La Guardia Civil registra domicilios y lugares de trabajo en Lloret de Mar (Girona) en el marco de la operación contra la red de blanqueo de capitales procedentes de Rusia EFE |
Roberto Saviano se ha ganado a pulso su fama de primer
experto mundial en la Mafia. Sus artículos, sus guiones para cine y para
series de televisión como Gomorra tienen una gran repercusión. De hecho se ha jugado la vida y se encuentra bajo una protección permanente.
En El País Semanal del pasado 27 de agosto leo una interesante
entrevista que le hace Daniel Verdú y en la que expresa sus dudas sobre
si su decisión hace diez años de denunciar a las mafias fue la más
conveniente para él, dadas las consecuencias que ha tenido para su vida
privada. En la citada entrevista no aparece ni la palabra España, ni hay
mención a la Costa Brava, ni a la trágica muerte del turista italiano
Niccolo Ciatti el 13 de agosto en Lloret de Mar a manos de tres jóvenes
chechenos –la prensa española decía rusos–. Al día siguiente me llega un
artículo suyo publicado el 23 de agosto en L`Expresso,
es decir con anterioridad a la publicación de la entrevista, pero sin
duda tiene que haber estado escrito después, en el que lanza unas
durísimas acusaciones contra la policía y el Gobierno español.
Dice Saviano que la familia de Niccolo se quejó de que
algunas personas grabaron con el móvil la agresión pero no le ayudaron
contra los agresores y hace algunas elucubraciones sobre las
transformaciones psicológicas que producen el uso de esos aparatos, para
lanzarse a una acusación en toda regla: "Un elemento casi ignorado del
todo, tanto en Italia como en España, es que la Costa Brava está
completamente controlada y monopolizada por estructuras mafiosas del
Este. Todo empieza en el Sur donde la Organizacija, que agrupa a las
organizaciones mafiosas de la antigua Unión Soviética, es el principal
empresario del mercado turístico de la zona".
La
mafia Chechena, la Obshina, señala el napolitano, se ha enriquecido con
el tráfico de heroína afgana. Desde finales de los noventa ese dinero lo
han invertido en la Costa Brava. "La Obshina es una de las
organizaciones más sangrientas del mundo. De ella salen los muy
violentos soldados que controlan el territorio". "Ni el Gobierno ni la
policía española están preparados para combatirla", –en todo el artículo
no aparecen las palabras Mossos, Generalitat o Cataluña– "pero cómo
puede ignorar el Gobierno que estas organizaciones criminales están
reciclando el dinero en restaurantes, hoteles, etc. y que monopolizan el
ocio nocturno de la Costa Brava. Todos los locales pagan a la mafia
chechena por trabajos de consultoría privada de seguridad o gestión de
aparcamientos".
"En el Sur manda más el Círculo de
los Hermanos de San Petersburgo, dirigido por Semion Moghilevic, que es
su ministro del Interior". Pero "España lo ignora o es cómplice (…) Los
chechenos que mataron a Niccolo tienen que ser investigados en
profundidad para saber para quién trabajan (…) ¿Por qué estaban allí?
Parecen tener un perfil de afiliados a la Obshina. La Costa Brava es su
colonia". "No se puede aceptar que fuera una pelea de borrachos (…) Lo
que hay tras la violencia es todo un territorio sin control".
En los años setenta alguna prensa sensacionalista inglesa llamaba a la
Costa del Sol la Costa del Crimen, en referencia a que era refugio de
criminales británicos, con consecuencias negativas para el turismo, en
momentos de crisis económica. Lo mismo le puede ocurrir a la Costa Brava
sino se toman medidas, en el caso de que las imputaciones tengan
fundamento. El artículo de Saviano podría perfectamente haber sido
publicado en el Mirror o en el Mail. Nos lo hubiéramos tomado a
beneficio de inventario. Pero L’Expresso es un semanario serio y Saviano
un respetado periodista de investigación que no puede ignorar el riesgo
profesional en que incurriría si las autoridades competentes desmienten
tajantemente sus acusaciones. Y confiemos en que la información fluya
en ambos sentidos puesto que si las denuncias son ciertas el problema
hay que resolverlo no solo a nivel local, sino también atacando a las
fuentes de financiación allí donde se encuentren.
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