miércoles, 3 de octubre de 2018

La culpa


-¿Sabes que tu proceso va mal? -preguntó el sacerdote
-También a mí me lo parece -respondió K-. Me he esforzado todo lo posible, pero hasta ahora en vano.
Aunque es cierto que todavía no he termindo el escrito judicial.
-¿Cómo te imaginas el final? -preguntó el sacerdote.
-Al principio pensé que tenía que terminar bien -dijo K-, ahora dudo de ello algunas veces. No sé cómo terminará. ¿Lo sabes tú?
-No -dijo el sacerdote-, pero me temo que terminará mal. Se te considera culpable. Tu proceso no pasará probablemente de una instancia inferior. Tu culpabilidad se considera probada, al menos provisionalmente.
-Pero yo no soy culpable -dijo K-, se trata de un error. ¿Cómo puede ser un hombre culpable? Todos somos hombres, tanto el uno como el otro.
-Eso es cierto -dijo el sacerdote-, pero así acostumbran a hablar los culpables.
-¿Tienes tú también un prejuicio contra mí? -pregunto K.
-No tengo ningún prejuicio contra ti -respondió el sacerdote.
-Te lo agradezco -dijo K-, todos los demás que participan en el proceso tienen prejuicios contra mí. Se los inoculan también a los que permanecen ajenos al asunto. Mi posición es cada vez más difícil.
-Malinterpretas los hechos -dijo el sacerdote-, la setencia no se pronuncia de una vez, sino que el proceso se va convirtiendo paulatinamente en la sentencia.

(En: El proceso)
Franz Kafka

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