Al parecer, Bevin y su mujer, Glenna, acudieron a una de las llamadas “fiestas de la varicela” con sus nueve hijos de entre 5 y 16 años. Las “fiestas de la varicela” son reuniones en las que niños afectados con la enfermedad comparten piruletas, vasos y cubiertos con otros niños sanos con el objetivo expreso de contraer la enfermedad y así evitar las diabólicas vacunas que, como bien sabe Donald Trump, provocan autismo.
El gobernador Bevin es de la opinión de que son los padres y no el gobierno quien debe decidir si vacunar a sus hijos: “Esto es América -afirmó- El gobierno feberal no debería obligar así a la gente”.
Los médicos del país se han manifestado unánimemente contra la práctica de las “fiestas de la varicela” por ser “insegura” y “necia”. Actualmente, 36 estados de EE.UU. exigen que los menores reciban las vacunas contra la varicela antes de iniciar la escuela, aunque 17 de ellos, incluido Kentucky, permite excepciones por razones médicas, religiosas o filosóficas.
La varicela es una enfermedad muy contagiosa que provoca picor, fiebre, dolor de cabeza, agotamiento y unas características manchas rojas que se convierten en ampollas. Aunque en principio es menos peligrosa que la viruela -con la que se confundió al principio de ser descubierta- las complicaciones pueden ser terribles. Como muestra sirva este hilo de Twitter en el que una madre relata las consecuencias que tuvo no vacunar a su hija (spoiler: no fue por voluntad sino por ¡consejo médico!):
Fuente: https://blogs.publico.es/strambotic/2019/03/fiesta-de-la-varicela/
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