Eva Millet (Barcelona, 1968) analiza el fenómeno de los hiperpadres en su nuevo libro 'Hiperpaternidad' (Plataforma Actual). / CRISTINA CALDERER |
Hemos pasado de tener hijos mueble, a los que hacíamos poco caso, a tener hijos altar, a quienes veneramos. Una nueva generación de padres practica la hiperpaternidad, un modelo de crianza originario de EEUU, y propio de las clases medias y altas, que se caracteriza por la sobreprotección de unos hijos que se han convertido en el centro de las familias del siglo XXI. Así lo sostiene Eva Millet en su último libro, 'Hiperpaternidad', de Plataforma Editorial.
¿Por qué los padres de ahora somos más protectores?
Una de las razones es demográfica. Si sólo tenemos 1,3 niños de
promedio, este niño es el centro de atención y de la vida de sus padres.
Y no les estamos haciendo ningún favor. ¡Claro que son superespeciales!
Pero para ti, no para todo el mundo, y tienen que acostumbrarse a que
no son el centro del Universo. Las familias antes eran más extensas y
todos -abuelos, tíos, primos- participaban en tu educación. Ahora no, el
modelo está blindado y no aceptamos comentarios ni críticas de la
tribu. Además, tenemos a los hijos de mayores y importamos a la crianza
las herramientas del trabajo. Y también hay una competencia brutal entre
padres: los niños son ahora signo de estatus. Son una proyección de ti
mismo y sus metas son las tuyas. Todo tiene que ser perfecto: la casa,
el coche, los dientes y, también, el niño.
¿Cómo son los hiperpadres?
La hiperpaternidad se caracteriza por una atención excesiva a los niños
y una perpetua supervisión. Los padres resuelven sistemáticamente los
problemas a sus hijos y esto tiene consecuencias, porque los estás
haciendo menos autónomos. Otra característica es justificarlos
continuamente y estimularlos precozmente. Hay una tendencia a intentar
que los niños lo hagan todo lo antes posible para que sean superniños,
pero esto tiene dos derivadas. Estamos quitándoles a los niños lo más
importante de la infancia, que es el tiempo para jugar, y no tienen
tiempo para aburrirse, y del aburrimiento puede salir la creación. Está
bien que hagan alguna actividad pero como máximo deberían tener tres
tardes ocupadas, y ya me parece mucho.
"Estoy harta de hacer que la niñez de mi hijo sea mágica", decía la carta de una madre que se hizo viral.
Encontramos a padres inseguros porque hay sobreoferta de métodos y
experiencias que el niño tiene que vivir, y esto supone un estrés
añadido. Parece que no puedas quedarte en casa un fin de semana sin
hacer nada, y los niños a veces también lo piden. Están hartos de tanta
academia precoz y no debería ser así porque les matas las ganas de
aprender y la curiosidad.
¿Cómo podemos saber si nos hemos convertido en hiperpadres?
Hay dos señales. Una, si no eres capaz de observar a tu hijo sin
intervenir a la primera oportunidad. Y otra es cuando se habla en plural
de los hijos: "Hoy tenemos un examen", "Hemos aprobado", "Hemos
suspendido"...
Los hiperpadres también intervienen mucho en la escuela.
Está bien que los padres se impliquen en la escuela, que colaboren,
pero cada uno tiene que saber cuáles son sus límites. El problema es que
a menudo termina en enfrentamiento.
Elegir escuela provoca mucho estrés a los padres.
Y no debería ser así. Los niños deberían ir a la escuela del barrio.
Pero existe la idea de que tienen que ir a la escuela perfecta donde
hacen la última técnica pedagógica. Es un estrés. Los padres visitan 25
escuelas, hacen excels y luego no se fían de la escuela a la que lo acaban llevando.
¿Y qué niños estamos criando?
Estamos criando niños con una visión muy hinchada de sí mismos. Estamos criando niños L'Oréal:
"Porque yo lo valgo". Pero por otro lado son niños muy débiles que
nunca han aprendido a resolver sus problemas, porque nunca los has dado
la oportunidad ni las herramientas y ante un pequeño problema se
desmontan. Recuerdo el caso de una estudiante estadounidense en
Barcelona que se quedó atrapada en el ascensor y en vez de tocar la
alarma llamó a su madre a los Estados Unidos para que se lo resolviera.
Están acostumbrados a que los padres les digan qué tienen que hacer. Al
estar tan protegidos son inseguros y tienen muchos miedos: niños con
miedo a dormir con la luz apagada, de tirar de la cadena, de comer cosas
nuevas...
¿La crianza natural o maternidad intensiva puede ser un problema?
La maternidad se ha profesionalizado en el sentido de que hay mujeres que hacen de la maternidad su trabajo y se definen como full time mums. Se acaba enloqueciendo. El niño es tu referente pero tenemos que tener otras actividades en la vida.
¿Y cuál es el antídoto para revertir la hiperpaternidad?
El underparenting
o sana desatención de los hijos. Como padres nuestro trabajo es estar
pendientes de los hijos pero sin intervenir a la primera ni hacer un
drama. Si la niña está desganada no quiere decir que tenga anorexia, y
si un día no la dejan jugar al fútbol no es bullying.
Pongo el ejemplo de la mochila: cuando el niño sale de la escuela no le
tienes que llevar la mochila como si fueras su mayordomo. Si pesa,
sácale un par de libros. Lo tienes que hacer responsable de sus cosas. Y
también dejar de preguntarle todo: "Quieres dormir?", "¿Quieres
comer?", "Quieres un Dalsy?"... Hay esta idea de que la familia es una
institución democrática y no, la familia es una jerarquía: los padres
arriba y los niños abajo. Todos participamos pero no le puedes preguntar
a un niño de 3 años qué quiere para cenar.
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