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Como las flores del higo florecen internamente, necesitan un proceso de polinización especial. No pueden depender de que el viento o las abejas les hagan llegar el polen, así que ahí es donde entran las avispas de los higos. El higo no podría sobrevivir sin que estos insectos transportaran su material genético, y las avispas no podrían vivir sin los higos, porque depositan sus larvas en el interior de la fruta. Esta relación se conoce como "simbiosis".
La avispa hembra se mete en el higo masculino —que, por cierto, no se come— para poner huevos. El higo macho tiene una forma especial para albergar en su interior los huevos de la avispa. Las alas y las antenas de la avispa hembra se rompen al introducirse en el higo; por lo tanto, una vez que entra, no tiene forma de salir. Lo que significa que les toca a las crías de avispa continuar con el ciclo sin fin. Las crías de avispa macho nacen sin alas, porque su única función es procrear con las crías de avispa hembra —con sus hermanas, técnicamente— y hacer un túnel para salir del higo. Las crías hembras son las que salen del higo y llevan consigo el polen.
Que nadie se preocupe, esto no significa que la textura crujiente del higo se deba a los cadáveres de avispa. Los higos producen una enzima llamada "ficina" que sirve para descomponer el cuerpo de la avispa y transformarlo en proteína, aunque no siempre descompone el exoesqueleto entero. Así que, sí, técnicamente, cuando comes higos estás comiendo avispas —o lo que una vez fueron avispas—, pero, si sirve de consuelo, estos insectos son increíblemente pequeños. Aunque puede que haya veganos que, precisamente por esta razón, decidan dejar de consumir esta fruta.
Fuente: http://www.huffingtonpost.es/2016/08/28/higos-contienen-avispas_n_11716420.html
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