empresas públicas venezolanas en el país
a la vez que prohibió a las empresas americanas comprar petróleo a
Venezuela. Estas sanciones significaron un paso más allá de la presión
americana que hasta el momento se había limitado a castigar a personas
concretas con alta responsabilidad en el régimen.
Es demasiado pronto para medir el alcance actual de
estas medidas, pero los expertos coinciden en que tendrá unos efectos
devastadores para la maltrecha economía venezolana porque afecta a
PDVSA, que representa alrededor del 95% de las exportaciones del país.
Muchas de las cuales se hacían en Estados Unidos a través de la filial
Citgo. Caracas ha respondido protegiendo los activos que tiene en el exterior enviándolos a países amigos.
Por ejemplo, ayer anunció que trasladaba la sede europea de PDVSA de
Lisboa a Moscú por miedo a posibles sanciones por parte de la Unión
Europea. Hace unos 15 días, la Fiscalía de Bulgaria bloqueó las cuentas
bancarias de un abogado búlgaro al que PDVSA había transferido millones
de dólares al sospechar que funcionara como un testaferro para evitar
sanciones económicas.
Moscú se opondrá a "los intentos de intervención descarada en Venezuela", declaró el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia
Fuente: https://www.publico.es/internacional/venezuela-guaido-queda-oxigeno-maduro-refuerza.html?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=publico
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