domingo, 13 de julio de 2014

Reyes-Mesías militares

La interrupción del periodo dinástico que coincide con Salomé Alejandra, la única reina de Israel, rinde el país a las legiones de Pompeyo y magnifica los conflictos entre moderados y mesiánicos, desencadenando una guerra civil que es al tiempo guerra de liberacción nacional. A juicio del Talmud de Palestina, escrito bastante después, florecen entonces hasta veinticuatro sectas "apóstatas" que mezclan fe en YHVW con dualismo iranio, astrología, magia y proyectos de desquite contra quienes no preparen el Fin del Mundo. Su indignación adopta alguna variante de Guerra de los hijos de la luz contra los hijos de la oscuridad, una epopeya descubierta entre los rollos de Qumrán que combina mística con croquis de batalla.

   Galilea, la provincia más inquieta ante el dominio romano, y la menos desértica, responde a la muerte de Herodes el Grande (73-4 a.C) con el alzamiento del primer caudillo mesiánico, que es Judas Galileo. Poniendo entre paréntesis el episodio intermedio -cuyos actores principales son Juan Bautista y Jesús-, unas tres décadas después de su muerte emergen Eleazar Ben Jair, líder de la primera gran guerra, y un tal Ezequías, antecesor de los ulteriores caudillos independentistas. Exigiendo que el gobierno pertenezca exclusivamente a YHWH, estos hijos de la luz han formado ya en tiempos teocráticos las cofradías de celotes y sicarios o portadores de daga (sica), opuestas al extranjero en general y a "renegados judíos que proponen pactar con los gentiles".

   A principios del siglo I les vemos limitados a motines urbanos, guerrillas y represalias selectivas, pero en 66 degüellan con un ataque sorpresivo a la guarnición romana de Masada -una fortaleza en principio inexpugnabla-, sublevan a todo el país y demuestran su capacidad militar derrotando al legado Cestio Galo, que acude al frente de treinta y cinco mil legionarios. Siguen siete años de guerra sin curtel que acaban donde empezaron, en la inaccesible Masada, cuando los romanos terminan un enorme talud que les permite atacar desde arriba y los defensores se inmolan colectivamente, matando a sus mujeres e hijos, degollándose unos a otros o arrojándose por el precipicio. El mesianismo ofrece una demostración de su capacidad para invocar actos luctuosos, y la campaña de Vespasiano -que le convierte indirectamente en Emperador- será concluida por su hijo Tito demoliendo el templo de Jerusalem.

  Acaudillada por Lukuas, otro rey-mesías, la segunda guerra del integrismo contra el Imperio tiene por teatro Chipre, Egipto y la Cirenaica (actual Libia), donde ya en tiempo de Sila (80 a.C) se registran graves fricciones entre la colonia judía y el resto de la población,, concentrada en polis costeras griegas. En 115 los celotes de estos territorios -cuyos líderes son refugiados de la primera guerra o hijos suyos- crean teocracias que fulminan todo tipo de templos e instituciones civiles paganas. Antes de sucumbir,en 117, han causado graves pérdidas a las legiones de Trajano y dejan un rastro de ferocidad desmedida [...]

   La tercera y última guerra, otra vez con la Tierra Prometida como sede, es preparada secreta y cuidadosamente "por el rabino Akiba ben José y el nuevo rey-mesías Simón bar Kokhba, que solo será vencido por las legiones de Adriano al cabo de tres años (132-135). Junto a ambos, perecen "quinientos ochenta mil combatientes y un numero adicional incontable por hambre, fuego y espada, quedando baldía toda Judea". El integriso ha sacrificado sus cuadros durante cinco generaciones, y de alguna manera ha sembrado en aquellos pedregales un ansia de matar y morir religiosamente. Como sus antecesores, los mártires asesinos actuales lo que Mahoma llamará ser "gentes del Libro", guiados por lo que ya propuso el rabino Ben Sira, cerebro de la primera guerra judía: "Alzad vuestra furia, derramad vuestra rabia, destruid al oponente, aniquiladle". NInguna religión había logrado que proclamas semejantes fuesen obedecidas por una alta proporción de sus fieles, y mucho menos durante más de un siglo.


Los enemigos del comercio
Antonio Escohotado

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