El menosprecio por la vida humana de los guardias, las palizas mortales, las ejecuciones sumarias y la desesperación componen el cuadro dantesco de un verdadero infierno en la tierra
|
Francesc Boix |
Dentro de la lógica criminal del III Reich, Mauthausen no era
propiamente un campo de exterminio como Treblinka o Belzec y en parte
Auschwitz, pero significaba esclavitud y muerte para los que iban a
parar allí. Se aplicaba un terrible aniquilamiento por el trabajo,
trabajo extenuante, implacable, con los presos sometidos a un régimen de
hambre y privaciones de una crueldad inimaginable. El nombre
de Mauthausen va parejo al de otros campos de espantosa celebridad como
Dachau o Buchenwald. Allí, a ese agujero negro, verdadero vientre de la
bestia nazi, fueron a caer la mayoría de los republicanos españoles
capturados en Francia. Trasladados desde otros lugares, se les concentró
en Mauthausen a partir de agosto de 1940. Fueron unos 7.000,
considerados
por el régimen hitleriano apátridas enemigos del Reich no reeducables,
con la categoría de "Rotspanier", rojos españoles, identificados con el
triángulo azul y una S (de Spanier, español) y privados de todo derecho
jurídico.
En total 190.000 presos fueron deportados a Mauthausen, cerca de
Linz, a 170 kilómetros de Viena, y sus campos satélites, el peor de los
cuales era Gusen, donde la esperanza de vida se reducía a seis meses.
Más de la mitad de
los presos de Mauthausen murieron en el campo y el porcentaje entre los españoles
sube al 65 %. Quedaban 2.184 al liberar el campo en los primeros días
de mayo de 1945. De las condiciones del lugar dio fe el peso medio de
los presos tras ser liberados: 40 kilos. Este campo de concentración es
tristemente famoso por su cantera, Wienergraben, donde se trabajaba a
beneficio de las SS en un ambiente que habría hecho estremecerse a
Espartaco.
De Mauthausen
se conserva la memoria gracias, especialmente, a las imágenes del deportado Francesc Boix
que aprovechó que le incluyeron en el servicio fotográfico del campo
para esconder negativos que documentan aquel horror y a las victimas y
verdugos. Cualquiera que piense que aquello tiene algún paralelismo con
nuestra actualidad solo tiene que mirarlas un rato. El menosprecio por
la vida humana de los guardias, su brutalidad, las palizas mortales, las
ejecuciones sumarias, el trato vejatorio, el dolor y la desesperación
componen el cuadro dantesco de un verdadero infierno en la tierra, solo
redimido en parte por el valor, la resistencia y el compromiso de no
olvidar de algunos de los que sufrieron allí el peor de los destinos.
Fuente:
https://elpais.com/politica/2019/05/05/actualidad/1557064344_375039.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario