Fuente: http://tomalapalabra.periodismohumano.com/2012/12/04/cronica-de-un-mexico-que-no-tiene-presidente/
El 1 de diciembre de 2012 se recordará en México como el día de la
imposición consumada. Enrique Peña Nieto (EPN) tomó las riendas del país
como presidente en medio de un ambiente de indignación generalizado que
obtuvo como respuesta una fuerte represión. En la Ciudad de México se
anunciaron varias acciones para ese día con el objetivo de mostrar el
repudio hacia el que se conoce ya como el presidente impuesto por el
duopolio mediático, el protagonista de las elecciones del fraude.
Un México encapsulado dentro del Palacio Legislativo de San Lázaro
cual fortaleza medieval de espaldas a las demandas del pueblo, y sordo
ante las balas de goma y las granadas de gas lacrimógeno disparados por
la policía federal. Un Palacio Nacional ficticio suspendido a un lado
del Zócalo capitalino dejando a sus espaldas un Bellas Artes atónito
frente a una Alameda convertida en campo de batalla, testigo del
desalojo forzado de las “bordadoras por la paz” que tejían con hilo rojo
los nombres de los asesinados durante el sexenio de Felipe Calderón y
en verde “esperanza” los nombres de los desaparecidos.
La sociedad del espectáculo atenta a la toma de posesión de Enrique Peña Nieto
mientras fuera de la burbuja mediática se oyen gritos de indignación
ante una imposición consumada. La voz de Peña Nieto sale de la pantalla
de televisión de una cafetería de la calle 5 de mayo: “2.191 días son
suficientes para sentar las bases para hacer de México un país
próspero”, dice. Mientras tanto, la represión continua en el centro
histórico de la ciudad con un saldo final de más de 170 detenciones y
otro centenar de heridos graves. Todo, a escasos metros de esta burbuja
inflada de imposición.
El día en que EPN levanta su mano derecha diciendo “protesto guardar y
hacer guardar la Constitución” empieza la crónica de un México que no
tiene presidente, de una “toma de protesta” marcada por el descontento y
la indignación en las calles y una sensación de “aquí no pasa nada” al
interior de un Palacio mediáticamente cercado.
“Gobernaré mirando por el bien y la prosperidad de la unión y si así
no lo hiciere, que la nación me lo demande”. La petición de EPN fue
atendida horas antes de que pronunciara estas palabras en el Palacio
Nacional:
Bajo el Monumento a la Revolución en la Ciudad de México se
concentran algo más de 100 personas a las 3.15 de la madrugada. Llegan
diferentes contingentes y se percibe que muchos no se conocen entre
ellos. Yace en el suelo una enorme pancarta en la que se lee, en letras
negras y rojas, “Peña Nieto no es mi presidente”. La mayoría de
manifestantes, con el rostro cubierto y con artilugios reciclados en
forma de armas de autodefensa.
A las 4:46 se congregan ya unas 300 personas en el punto de partida.
Caminan sobre la calle Buenavista hasta llegar al Eje 1 Norte. Su
destino, San Lázaro. De los rostros descubiertos, no se reconocen
integrantes de Yosoy 132 a pesar de que la convocatoria “Operación #1Dmx
#OcupaSanLázaro” se publicó en su página oficial (yosoy132media.org) en
donde llamaban a “hacer un cerco humano” alrededor del Palacio de San
Lázaro el día de la toma de posesión. Pocas pancartas creativas, pocos
cánticos alegres y al unísono, más bien dispersos, sin hilvanar. La
creatividad de los Yosoy132 no se ve en esta marcha en forma de
guerrilla urbana.
“Que se vayan todos”, se oye. “Hoy pasamos de la resistencia a la
ofensiva”, se lee en una pancarta firmada por el SNTE. Cruzan el barrio
de Tepito frente la mirada desconcertada de los trabajadores que a las 5
de la mañana de un sábado se toman su atole para iniciar la jornada
laboral. “Tepito, escucha, ésta es tu lucha”, proclaman algunos
manifestantes.
Ante la pregunta de ¿quién organizó esta marcha?, uno de los
integrantes del contingente, con la cara cubierta con un paliacate
comenta que “Los Yosoy 132 ya no representan esto. Somos más
independientes. Yo vine como refuerzo del Frente Oriente Pachuca, pero
hay de todo hoy aquí”.
A las 6.10 este grupo “de todo” llega a San Lázaro. Allí se
encuentran con los maestros de la Sección XXII de Oaxaca de varios
sectores que intentan ordenar sus contingentes para marchar hacia el
centro de la ciudad. El enorme muro en el que se podía leer “Felicita a
Enrique Peña Nieto, presidente electo” se cubre, en cuestión de
segundos, de grafitis con mensajes en contra de la imposición, “no me
representa”, “el pueblo no te quiere”, “¿qué harías si tu hija hubiera
sido violada en Atenco?”, “Pueblo Mexicano en pie de guerra”. Apenas
acaba de salir el sol cuando cae la primera valla del cerco de seguridad
de San Lázaro. Empieza la batalla campal: gas lacrimógeno, balas de
goma y heridos muy graves. Vuelan cócteles molotov y parte del
mobiliario urbano sirve para construir barricadas. Ni periodistas ni
manifestantes están suficientemente preparados para el momento de
represión. Pocos saben qué hacer para repeler los efectos del gas y
menos los trabajadores y transeúntes que salen del Metro San Lázaro. De
pronto, llega un camión de la basura, con 15 personas abordo -como si de
un épico Caballo de Troya se tratara- que entre gritos de euforia
colisiona contra el cerco de seguridad.
Sobre las 8.37 se anuncia que uno de los heridos graves podría haber
muerto; al cabo de unas horas comunican que está en coma. Llegan a la
zona, también dispersos, jóvenes integrantes de Yosoy 132. “Esperábamos
encontrar a gente conocida”, dicen. Y se muestran totalmente en contra
de la destrucción del mobiliario urbano que llevan a cabo grupos de
gente con el rostro cubierto.
Muchos maestros se la Sección XXII de Oaxaca y de otros estados
siguen fuera de San Lázaro esperando marchar: “Nosotros venimos desde el
estado de Michoacán. Somos maestros democráticos, pertenecemos al
Comité nacional democrático del SNTE. Estamos aquí porque somos parte de
la Convención Nacional Contra la Imposición realizada en Atenco el
pasado mes de julio y entre los acuerdos salió hacer una manifestación
pacífica aquí a las afueras de San Lázaro”.
A las 10:35 se anuncia un “repliegue táctico”. Resuenan órdenes de
carácter militar entre los manifestantes que monopolizan el único
micrófono disponible. Los maestros de la Sección XXII dejan San Lázaro y
marchan rumbo al centro de la ciudad. Entre los preguntados, nadie sabe
nada de quién es el nuevo Ejercito Popular llamado “Magonista de
Liberación Nacional” que lanzó su primer comunicado el pasado 30 de
noviembre y en el que hablaban del “derecho a rebelión”.
A las 13.09 acaba el discurso de Peña Nieto en el Palacio Nacional
mientras alguien escribe “La revolución calienta nuestros corazones” en
el suelo de la entrada al Palacio de Bellas Artes. La imposición se
consumó y EPN anunció sus 13 metas y 5 ejes. El primero, “un México en
Paz y con Justicia” que contrasta con la violencia represiva del día.
El 1 de diciembre empezó el primer capítulo de una nueva telenovela
con Peña Nieto como Presidente mientras en el mundo real el día acaba
con un comunicado de “Artistas Aliados Yosoy132” sobre la “Operación
#1Dmx” en la que aseguran respetar las distintas formas de lucha de
ciertas organizaciones que han planteado la acción directa como acción
política añadiendo que “los integrantes de #YoSoy132 el día de hoy,
actuamos de una manera absolutamente pacífica”.
La crónica de un México que no tiene presidente no se acaba después
de 20 horas. El 1 de diciembre se escribió tan sólo el primer párrafo de
una larga crónica en contra de la imposición que no ha hecho más que
comenzar.
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