lunes, 3 de agosto de 2015

Nuevos asesinatos en México

Nadia Vera, activista por los derechos humanos, una de las víctimas de la Narvarte

Foto propiedad de: @julioastillero
 La joven era amiga del fotoperiodista, quien salió de Veracruz debido a la amenazas contra su persona
Nadia Vera, egresada de la Universidad Veracruzana y activista de Yosoy 132 de Xalapa, es una de las cuatro mujeres asesinadas junto al fotoperiodista Rubén Espinosa el viernes por la noche al interior de un departamento de la colonia Narvarte en la Ciudad de Mexico.
El asesinato ha movilizado a los periodistas y ciudadanos a movilizarse para exigir justicia por la muerte del reportero y las cuatro mujeres que le acompañaban, dos de las cuales aún continúan en calidad de desconocidas.
La confirmación la ofreció Gabriel Soto de Artículo 19, quien asesora a la familia de la egresada de Antropología Social, originaria de Chiapas, detalla Plumas Libres.
Vera fue integrante de la Asamblea Estudiantil de Xalapa, además de ser una de las agredidas por los policías de la Secretaría de Seguridad Pública en Veracruz durante el desfile del 20 de noviembre de 2012, cuando protestaba en contra de las elecciones presidenciales, el PRI y por los periodistas asesinados en la entidad.
El diario muestra un video con su testimonio sobre los hechos de ese día:

Vera estaba organizando una muestra de video internacional llamada “Oftálmica” que tendría como sede la capital veracruzana, además de fungir como productora general del Festival Internacional Cuatro x Cuatro, que se define como arte escénico contemporáneo.
Amigos de Nadia Vera señalan que estaba de visita y dormía en el departamento donde ocurrió el quíntuple asesinato, además sería familiar de otra de las 3 mujeres asesinadas.


 

El fotógrafo Rubén Espinosa apenas usaba el celular, cambiaba de casas para dormir y nunca le contó su problema a sus padres

Uno de los primeros trabajos de Rubén Espinosa en Veracruz fue hacerle fotos a Javier Duarte. El entonces candidato del PRI a gobernador del Estado contrató en 2009 al joven fotoperiodista para aquella campaña electoral que ganó con holgura. Tenía 25 años. Pero pronto abandonó su puesto de fotógrafo de cámara para curtirse en el peligroso zafarrancho del periodismo local.

Espinosa se tuvo que ir de Xalapa, capital de Veracruz, seis años después, el pasado de junio. Sintió que su vida corría peligro. Unos desconocidos armados habían empezado a seguirlo. Hacían guardia en la puerta de su casa, le sacaban fotos, dijo que llegó a sentir su aliento a un palmo. Denunció las amenazas y apuntó directamente a aquel hombre que algún día fotografió, Javier Duarte. La salida iba a ser un paréntesis. Tenía pensado volver a Veracruz. Allí había dejado a su novia, a sus amigos, a su casa y con las prisas por ponerse a resguardo en el Distrito Federal, a su propio perro. Su cadáver apareció el viernes pasado con dos tiros en el pecho y uno en la cabeza junto con otras cuatro mujeres asesinadas, en un apartamento de la ciudad donde pensó que se podía salvar.

En la capital se sentía más protegido, menos vulnerable. Había regresado a casa de sus padres, en la Santa Fe, una colonia acomodada, y algunos amigos periodistas habían tejido una red de apoyo para arroparlo. “Siempre estaba muy nervioso, todos lo notábamos. No había bajado la guardia. Estaba tomando ayuda psicológica”, cuenta una amiga. “Seguía muy tenso y le costaba relajarse. Pensaba que todo el mundo le vigilaba. Él mismo llegó a pensar que estaba paranoico”. Espinosa había contactado con organizaciones de derechos humanos del DF y ya estaba en marcha una campaña de denuncia sobre la situación límite que sufre la prensa en Veracruz, donde han muerto 15 periodistas en los últimos cuatro años. Entendía que al hacerse visible, quedaría más blindado.

Ese permanente estado de alerta le había llevado a esconder ante su familia los motivos de su vuelta a casa. “Decía que solo se lo había contado a su hermana, pero que no quería que sus papás supiesen nada”. Rara vez dormía tres noches seguidas en la misma casa y apenas usaba en teléfono móvil. Según el relato de sus amigos, el jueves por la noche había ido a casa de una amiga de Veracruz, donde pasó la noche del jueves. Nadia Vera, miembro del movimiento estudiantil de Xalapa, fue una de las cinco víctimas. La investigación del homicidio por parte de la Fiscalía del DF está de momento envuelta en hermetismo.

Su entorno le recuerda como un chico tranquilo, enamorado de la fotografía y con una fuerte conciencia social. Le gustaban los legendarios grupos españoles de punk de los noventa. “Venía a veces con camisetas de La Polla Records, Eskorbuto, y así”.

Como fotoperiodista freelance Espinosa estaba especializado en la cobertura de movimientos sociales y protestas estudiantiles. Veracruz se convirtió en 2012 en uno de los focos más activos del movimiento universitario #YoSoy132. La figura del gobernador Duarte encarnó sus reclamaciones de más calidad democrática ante las elecciones federales de aquel año, que coincidieron además con el asesinato de la veterana periodista Regina Martínez, que investigaba las supuestas conexiones entre las mafias del narcotráfico y el poder político local.

“Rubén no cubría temas de seguridad o de crimen organizado, más allá de alguna nota de actualidad. Pero sí trabajaba en las protestas sociales. Además, desde los primeros asesinatos a compañeros participó activamente en las movilizaciones de periodistas para exigir justicia. Se había convertido en un fotógrafo incómodo para el gobierno. En los últimos tiempos no le dejaban entrar siquiera a los eventos institucionales”, explica Pedro Valtierra, director de la agencia mexicana de fotoperiodismo Cuartoscuro, una de las empresas con las que colaboraba Espinosa.

Trabajaba también para una agencia local veracruzana y para el semanario Proceso. Pero desde su regreso al DF, sus ingresos habían adelgazado. “Estaba angustiado por asuntos económicos. Con unos 5.000 pesos al mes no le alcanzaba. Quería volver a Xalapa pero a la vez estaba tanteado trabajos por aquí”, cuenta otro amigo fotógrafo. . “Era un técnicamente bueno, con mucho entusiasmo por los temas. La semana pasada llamó a la agencia para que le diéramos chamba. Habíamos quedado en vernos y cerrar los detalles. Estaba listo para empezar a trabajar”, añade Valtierra.

Hay una foto de Espinosa que su entorno señala como paradigmática. Es una portada de febrero de 2014 de la revista Proceso, caracterizada por su línea editorial contra el poder político mexicano. Aparece Javier Duarte en primera plana, de perfil, camisa blanca, gorra azul de policía. Mira a la cámara. Veracruz: estado sin ley era el título de aquella portada.

Fuente:  http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/03/actualidad/1438574539_930085.html?id_externo_rsoc=TW_CM

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