Yehuda Saúl, exsoldado y fundador de la ONG israelí Breaking the
Silence, explica que "los casos de abusos a palestinos han sido la norma
durante años", pero la sociedad israelí prefiere ignorar esa realidad
"Si la ocupación no acaba, estaremos condenados a otra operación sangrienta similar a la actual en un año o dos"
"Como soldados, nos enviaban a intimidar y castigar a la población civil de forma sistemática"
"Si la ocupación no acaba, estaremos condenados a otra operación sangrienta similar a la actual en un año o dos"
"Como soldados, nos enviaban a intimidar y castigar a la población civil de forma sistemática"
Yehuda Sául, fundador de Breaking the Silence, lucha para que la sociedad israelí asuma la realidad de la ocupación. Foto: Bostjan Videmsek |
"La situación en Israel nunca ha sido peor. La mayoría
de la gente sigue a ciegas lo que dice y hace el Estado. Nadie cuestiona
nada, mucho menos duda. Lo más preocupante es el nivel de obediencia.
El de odio está creciendo cada día. Los sentimientos negativos hacia
todo aquel que piensa diferente son enormes. No sólo los sentimientos.
La gente que se manifiesta en la calle contra la guerra es golpeada. La
policía se muestra indiferente ante estos actos y no hace nada. Es una
señal pésima sobre el futuro de este país", dice Yehuda Saúl, fundador
de la ONG israelí Breaking the Silence (romper el silencio), una
organización de veteranos del Ejército que sirvieron desde la segunda
intifada. Tomaron como misión denunciar a la opinión pública israelí la
realidad de la vida cotidiana en los territorios palestinos ocupados.
"Intentamos fomentar un debate público sobre el precio que pagamos por
una realidad en la que los jóvenes soldados tienen que controlar la vida
de esa población", afirma el grupo sobre su actividad.
Esos soldados que sirven en los Territorios (palestinos) cambiarán por
completo a causa de esas operaciones militares: "Los casos de abusos a
palestinos, con saqueos y destrucción de la propiedad, han sido la norma
durante años, pero aún se explican como si fueran casos únicos y
extremos. Lo que muestran nuestros testimonios es que revelan una imagen
deprimente y distinta en la que el deterioro de los niveles morales de
actuación se hace patente en las órdenes y normas de combate, que se
justifican en nombre de la seguridad de Israel. Los soldados y jefes
militares conocen esta realidad, mientras que la sociedad israelí mira a
otro lado y niega lo que se hace en su nombre", dice el manifiesto de
la ONG.
Hasta hoy, la organización ha recogido más de
950 testimonios de soldados que representan a toda la sociedad israelí
y a casi todas las unidades militares desplegadas en los Territorios.
Afirma que los testimonios publicados han sido revisados y
contrastados, y los hechos son verificados y cruzados con los
testimonios de otros soldados y con los archivos de otras
organizaciones de derechos humanos.
"Cada soldado que da su testimonio a Breaking the
Silence conoce los objetivos de la organización. La mayoría de los
soldados prefiere permanecer en el anonimato a causa de las presiones
que reciben de los militares y de la sociedad en general", explica.
"En noviembre de 2101, Israel lanzó una operación militar en Gaza llamada Amud Anan.
La traducción literal sería Pilar de Nubes. Pero el nombre oficial en
inglés (y español) pasó a ser Pilar de Defensa. Hace un par de semanas,
lanzamos otra operación (la actual en Gaza) llamada Acantilado Poderoso,
que ahora oficialmente se llama Límite Protector. Ambos nombres tienen
una connotación de defensa", dice Yehuda Saúl, que sirvió como oficial
en Cisjordania hace una década y que es básicamente un testigo.
"Cuando oigo los nombres que dan a las operaciones
militares en Gaza, especialmente las versiones elegidas para la
audiencia internacional, me recuerda a mi servicio militar en el
Ejército, cuyo nombre oficial, tanto en hebreo como en inglés, es
Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, en sus siglas en inglés). Me recuerda
la diferencia que descubrí en la época de mi servicio militar entre lo
que representa el nombre y la realidad de las operaciones que llevábamos
a cabo en Cisjordania. Oficialmente, la misión que teníamos era
defensiva. Realizábamos operaciones "preventivas". Pero mis amigos y yo
descubrimos que la "prevención" no era otra cosa que un nombre en clave
para definir operaciones ofensivas de todo tipo. Bogui Ya'alon, entonces
jefe de las FFAA y ahora ministro de Defensa, nos pedía que "quemáramos
la conciencia palestina". Para conseguirlo, nos enviaban a intimidar y
castigar a la población civil de forma sistemática. Partían de la
presunción de que dejarían de rebelarse si eran heridos, oprimidos o
asustados. Una conciencia asustada es, en otras palabras, una
"conciencia quemada", cuenta Saúl, que ha trabajado sin parar en las
últimas semanas.
La atmósfera belicista y la falta
de iniciativas humanitarias le están pasando factura. Está aterrorizado
por lo que está sucediendo en Gaza, que sufre la tercera ofensiva en
menos de seis años.
"Incluso después de la retirada
de 2005, aún controlamos el espacio aéreo y las aguas territoriales de
Gaza, zonas de separación dentro de Gaza, y el movimiento de personas y
bienes que entran y salen de Gaza. La población de Gaza está registrada
por Israel. Para obtener un carné de identificación con 16 años, se
requiere la aprobación de Israel. Y es sólo la punta del iceberg. Una de
las consecuencias de este control son las operaciones militares
periódicas, que causan un nivel terrible de destrucción, no sólo a la
infraestructura paramilitar, sino también a civies, a hombres, mujeres y
niños", dice Saúl.
En su opinión, no es una realidad
que se ha impuesto sobre Israel. "Es el resultado de decisiones tomadas
por nuestras autoridades todos los días, para mantener el control sobre
los territorios palestinos y la población que vive allí. Conozco bien
las consecuencias de esas decisiones, porque como soldado y oficial tomé
parte en su aplicación. Supe que preservar ese control exige el uso
constante de la fuerza. Supe que es imposible aplicar por la fuerza el
control de una población de millones durante décadas por un Gobierno
extranjero de una manera ética. Dar nombres defensivos a las operaciones
en Gaza no cambiará la naturaleza de esas operaciones. El cambio real
sólo se producirá cuando acabe la ocupación. De hecho es difícil saber
si la amenaza a las ciudades del sur de Israel acabará si se pone fin a
la ocupación. Pero sí sabemos que si la ocupación no acaba, estaremos
condenados a otra operación sangrienta similar a la actual en un año o
dos. La semántica no cambiará la realidad en la que Israel no sólo se
defiende, sino que ataca, no sólo en estos días tan difíciles, sino cada
día desde siempre. En vez de intentar explicarlo y justificarlo,
debemos actuar ya. Tenemos que decir ahora: es hora de acabar con la
ocupación".
"No me malinterprete. Como israelí, no
cuestionó el derecho de Israel a defenderse. Hamás es una organización
terrorista, sin duda. Los ataques con cohetes desde Gaza han conseguido
asesinar a dos civiles israelíes. Es una semilla horrible que no tiene
justificación. Amenaza las vidas de hombres, mujeres y niños en todo el
país. Pero esos cohetes no convierten a todos los habitantes de Gaza en
objetivos legítimos para el castigo colectivo".
"Mis
amigos y yo aprendimos como soldados a ver a cada palestino como a un
enemigo, y por tanto un objetivo legítimo. Cuando hacíamos operaciones
para "demostrar nuestra presencia", nuestro objetivo era asustar para
que la población civil supiera que estaban bajo nuestro control. Lo
conseguíamos con patrullas en las calles y entrando en casas elegidas al
azar a todas horas, de día y de noche. No había una información
concreta de inteligencia que nos guiara en esas operaciones. Y otras
veces "preveníamos" el terrorismo a través del castigo colectivo de
palestinos inocentes".
Breaking the Silence (fundada
en 2004) es una voz influyente en favor de la verdad y el realismo en
Israel. Su influencia está creciendo y ha servido para abrir los ojos de
muchos. Pero el rápido crecimiento de la extrema derecha en la política
israelí, con gente como el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman,
dejando su huella, han radicalizado la política y la sociedad. Los
resultados de esa radicalización son visibles dentro de Gaza, pero no
sólo allí. Los exsoldados de esta ONG lo padecen en Israel con
reacciones de indiferencia o incluso de odio.
"Nunca
lo hemos pasado tan mal en nuestra organización. ¡Nunca! Es muy difícil
de soportar, pero resistimos. Espero que esto sea un ciclo natural y que
hagamos llegado al fondo, y que a partir de ahora todo vaya en la buena
dirección", concluye Saúl.
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