La ministra de Justicia de Israel se rocía con un perfume llamado fascismo en un anuncio electoral. ¿A qué huele el fascismo? A Ayelet Shaked
le huele a democracia. Lo que «no va a gustar demasiado a los
izquierdistas», concluye el spot: derecha bella, aromatizada; frente a
izquierda fea y sucia de arrabal. La ministra se ha grabado posando
divina para seducir con su plan de intervención de la justicia. «La
constitución israelí da una ventaja a la democracia que debe ser
equilibrada para darle poder al judaísmo», ha dicho Shaked: guapa, rica y
sin complejos, esa forma cursi de llamar al fascismo que ya no se
esconde para ir a las elecciones.
Shaked lleva cuatro años de ministra de Netanyahu,
que va a las urnas en abril. Las encuestas avanzan que ganará la
coalición de ultraderechistas y sionistas que ahora gobierna «la única
democracia de Oriente Medio». Así le gusta promocionarse a Israel,
convertido con Netanyahu en un «Estado Judío», eso de lo que habla su
responsable de Justicia: «debemos mantener una mayoría judía en Israel
aunque el precio sea la violación de derechos», ha dicho la ministra
perfume. Israel tiene muro para los palestinos y verjas para los
africanos en el Sinai. Lo que sea para evitar una «conquista progresiva
de África». La democracia cree en Dios y en la piel blanca.
Israel y Estados Unidos comparten pasión por los muros y el Viejo Testamento. Su alianza tiene raíces pero con Trump
y Netanyahu se ha afianzado hasta lo carnal. Tiene tradición militar.
Armas: 30.000 millones en armamento USA en los últimos diez años. Y algo
más: Israel es, desde hace treinta años MMA, acrónimo en inglés para
«Aliado importante no-OTAN». Eso significa protección y proyección de
intereses. No hace falta estar en el Atlántico Norte para ser de la
OTAN. Colombia ya es MMA. Y lo será pronto el Brasil de Bolsonaro,
que antes de ayer balbuceaba en Washington su alegría por compartir con
Trump «familia y Dios», y una agresiva agenda de privatizaciones.
Los gobiernos de Brasil y Colombia, y
también una cierta derecha en Venezuela, son devotos del Israel que
están construyendo Ayelet Shaked y Benyamin Netanyahu: de oro y
martillo, dinero y uniformes. Ahora que estamos en el «crepúsculo del
socialismo», ha dicho Trump, es la hora de líderes «temerosos de Dios»,
como Bolsonaro. O como la ministra de perfume fascista de Israel. «El
formateo se reanudará después de este vídeo», bromea el clip de Joe Crepúsculo. Cate Blanchett
dice sí a todo y estalla la bomba atómica. La música para adultos que
se toca en todas las riberas del gran Atlántico tiene una belleza
siniestra que votamos.
Más información: https://lasoga.org/a-que-huele-el-fascismo-20-de-marzo/#prettyPhoto
No hay comentarios:
Publicar un comentario