Fuente:http://blogs.elpais.com/3500-millones/2012/08/las-mujeres-de-amancio-ortega.html
Amancio Ortega está de enhorabuena: Ya es el tercer hombre más rico del mundo según Bloomberg. Su inmensa fortuna se ha forjado, en parte, gracias a las más de 5.527 tiendas que tiene abiertas por todo el mundo.
El empresario gallego siempre ha sido un
ejemplo a seguir como emprendedor, o eso dicen. Nos hablan de grandes
cifras y éxitos. Aplaudimos y admiramos. Pero no cuestionamos.
Son escasas las ocasiones en las que
trascienden noticias sobre las condiciones laborales de los talleres
textiles que fabrican para sus marcas en el extranjero. Y si llegan a
nuestros oídos no le damos una gran importancia. A penas pensamos cómo
ha sido posible que podamos comprar una camiseta por 5€ y la
multinacional siga obteniendo beneficios. Con esos 5€ de camiseta se
paga el sueldo de las dependientas, el de los transportistas y el del
las personas que han confeccionado la prenda de la nada. Y no olvidemos
que también hay que pagar el hilo, la luz, el agua, la gasolina y un sin
fin de gastos. Y aún así hay beneficios.
No hace falta explicar que la clave está
en la mano de obra barata. Desde la visión de un empresario, pagar
sueldos y comprar el material supone un gran gasto. Si quieres ganar más
hay que maximizar beneficios con el menor coste posible.
Se suele creer que las condiciones de
esclavitud laboral se dan en países extranjeros en vías de desarrollo.
Tal vez debamos repasar la historia de la construcción del imperio Zara.
Es poco conocido cómo un pequeño taller en el centro de La Coruña
consiguió expandirse por todo el mundo.
Yo soy hija, nieta y sobrina de mujeres
que cosieron durante los inicios de Zara. Mujeres que trabajaron desde
sus pequeñas aldeas día y noche con máquinas de coser rudimentarias
intentando levantar lo que se ha convertido en un imperio. Amancio
Ortega dio trabajo y dinero a muchas modistas gallegas. Pero, ¿a qué
precio?
He visto con mis propios ojos la
precariedad y la esclavitud que supone ese trabajo. Horas y horas
uniendo con hilo montañas de tela para conseguir un poco de dinero.
El trabajo de las modistas casi siempre
ha estado en la economía sumergida. Jamás se le ha dado el valor y
reconocimiento que merece. Zara no iba a ser menos.
Tenían talleres regularizados por
diferentes puntos de Galicia, por supuesto, pero las pequeñas aldeas son
otro mundo. Si no puedes vivir del campo la mejor opción dedicarte a la
costura.
El pequeño taller de mi casa cosió unos
doce años para Zara. Cinco mujeres a las que se les pagaba unas 150
pesetas por cada pantalón confeccionado. No estaban aseguradas, no había
contrato. Solo cosían y cobraban. Con el tiempo algunas mujeres fueron
regularizas pero otras no. Nadie se preocupaba de si eso era legal o no
porque era algo “habitual” en el mundo del textil.
Han pasado los años y la práctica sigue siendo similar. A mayor escala y en diferentes países. Más barato y mayores beneficios.
Nadie se hace multimillonario de forma honrada.
Felicidades a todas las costureras
gallegas que han trabajado durante años duramente. Esa medalla de bronce
también os corresponde a vosotras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario