viernes, 30 de noviembre de 2018

“Muchas de las características que nos hacen humanos se deben al hecho de que somos migrantes”


<p>Telmo Pievani</p>
Telmo Pievani
Cirone-Musi
Telmo Pievani, filósofo de la ciencia, divulgador y experto en evolucionismo estuvo hace poco en España impartiendo una conferencia en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid, durante la Semana de la ciencia. La charla tenía como título Homo sapiens, la especie niña porque “hasta hace muy poco, compartíamos el planeta con al menos otras tres especies humanas diferentes de nosotros”.

Como nuestros antepasados, seguimos siendo migrantes solo que hoy esos desplazamientos son intencionales y mucho más rápidos. La geografía sigue siendo esencialmente la misma. Las principales migraciones paleolíticas comenzaron desde África subsahariana, cruzaron el Sáhara y luego regresaron al Mediterráneo y al Medio Oriente y finalmente a Asia y Europa, lo cual no es muy diferente de lo que pasa hoy. 

“Homo sapiens, la especie niña” revela los descubrimientos más recientes en el campo de la evolución humana. ¿Todavía hoy se descubren cosas nuevas sobre nuestra historia?
La paleoantropología es una de las disciplinas que más se actualiza. Por eso, como filósofo de la ciencia,  me apasiona. Los manuales que se usaban en la universidad hace diez años, incluso cinco, deberían volverse a escribir de cabo a rabo. En los últimos cinco o seis años hemos descubierto tres o cuatro nuevas especies humanas. Todo el modelo de referencia ha cambiado. Los nuevos datos moleculares llegan a alcanzar más de cien mil años y la antropología molecular está ahora estrechamente relacionada con la paleontología. Es un campo que ha cambiado por completo. Mi papel como filósofo de la ciencia y evolucionista es tratar de comprender lo que está sucediendo y, sobre todo, reunir diferentes lenguajes. La evolución humana se reconstruye a través de científicos que tratan con fósiles, biólogos moleculares, bioinformáticos, arqueólogos, biogeógrafos y climatólogos, disciplinas muy diferentes entre sí. Así que necesitamos modelos que puedan juntar datos diferentes.

¿Por qué eligió hablar  de una ‘especie niña’ para esta conferencia?
Me pidieron que eligiera la infancia como tema porque este año la Semana de la Ciencia de Madrid tiene como tema principal la infancia. En términos evolutivos, esto da mucho juego porque la especie Homo sapiens es una especie infantil tanto desde el punto de vista evolutivo, filogenético, como desde el punto de vista del proceso de desarrollo. Somos una especie muy joven, la última rama de un arbusto complicado de formas que se han ramificado hace muy poco tiempo. Hasta hace muy poco, compartíamos el planeta con al menos otras tres especies humanas diferentes de nosotros, y esta es una de las grandes noticias que ha transformado la paleoantropología en los últimos años.

También somos una especie infantil desde el punto de vista del proceso de desarrollo ontogenético. Una de las características clave que separó el género Homo del resto de los homínidos fue esta mayor desaceleración del proceso de crecimiento, que se denomina neotenia, por lo que las formas adultas tienden a mantener características cada vez más juveniles, y esto ha sido nuestro gran secreto, muy exitoso para nosotros. Así que somos, de entre todos, el mono que se queda más tiempo en el período de la infancia y la adolescencia. Es una adaptación muy costosa porque implica que tienes cachorros frágiles y totalmente dependientes de sus padres durante mucho tiempo. Al mismo tiempo, nos da ventajas importantes, como la evolución cultural, la apreciación, el juego.

Una de las cosas quizás más fascinantes en la historia de la humanidad es la enorme importancia que ha tenido la migración. La pregunta es: ¿puede la historia de nuestra especie enseñarnos algo sobre el gran fenómeno de las migraciones actuales, un tema de gran relevancia?
Las migraciones, en el pasado, fueron subestimadas en el contexto de la evolución humana. Esta evolución se ha estudiado solo desde un punto de vista genealógico. Pero habíamos subestimado el otro lado de la evolución: el geográfico. La evolución tiene lugar no solo en el tiempo, sino también en el espacio.

El hecho de que hasta hace cincuenta milenios (anteayer, desde un punto de vista evolutivo, incluso más en términos geológicos), el Homo sapiens compartiera la tierra con otras especies humanas, solo puede explicarse por las migraciones. En los últimos años hemos entendido que el Homo sapiens fue la última ola de migración fuera de África, precedida por oleadas anteriores, al menos dos, hace unos dos millones de años, y la otra hace unos 800.000 años (con el Homo heidelbergensis muy importante también en los sitios arqueológicos españoles), y la última, la migración de Sapiens fuera de África. Cuando el Homo sapiens sale de África encuentra a los descendientes de aquellos que habían emigrado en oleadas anteriores.Somos migrantes desde hace dos millones de años. La migración es, por lo tanto, una característica del género Homo. La razón de esto es difícil de reconstruir. Tal vez porque el género Homo tuvo que adaptarse a un clima muy inestable. A partir del Pleistoceno comienzan las fases de las oscilaciones climáticas y todo cambia muy rápidamente: las bandas de vegetación se mueven, el desierto se ensancha, los recursos se mueven. Y sabemos que en los mamíferos (y no solo) el movimiento es una estrategia adaptativa en un contexto inestable. De la migración hemos aprendido adaptabilidad y flexibilidad. Muchas de las características que nos hacen humanos son hijas del hecho de que somos migrantes.

El Homo sapiens es el que más ha migrado y ha hecho de la migración su estrategia. Y, por lo tanto, también de invadir los nichos ecológicos ya ocupados por otras especies humanas.

El vínculo con la inmigración de hoy está ahí, pero debe ser correctamente contextualizado. Las migraciones de hoy son diferentes de las paleolíticas: son intencionales, mucho más rápidas, pero hay algo en común. La geografía, por ejemplo, es esencialmente la misma. Las principales migraciones antiguas, paleolíticas, todas empezaron desde el África subsahariana, cruzaron el Sáhara y luego regresaron al Mediterráneo y al Medio Oriente y finalmente a Asia y Europa, lo cual no es muy diferente de lo que pasa hoy. Y el otro rasgo común, profundo, es el clima. El clima siempre está ahí como elemento fundamental. Tanto para los prehistóricos como para los de hoy. Según datos de las Naciones Unidas, casi el 80% de las personas que se ven obligadas a migrar lo hacen por el cambio climático. Obviamente, la gran diferencia es que hoy en día estos cambios climáticos son inducidos por nuestra especie.

En los últimos años ha habido una enorme progreso en el estudio de la historia de la humanidad. Sin embargo, también hay una oposición constante al evolucionismo, un intento de cuestionar, sin base científica,  la evolución de las especies. Esto no sucede con otras teorías científicas, como las de la física. ¿Por qué esta furia contra la teoría de la evolución?
Los negacionismos más importantes de hoy no tienen que ver con la astrofísica o la física, y esto es extraño. Descubrir que vivimos en el tercer planeta de cualquier sistema solar, en el borde de cualquier galaxia, rodeado de miles de planetas solares adicionales que podrían albergar vida, debería hacernos sentir  desorientación, soledad, hacer que reflexionemos sobre que no somos el centro del universo. En cambio, la teoría de la evolución continúa provocando estas oposiciones.

El otro campo en el que los negacionistas son fuertes es el del cambio climático. En ese caso, probablemente el elemento fundamental es que el reconocimiento de este impacto de origen antrópico nos empuja a cambiar el modelo de vida, a cambiar los modelos de desarrollo, y esto nos molesta.
Respecto a la evolución, en mi opinión hay oposiciones religiosas, pero no son suficientes para explicar tal oposición. Por ejemplo, en el mundo católico ha habido una gran evolución en las posiciones, lo que no sucede en el mundo musulmán. En mi opinión, el aspecto religioso no es el único.

Tenemos una mente teleológica, reconstruimos los eventos de manera lineal, de manera ordenada y finalista. La evolución, sin embargo, te explica que una serie de factores como variaciones aleatorias, presiones selectivas ecológicas contingentes, cambios ambientales contingentes, giros aleatorios, adaptaciones a contextos más diversos, producen una biodiversidad maravillosa en la tierra, incluidos nosotros mismos. Así que hay un problema cognitivo. Darwin ya había dicho que para que la gente acepte nuestra teoría harán falta generaciones. Después de un siglo y medio, muchos todavía no aceptan esta realidad, porque ya no es una teoría, es una realidad.

¿Lo es?
Una teoría científica corroborada y consolidada no es una opinión, se convierte en una idea consolidada. Pero esto es muy difícil de hacer entender al público. El consenso científico es la situación en la que, después de generaciones de trabajo, los investigadores tienen una idea consolidada para explicar un cierto tipo de fenómenos. Luego, esta explicación consolidada y corroborada podrá integrarse, revisarse y actualizarse en el futuro. La ciencia nunca es estática, siempre tiene un proceso de revisión. Pero esto no significa que no esté fuertemente consolidada y corroborada por datos convergentes. Por lo tanto, que las vacunas no producen autismo no es una opinión, sino un hecho consolidado por una serie de datos objetivos, como se dice en la ciencia, más allá de toda duda razonable.

El problema es que a veces en los medios se producen debates  científicos y no científicos, como si estuvieran en el mismo nivel.
Ese es un error muy serio. Los medios tienen ante sí una una audiencia de no expertos, y si enfrentan dos voces que no están en el mismo nivel, porque una es competente en el tema y otra no, al final consiguen que el público ponga todo al mismo nivel. Si un programa de entrevistas, por ejemplo, está preparado de esa manera, incluso antes de empezar, ya ha producido desinformación.

Antes hablamos de migraciones. Pero otro tema importante es nuestra relación con el medioambiente, que condiciona de manera clara la evolución de la especie. Cuando se producen cambios ambientales muy marcados y rápidos, la evolución puede interrumpirse, incluso puede haber una extinción. La pregunta es: ¿la especie humana, con sus acciones, está poniendo en peligro su existencia y la de otras especies? ¿Ha sucedido alguna vez algo semejante?
No, no había sucedido antes. El Homo sapiens puede convertirse, si continúa así, en la primera especie en auto-amenazarse ella sola. La evolución tomada en general es siempre un equilibrio entre un impulso desde abajo, que es el de la diversidad genética y la capacidad de reproducirse, y el contexto ambiental. Todas las dinámicas evolutivas se sitúan dentro de esa lógica.

Si una especie está acostumbrada a vivir en su nicho ecológico y su nicho se perturba demasiado rápido, no tiene tiempo para reaccionar ante esta perturbación. Lo que, sin embargo, ya le ha ocurrido a esas especies humanas de las que hablamos antes y que se han extinguido. A veces, por suerte, raramente, este cambio tiene lugar a escala global. En ese punto el juego evolutivo salta.

Lo paradójico hoy es que, según los datos publicados en las revistas científicas más importantes del mundo, las actividades humanas están reduciendo la biodiversidad hasta tal punto que ya hemos eliminado casi el 30% de las especies existentes en la Tierra. Esto nunca había sucedido en la evolución. Esta es, por lo tanto, la sexta extinción en masa, y se está produciendo a una velocidad nunca antes vista. Antes, las extinciones ocurrían durante milenios, ahora tienen lugar a lo largo de siglos o incluso décadas.

Lo absurdo es que nosotros estamos creando esa extinción y somos nosotros los que sufriremos el peor daño. Los ecosistemas serán cada vez más pobres, tendremos efectos en el ciclo del agua, en la fertilidad del suelo, en la polinización. Los insectos polinizadores se están reduciendo cada vez más, y esto tendrá repercusiones importantes en los cultivos.

¿Puede sugerir un recorrido por los yacimientos prehistóricos en España?
Hay tantos que hay muchas opciones para elegir. Atapuerca, cerca de Burgos, es un santuario; se pueden ver todas las estratificaciones de la población de la Península Ibérica en varias etapas y, por lo tanto, de Europa; es algo muy raro. Primero Homo antecesor, luego Homo heidelbergensis, Neandertal y luego Sapiens. El museo de la evolución humana en Burgos es el mejor del mundo en ese campo. Luego se puede hacer un recorrido por el área cántabra para visitar el arte rupestre del Homo sapiens, que puede que también sea Neandertal…, habrá que ver los resultados de los nuevos estudios. Y luego concluiría con Gibraltar porque ahora estamos seguros de que fue el último lugar donde sobrevivieron los últimos Neandertales.

Entonces  Gibraltar fue el último reducto de la última especie humana, no Sapiens, uno de nuestros primos y,  desde ese momento hemos sido los únicos humanos en la Tierra.
Cuando se extinguieron en toda Europa, una pequeña población de neandertales, algunos clanes familiares, permanecieron en Gibraltar en esas hermosas cuevas orientadas hacia el sur. Y allí, probablemente, sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo en el resto de Europa y España, cazando moluscos y focas, sobrevivieron durante unos pocos miles de años más. Y luego, no se sabe por qué, no se movieron de allí, siempre me pregunto por qué no cruzaron al otro lado (a África ndt).
Así que sí, Gibraltar fue el último reducto de especie humana no Sapiens, Eso sucedió hace entre 38 y 40 milenios. Así que, hasta hace cincuenta milenios en España había otra especie humana que se movía y vivía, que no éramos nosotros, inteligentes como nosotros, pero a su manera, y esto siempre es algo muy importante para recordar porque la evolución es diversidad.

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