La pasividad ante lo que está sucediendo, así como distancia con
relación a los sufrimientos que está padeciendo una parte de la
sociedad, que conduce, incluso, a recortar las prestaciones a las
personas con discapacidad, lo que pone de manifiesto es la falta de
sensibilidad social y humana de un Gobierno que no gobierna, sino que
asiste a la evolución negativa de los hechos sin inmutarse ni modificar
su errónea política económica y social. Es más, están haciendo lo
contario de lo que decían que iban a hacer. La falta de responsabilidad
resalta mucho más en un momento de grave crisis económica, política,
social y de valores, que está conduciendo a una gran desmoralización de
la sociedad.
De ser irresponsables ya dieron muestras de un modo evidente cuando se
encontraban en la oposición, con su posición destructiva, negándose a
llegar a algún tipo de pacto económico y social que contribuyera a crear
un marco de confianza para favorecer la salida de la crisis. Lo que les
interesaba era llegar al poder por el medio que fuera con tal de
gobernar, y no les importaba entonces que la economía se hundiera. No
deja de ser extraño que ahora, el Presidente de la Xunta de Galicia, en
una entrevista radiofónica, llame al consenso político ante la gravedad
de la situación. Al tiempo que acusa al PSOE de irresponsable.
La memoria es flaca, pero no tanto, como para olvidarnos, de que
criticaban todas las medidas que se tomaban, que ahora ellos están
tomando, con mayor agresividad, sin ningún tipo de rubor. Las
explicaciones que dan para ello se están acabando, la herencia recibida
ya no vale tras un año desastroso de gobierno, en el que las cosas han
empeorado. Un resumen extraordinario de tanto desacierto lo realiza
Javier Marías, con la brillantez que le caracteriza, en “El País
semanal”, del domingo 2 de diciembre de 2012, en el artículo “Cuando
sólo se sabe agravar”. Se está viviendo un gran retroceso de los muchos
que se han tenido en la historia de España. Hace poco, el extraordinario
historiador Fontana, recordaba la respuesta que uno de los grandes
historiadores que ha habido en nuestro país, Ramón Carande, daba a un
periodista cuando éste le pidió que resumiera en un par de palabras la
historia de España: “Demasiados retrocesos”. Sí, estamos en un periodo
en el que se cumple, por desgracia, una vez más una de los rasgos que
han acompañado a este país a lo largo de la historia.
No sirve el decir que es la realidad la que impone llevar a cabo unas
propuestas tan negativas para el bienestar social. La política económica
que se está aplicando es demasiado transparente para saber que favorece
a los ricos de un modo descarado, como por ejemplo la amnistía fiscal,
no modificar en lo más mínimo un sistema fiscal regresivo, y no sólo no
se lucha de un modo decidido contra el fraude, sino que por el contrario
se hace cómplice con un fin recaudatorio, que ha sido un fracaso. Las
ayudas a los Bancos y Cajas endeudadas con lo que está suponiendo de
sangría a los recursos públicos. Mientras que se perjudica a los de
abajo y las clases intermedias. Pero el problema no es solamente ya la
naturaleza de la política económica, sino que medidas que no tienen nada
que ver con la crisis, como son las que se quieren llevar a cabo en la
justicia, o la nueva ley de educación, son claramente regresivas, lo que
introduce a la sociedad española en un ciclo de un gran retroceso,
cuyas consecuencias negativas son incalculables.
Se está utilizando la excusa de la crisis para imponer la ideología
neoliberal en economía, que resultados tan perjudiciales está dando,
acabar con el Estado de Bienestar, y privatizar los servicios públicos.
Al tiempo que se quiere imponer un modelo ideológico en la enseñanza que
retorna al nacionalcatolicismo y las ideas más conservadoras. Por si
fuera poco con esta ley, se quiere meter el dedo en el ojo en Cataluña,
no están los tiempos para ello, creando un problema en donde no existía.
Una de las máximas que debe presidirla política es arreglar las cosas
que funcionan mal, y no estropear las que sí funcionan. Este Gobierno no
parece atender a este principio, y aparte de no atender las necesidades
de los más vulnerables de la sociedad se destruye la Sanidad Pública,
la Educación y la Investigación. A propósito de la Sanidad Pública y el
apoyo social con que cuenta, lo que tendrían que tener en consideración
los políticos para no ir en contra de la opinión mayoritaria dela
sociedad, resulta muy revelador el barómetro de Metroscopia, publicado
por “El País” el domingo 2 de diciembre, así como el excelente
comentario realizado por José Juan Toharia, con el significativo título
“La sanidad pública, intocable”.
En este caso, el comportamiento de los responsables políticos de la
Comunidad de Madrid no puede ser más lamentable, al ir en contra de la
corriente ciudadana y profesionales de la salud. Se ha creado un gran
conflicto en donde no lo había, y todo por favorecer a unos grupos
privados, oponiéndose al sentir bastante mayoritario de los usuarios y
profesionales del sector. Otro acto de gran irresponsabilidad política.
En fin, las listas de las irresponsabilidades son muchas, como el retrasar los presupuestos para después de las elecciones andaluzas. El no anunciar medidas de ajuste y no revalorización de las pensiones, hasta que pasaran las elecciones autonómicas de Galicia, País Vasco, y Cataluña. Una vez más los imperativos políticos se imponen sobre la gravedad de los hechos económicos y sociales. Con estos comportamientos no se puede llamar a la población a ser responsables ante la crisis, si no se da ejemplo de madurez, no se aplican medidas de reparto más equitativo de los costes de la crisis, y se deja desamparados a los más débiles y vulnerables de la sociedad.
En fin, las listas de las irresponsabilidades son muchas, como el retrasar los presupuestos para después de las elecciones andaluzas. El no anunciar medidas de ajuste y no revalorización de las pensiones, hasta que pasaran las elecciones autonómicas de Galicia, País Vasco, y Cataluña. Una vez más los imperativos políticos se imponen sobre la gravedad de los hechos económicos y sociales. Con estos comportamientos no se puede llamar a la población a ser responsables ante la crisis, si no se da ejemplo de madurez, no se aplican medidas de reparto más equitativo de los costes de la crisis, y se deja desamparados a los más débiles y vulnerables de la sociedad.
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