AFP |
Mientras nuestros políticos europeos, y particularmente la derecha en España, no paran de hablar de Venezuela, a muy pocos kilómetros de nuestras costas ha estallado estas últimas semanas un movimiento de protesta que debería inquietar a los dirigentes de la UE, pero de una manera muy especial a las autoridades y responsables políticos de nuestro país.
Argelia vive estas semanas en sus calles un movimiento popular de protesta sin precedentes, mediante manifestaciones y concentraciones espontáneas que claman contra los intentos de perpetuar un régimen fantasmagórico dirigido por la cúpula militar y policial que rodea al presidente Abdelaziz Bouteflika, de 82 años, quien acumula cuatro mandatos consecutivos y veinte años como presidente de la República. El anciano Bouteflika, tras sufrir en 2013 un derrame cerebral y apenas aparecer en público desde entonces, haciéndolo siempre en silla de ruedas y con limitaciones físicas extremas, ha anunciado por carta estos días su candidatura para optar a un quinto mandato en las elecciones presidenciales del próximo 18 de abril, en coincidencia con su estancia en un hospital de Ginebra, donde se encuentra ingresado.
Para un pueblo orgulloso como el argelino, especialmente para todos esos jóvenes que solo han conocido este gobierno y carecen de futuro, Bouteflika es la viva representación de la corrosión política y moral que vive el país de la mano de un régimen depredador, cerrado en sí mismo y corrupto, dirigido con mano férrea por la cúpula militar y policial que rodea al enfermo presidente. Es por ello que el anuncio de su presentación para un quinto mandato, estando como está incapacitado, anunciándolo por carta desde el hospital de un país extranjero, se vive como una burla que ha hecho explotar el malestar de la sociedad.
http://www.rtve.es/noticias/20190305/argelia-tercer-dia-protestas-estudiantiles-argelia-contra-posibilidad-quinto-mandato-del-octogenario-presidente-butefilka/1895326.shtml |
La candidatura de Bouteflika para su reelección, tiene que entenderse, también, con las luchas subterráneas que mantienen los generales que dirigen el gobierno en este país. Hasta el punto que las purgas, enfrentamientos y encarcelamientos de altos mandos del ejército en los últimos años han sido el preámbulo de un ajuste de cuentas en la cúpula militar del entorno presidencial, que lucha por seguir controlando los resortes del poder en el país, pero también por seguir dirigiendo el rumbo económico e incluso los circuitos de la corrupción existentes.
Ante este estado de descomposición política y moral, los argelinos han salido a las calles y han paralizado las universidades, coreando gritos como «No a un quinto mandato» o «Márchate, márchate», tomando el centro de la capital, Orán, con movilizaciones también en ciudades como Argel, Batna, Annaba o Constantina, duramente reprimidas por la policía en un país en el que las manifestaciones están prohibidas. Los participantes, convocados a través de las redes sociales, se han hartado de lo que denominan «el mandato de la vergüenza», pidiendo democracia y dignidad para un pueblo que no quiere seguir gobernado por un fantasma incapacitado, manejado por el hermano del mandatario, Said Bouteflika, y por la camarilla de generales que controlan el país.
Desde el primer momento, la respuesta de la cúpula militar del entorno presidencial ha sido tan desafortunada como intranquilizadora, con declaraciones amenazantes contra los manifestantes, como las que ha realizado el teniente general Ahmed Gaïd Salah, jefe del Estado Mayor del Ejército y viceministro de Defensa, en las que ha llegado a avisar del peligro de un baño de sangre como el ocurrido en Siria. También diferentes cancillerías europeas en el país han activado las alarmas ante el riesgo de que la situación pueda degenerar en un enfrentamiento civil en una zona particularmente delicada, como es el Magreb.
Argelia ocupa un espacio central en el Norte de África, teniendo fronteras con países de la región que atraviesan situaciones de inestabilidad o incluso conflictos cruentos como los que sufre Libia, en manos de milicias armadas. Al mismo tiempo, forma parte de las rutas de emigración hacia Europa y en particular hacia Alicante, destino prioritario de los «harragas», jóvenes migrantes que huyen del país de manera desesperada, cuya salida ha aumentado en los últimos años. Además, este país mantiene una posición clave frente a Marruecos en el conflicto saharaui, albergando los campamentos de refugiados en el Tinduf, al tiempo que desempeña, desde hace años, un papel crucial en la contención de grupos terroristas yihadistas escondidos en el Sahel, como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Por si todo ello fuera poco, este país se ha convertido en un socio comercial de primer orden para España, siendo el mayor suministrador de gas, proporcionando el 60% de nuestras necesidades.
No es difícil comprender, por tanto, que la inestabilidad política y social en este país norteafricano, por no hablar de un enfrentamiento civil, puede tener un efecto muy dañino sobre una región tan inestable y también para una Europa que atraviesa demasiadas tormentas. Pero frente a la voluntad de continuidad de un régimen que agoniza, como es el de Bouteflika, alzan su voz las ansias de democracia y justicia social del pueblo argelino. La solución a esta ecuación va a marcar el futuro de Argelia, del norte de África, pero también afectará de manera especial a Europa y de una forma muy particular a Alicante.
Fuente: https://www.diarioinformacion.com/opinion/2019/03/10/argelia-crisis/2126457.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario