martes, 4 de agosto de 2015

El autoengaño


Jonathan Miller
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El autoengaño puede involucrar al propio cuerpo. El director de ópera, médico y ferviente antimonárquico Jonathan Miller habla de una ocasión en que, mirando desde lo alto de su gran nariz republicana a una multitud entusiasmada mientras la reina pasaba en su coche, descubrió que su propia mano había decidido saludar frenéticamente al real personaje, yendo en contra de su centro de mandos, que le ordenaba detenerse. Este "síndrome de la mano anárquica" sale también en la película ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú, y en algunos desdichados el apéndice errante roba comida del plato de sus vecinos o incluso intenta estrangular a su dueño.

   Algunas secciones del cerebro predicen los movimientos que estamos a punto de hacer mientras que otras interpretan dónde se encuentran nuestros brazos, piernas y otras partes del cuerpo en todo momento. Durante la mayor parte del tiempo, las primeras se adelantan y no somos conscientes de las segundas, pero a veces los extremos se confunden, y tenemos la molesta sensación de que los movimientos activos de un brazo o una pierna responden a un agente externo, y no interno. En los casos extremos la gente se imagina que tiene un miembro extra, o incluso que todo su cuerpo se ha duplicado par generar un "doppelgänger". Entre las personas que experimentaron estos últimos casos están Abraham Lincoln, convencido de haber entrevisto una imagen doble de sí mismo en un vaso, y Goethe, al que se le acercó su gemelo montado a caballo. A veces los duplicados se identifican con heraldos de la muerte que convencen al cuerpo para entrar en un reino extranjero, y cuando la sensación se disipa algunos llegan a afirmar que han vuelto de la tumba.

   Muchos creyentes no esperan a que la inspiración divina deje sentir su presencia a su antojo, usan un atajo. La absorción mental profunda puede convencer al cerebro de que un pensamiento interno tiene una fuente externa. Los sacerdotes de muchas religiones pasan horas a solas en la oscuridad o en silencio, y estas experiencias pueden activar la glándula pineal, situada en la base del cerebro, donde Descartes creía que estaba el alma. En cualquier caso, dicha estructura es la fuente de la melatonina, una sustancia química relacionada con el sueño y la vigilia. Quienes meditan pueden tener niveles más elevados que otras personas, con los consiguientes cambios en sus condiciones mentales


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Ciencia y creencia
Steve Jones

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