viernes, 28 de diciembre de 2012

El oro de Corcoesto

Fuente: http://www.terraetempo.com/artigo.php?artigo=2850&seccion=6&typNe=09%3A58%3A13

La minería es una de esas actividades industriales donde la "globalización" está presente hace miles de años. Acordémonos de la presencia del Imperio Romano en Galicia en la búsqueda de oro y otros metales de interés. En ese momento, como ejército colonizador, llevaron a cabo colosales obras de ingeniería incomparables en la Europa antigua, en lo que se conoce como "minas fluviales". El método de extracción consistía en el aprovechamiento de los cursos fluviales con la perforación del monte o el desvío de los cauces. Montefurado o Las Médulas son dos paradigmas de las explotaciones de la época.
Poco cambiaron en ese sentido las cosas en 2000 años. Las empresas mineras transnacionales procuran continuamente paraísos de contaminación, nombrados países en vías de desarrollo, entre los que claramente debemos estar incluidos. Estas empresas, como las canadienses Edgewater Exploración Ltd o GoldGroup Minning, aprovechan actualmente el alza del precio del oro para explotar yacimientos no rentables de otras épocas y que tal vez dejen de serlo pronto, en función del mercado. Para sacarle provecho económico (su único objetivo), deben ajustar al máximo los costes, reduciendo gastos en todo lo que sea posible, incluyendo los procesos de extracción, la protección ambiental, la seguridad y por supuesto la restauración después de terminar la explotación.

Esto es lo que obliga a estas empresas a hacer fuera lo que no les dejan hacer en sus países: funciona el principio de " Not in my backyard" (No en mi patio trasero), debido a las regulaciones ambientales y de desarrollo sostenible que tienen. También en las hermosas montañas canadienses también hay oro.

De esta manera, empresas como las anteriormente citadas y otras como Calibre Minning Corp tienen concesiones desde Méjico a la Patagonia o en África, y también en Galicia: Corcoesto, en la comarca de Bergantiños. En Corcoesto hubo minas de oro que se dejaron de explotar hace unos 90 años. Pero las consecuencias de aquella pequeña explotación, sin comparación a la que se quiere hacer ahora, todavía se pueden observar en los acuíferos de la zona: un reciente estudio del CSIC muestra altas concentraciones de arsénico en el estuario del río Anllóns, al nivel de los ríos europeos contaminados. La mayor parte de este arsénico procede de arsenopiritas y son -según este estudio- consecuencia directa de la antigua explotación de oro que ahora se quiere reactivar, y cuyas dimensiones son propias de la megaminería.
  El proyecto de la minería de oro de Corcoesto acaba de recibir con sorprendente rapidez la Declaración de Impacto Ambiental por parte de la Consellería de Medio Ambiente, con un decidido y poco habitual apoyo de Feijóo. Algunos pormenores relevantes del proyecto, que realmente es una combinación de industria minería e industria química, son:
- Es una mina a cielo abierto, la modalidad más agresiva de la minería, supone una excavación de una extensión equivalente a 773,6 hectáreas, equivalente a unos 773 campos de fútbol

- Conlleva una balsa de decantación de 10 millones de metros cúbicos (semejante a Aznalcollar), donde se acumularán para siempre los productos altamente tóxicos resultado del proceso de separación del oro de la mina.
- El proceso de extracción es la base de cianuro, conocido como cianuración del oro. Es un proceso que hace rentable económicamente explotar minas de muy baja calidad como la de Corcoesto. Implica el uso de enormes cantidades de cianuro sódico (NaCN) para extraer el oro de la mina, y de sosa cáustica (Na OH) y ácido clorhídrico (HCl) para eliminar el cianuro (CN-) y corregir el pH. Los productos de estos procesos químicos son metales pesados que se liberan, como el arsénico o el  mercurio, los sulfuros que combinados con  aire y el agua generan ácido sulfúrico (conocido como drenaje ácida de las minas), los productos de la degradación del cianuro, incluyendo el mortal gas cianhídrico y los que se generan de la trituración de la roca. Todos estos, en diferente medida y a través del tiempo, llegan  a las aguas superficiales y subterráneas.

  El uso del cianuro en la minería está ampliamente rechazado por la comunidad científica (Declaración de Berlín, 2000), por el Parlamento Europeo (Resolución 145 de 2010) y prohibido en numerosos países (como República Checa, Hungría, Rumanía, algunos estados de EEUU como Montana e Wisconsin), en algunos de ellos como consecuencia de graves accidentes (como Baia Mare en Romanía, Enero de 2000, que fue considerado el peor accidente ocurrido en Europa después de Chernobyl y aniquiló completamente el río Tisza,el segundo más importante de Hungría). En la resolución del Parlamento Europeo se pide la “prohibición total” en toda la Unión Europea antes de finales de 2011 y se advierte de que en este tipo de explotaciones “la posibilidad de que ocurra un accidente es sólo cuestión de tiempo”.                          

Si fuimos alguna vez a las Médulas, podemos observar 2000 años después como está el monte después de la intervención romana. Y si pasamos por muchos lugares de Galicia, también podemos ver como quedan muchas canteras y minas después  de ser abandonadas. La minería a gran escala de oro a base de cianuro y encima a cielo abierto tiene importantes peculiaridades que la hacen muchísimo más peligrosa y devastadora que la minería de áridos a la  que estamos acostumbrados. Las consecuencias son incomparablemente más dañinas.                                        

Aquí nunca pasa nada hasta que pasa. Parece que ya están los de siempre a ponerle trabas al “progreso” y al “desarrollo”. El problema es que la experiencia y  la historia muestra, sin hurgar mucho, los motivos de la desconfianza más que justificada. Las empresas de explotación de recursos naturales (y el resto) procuran beneficios económicos, y muchas de ellas sin importarles las consecuencias a corto, medio o largo plazo. Las consecuencias a corto plazo se compensan (malamente)  el dinero de las expropiaciones y con las expectativas laborales casi siempre decepcionantes. A medio plazo ya se destruyó toda alternativa de desarrollo de la zona, ya non son posibles otras actividades económicas en ese yermo de destrucción y desolación. Y a largo plazo, que en las previsiones más optimistas, las de Edgewater Exploration Ltd, sería a partir de los veinte años de explotación si las cosas van bien, quedan para siempre los millones de toneladas y litros de deshechos tóxicos en esas balsas que meten miedo solamente de pensar en ellas  (acordémonos de Aznalcollar), que en el  mejor de los casos irá filtrando  su contenido altamente tóxico por el suelo hacia los acuíferos hasta en el río Anllóns. La situación más favorable, la empresa (si sigue existiendo entonces), “regenerará” los terrenos abiertos de la mina y creará lagos artificiales en las balsas, previo tratamiento químico radical con pocas posibilidades de éxito dado el origen y tipo de residuos que contienen. En cualquier situación un poco por debajo del ideal, la empresa marchará dejando a medias a regeneración, con una tierra quemada y una contaminación silenciosa que se extiende mucho más allá de Corcoesto. Durante décadas (como mínimo) no habrá ninguna posibilidad de vivir del campo, de la ganadería o del turismo. Corcoesto y alrededores serán simplemente lugares de casas abandonadas por el brillo del oro que sus habitantes de ahora nunca llegarán a ver nada más que en los escaparates de las joyerías del  pueblo o ciudad donde tendrán que ir a vivir, lejos de Corcoesto.

Más información: http://nonaminadecorcoesto.blogspot.com.es/
                          http://www.edgewaterx.com/Corcoesto_Gold.asp

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