En la península de Río de Oro, en el corazón del futuro Parque Nacional de Dakhla, en el lugar propuesto a la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, en zona inundable reconocida como sitio Ramsar debido a su extraordinaria riqueza natural, refugio de la muy amenazada gacela Mhorr, en el trópico de Cáncer pero también en medio de uno de los desiertos más extremos del planeta, a 30 kilómetros de la pobreza infinita de la antigua ciudad española de Villa Cisneros y a 500 de El Aaiún, en un territorio ocupado ilegalmente por Marruecos y que reclama la República Árabe Saharaui Democrática, muy cerca de zonas militarizadas con peligrosos campos minados, en ese lugar tan bello como duro acaban de levantar un campo de golf.
Locura en la arena
Nueve hoyos, tres millones de euros de inversión y 34 hectáreas de arenales que periódicamente se inundan con agua del cercano mar, en un espacio con vientos permanentes, implacables. Por supuesto, los promotores del Royal Golf Dakhla aseguran que se trata de un campo de golf ecológico.
Si ves el vídeo de la inauguración todavía te quedas más espantado. Un mundo solo de hombres con chaqueta, un puñado de europeos bien pagados apoyando el sinsentido, la ventolera y el polvo poniéndolo todo patas arriba, ondeando banderas marroquíes de conquista. Pero lo peor aún estaba por llegar.
Guetos para deportistas sin corazón
Lo peor me lo encontré unos pocos kilómetros más adelante, a la vuelta de una curva. Pensaba que era otro espejismo del desierto. Estaba atardeciendo y en medio de la laguna de la bahía del Río de Oro, esa tan protegida por las leyes internacionales, volaban alocados más de un centenar de velas de kite surf. ¡Más de un centenar!
Todos europeos, muchos jóvenes, pero también familias con niños. Tan felices como si estuvieran en Tarifa o Fuerteventura. Alojados en bungalows prefabricados hechos en madera nórdica y colocados al borde del mar, junto a una duna, se les veía felices. Musiquita, cervecitas, ostras y langostas baratas, vive la vida, disfruta del mar, el viento y las olas y no mires a los lados. Porque a los lados de ese sitio tan guay está el espacio natural machacado, un pueblo aniquilado, pobreza, basura, integrismo religioso, discriminación de la mujer, expolio de los recursos marinos, corrupción, violencia.
Pero a todos esos amantes del deporte, con sus buenas carreras y exquisita educación, lo que ocurra a los lados les importa un carajo. Son turistas. Solo se miran el ombligo. Vienen a descansar, a pasárselo en grande. Para muestra, este vídeo.
Turismo insostenible
Según la OMT, los principios que definen el turismo sostenible son:
- Los recursos naturales y culturales se conservan para su uso continuado en el futuro, al tiempo que reportan beneficios.
- El desarrollo turístico se planifica y gestiona de forma que no cause serios problemas ambientales o socioculturales.
- La calidad ambiental se mantiene y mejora.
- Se procura mantener un elevado nivel de satisfacción de los visitantes y el destino retiene su prestigio y potencial comercial.
- Los beneficios del turismo se reparten ampliamente entre toda la sociedad.
Todo lo que he visto en Río de Oro es exactamente lo contrario de ese turismo sustentable que los países supuestamente desarrollados deberíamos promover.
¿Y sabes cuál es lo más triste de todo? Que este turismo salvaje, sin corazón ni cabeza, tiene un inmenso éxito. La mayor parte de la gente paga por viajes baratos a donde sea con tal de pasárselo bien. Y lo demás, el sitio, la sociedad, la justicia, la ética, la moral o el respeto les importa una mierda.
Fuente: https://blogs.20minutos.es/cronicaverde/2017/10/29/construyen-un-campo-de-golf-en-las-arenas-del-desierto-del-sahara/
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