viernes, 19 de enero de 2018

El problema de Molyneux


Rembrandt: La ronda de noche (detalle)
 ....
   A lo largo del siglo XVII se suscitó un encendido debate sobre si la visión era algo "natural", o innato, o si debía aprenderse a ver a través de la experiencia. En 1688 William Molyneux, un irlandés miembro de la Royal Society, expuso la cuestión en una carta al filósofo inglés John Locke, formulando lo que se conoce hoy como el problema de Molyneux. Supongamos un hombre nacido ciego ha aprendido a distinguir una esfera y un cubo a través del sentido del tacto. Si recuperase de pronto la vista, ¿reconocería la esfera y el cubo sólo con la vista? ¿O ncesitaría tocar las dos formas para identificarlas, con el fin de armonizar su nueva percepción visiual con sus sensaciones táctiles habituales?
   La esposa de Molyneux se había quedado ciega a consecuencia de una enfermedad en el primer año de su matrimonio,y ése era el motivo de que él se hubiese interesado por tales cuestiones. Molyneux llegó a la conclusión de que ese hombre no reconocería las formas sólo por la vista; necesitaría utilizar su sentido del tacto para aprender por experiencia qué sensaciones visuales se conrrespondían con sus sensaciones táctiles habituales de redondez o cuadratura. Locke se mostró de acuerdo con la respuesta de Molyneux, argumentando que la percepción era una cuestión de costumbre adquirida y de acumulación de conocimientos. Sin una experiencia del pasado, sería incapaz de dar sentido a las manchas planas de color de nuestra retina; necesitamos un medio de "traducir" esas manchas en cuadros tidimensionales del mundo. George Berkeley coincidió  con esta idea, postulando en 1709 que un ciego que recuperase de pronto la vista, no sería capaz de discernir sólo con los ojos qué estaba "arriba o abajo, derecho o al revés". No existía ninguna conexión inevitable entre el mundo de la visión y el mundo del tacto; era necesaria la experiencia para establecer un vínculo entre ellos.
   La idea de que debemos aprender a ver logró apoyo empírico en 1728. El cirujano inglés William Cheselden había inventado un nuevo método para extraer de forma segura cataratas, que en algunos casos eran tan gruesas que causaban ceguera totoal o parcial. Cheselden operó a aun niño de trece años que había nacido ciego. Tras la operación, el muchacho pudo ver por primera vez. Cheselden explicaba que al chico le resultaban difíciles hasta las percepciones visuales más simples. Decía:

Cuando vio por primera vez, era tan incapaz de establecer juicios sobre las distancias que pensaba que todos los objetos, fuesen los que fuesen, le tocaban los ojos [...] no concocía la forma de nada, ni distinguía una cosa de otra, por muy diferentes de forma o magnitud que fuesen.

   El muchacho tuvo que aprender a dar sentido a la multiplicidad de impresiones que recibía a través de unos ojos que empezaban a funcionar. La experiencia que le hacía falta entrañaba tocar los objetos que era capaz de ver por primera vez, "sintiendo" sus características visuales para poder compararlas con sus propiedades táctiles.
  Al muchacho le resultó particularmente difícil entender que los cuadros representaban objetos en un espacio tridimensional. Según relataba Cheselden, el chico pensaba que los cuadros eran sólo superficies pintadas con formas y colores al azar. Una vez que comprendió que las superficies coloreadas eran pinturas, las tocó y se sintió más confuso aún por el uso de la perspectiva.

Esperaba que las imágenes fuesen igual que las cosas que representaban, y se quedó asombrado al descubrir que aquellas partes que por su luz y su sombra parecían ahora redondeadas e irregulares resultaban al tacto planas como el resto, y se preguntaba cuál era el sentido que mentía, el tacto o la vista.

    Tras la experiencia del tratamiento de este muchacho, Cheselden llegó a la conclusión de que aprendemos a ver interactuando con el mundo que nos rodea.... 


 El ojo del observador
Laura J. Snyder

No hay comentarios:

Publicar un comentario