viernes, 12 de enero de 2018

El ojo del observador

Cornelis de Man, Lección de anatomía de Cornelis´s Gravesande, 1681 .Leeuwenhoek está detrás del hombro izquierdo del anatomista, con la mano sobre el corazón  

La primera persona que describió una célula fue Robert Hooke. Consiguió hacer muchas cosas en sus sesenta y ocho años de vida, pero por nada de lo que hizo se le admiró tanto como por su popular libro Micrografía, publicado en 1665. Reveló a un público fascinado un universo de lo muy pequeño. Aunque los microscopios llevaban circulando por entonces una generación o así, lo que distinguió los de Hooke fue su superioridad técnica. Lograban ampliar los objetos treinta veces, lo que los convirtió en lo mejorcito de la tecnología óptica el siglo XVII.
   Sólo una década después, Hooke y el resto de los miembros de la Real Sociedad de Londres empezaron a recibir dibujos e informes, de un iletrado comerciante de paños de la ciudad holandesa de Delft, que conseguía ampliaciones de hasta 275 veces. El pañero se llamaba Antoni Leeuwenhoek. Aunque tenía escasos estudios oficiales y carecía de bagaje científico, era un observador sensible y fervoroso, así como un genio técnico.
   Aún no se sabe cómo consiguió unas ampliaciones tan magníficas con unos instrumentos manuales tan simples, que eran poco más que unas modestas espigas de madera, con una pequeña burbuja de cristal engastada en ellas, algo más parecido a una lupa que a lo que la mayoría de nosotros consideramos un microscopio. Leeuwenhoek hacía un nuevo instrumento para cada experimento que realizaba y era extremadamente reservado respecto a sus técnicas.
   A lo largo de un periodo de cincuenta años, hizo casi 200 informes para la Real Sociedad, todos escritos en holandés, la única lengua que él dominaba. No exponía ninguna interpretación, sólo los datos de lo que había encontrado acompañado de exquisitos dibujos. Envió informes de casi todo. Ninguna de aquellas cosas se había visto microscópicamente hasta entonces.
   Después de que informara de haber hallado "animáculos" en una muestra de infusión de pimienta negra en 1676, los miembros de la Real Sociedad pasaron un año buscando los "animalitos" hasta que consiguieron la ampliación correcta. Lo que Leeuwnhoek había encontrado eran los protozoos. El mundo estaba repleto de vida en cantidades y formas que nadie había sospechado hasta entonces...

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Microscopio de Leewnhoek


Bill Bryson

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