Un cerco policial a un café de la ciudad
de Sidney, en el que un hombre armado islámico retenía supuestamente a
rehenes, la noticia se ha utilizado para poner en marcha un operativo
policial, mientras los medios de comunicación occidentales informaron de
lo ocurrido culpabilizando a los musulmanes. Sin embargo, como suele
acaecer en los informaciones dadas por los medios de comunicación
burgueses, existen una serie de preguntas sin respuesta e
inconsistencias inexplicables en la historia del secuestro en el bar de
Sidney
Si bien las noticias sugieren que Man
Haron Monis es otro terrorista de estilo ISIS, que intentó cumplir su
destino mediante su participación en los ataques terroristas en
Occidente, hay una serie de puntos débiles que hacen flaquear la versión
oficial. Medios de comunicación occidentales informaron que, entre
otras peticiones absurdas, Monis solicitó poseer una bandera del grupo
terrorista ISIS mientras permanecía en la cafetería del distrito
financiero de Sydney.Pero el problema es que Monis es chiíta, no sunita,
que es la confesión del Islam de los miembros del ISIS.
Antes de que Monis se convirtiese en
secuestrador, el desempeñó el papel agente de propaganda contra el
gobierno de Irán, uno de los verdaderos objetivos de la OTAN y
Occidente. El sospechoso tenía concedido asilo político por el
gobierno australiano, fue entrevistado por la prensa australiana y fue
un falso clérigo chií pro-occidental condenando a Irán y Siria antes de
“convertirse” a sunita y apoyar al ISIS.
En una entrevista dada en el año 2001
por la cadena ABC de Australia, formando parte de una campaña de
propaganda anti-iraní en curso. El señaló que el gobierno de Teherán
quería hacerle silenciar, porque tenía información secreta sobre el
gobierno y sobre sus operaciones terroristas en la guerra y aseguró en
una carta enviada al Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi
Anan, su situación personal.
Él se consideraba un “liberal iraní”
huyendo del “régimen iraní” que tenía su familia como rehén y explicó su
admiración por la sociedad occidental, pero con los años, Monis habría
cambiado de parecer, desacreditando el sentimiento anti-guerra en
Australia, mediante el envío de cartas ofensivas a las familias de los
soldados caídos. El sospechoso del secuestro, había
estado durante mucho tiempo en el radar de la policía de Australia y fue
un frecuente delincuente conocido en el sistema judicial de Australia,
debido a su implicación en la muerte por una puñalada a su ex esposa
En el 2008, los líderes religiosos
chiítas en Australia habían pedido a los agentes de seguridad federal
australiana investigar a Monis y sus actividades. Los agentes federales
han sido instados por el líder chiíta del más alto nivel en el país,
Kamal Mousselmani, a investigar a un iraní que se erigía como un
prominente clérigo islámico.
Mousselmani dijo a un diario
australiano., que el misterioso clérigo fue identificado como el ayatolá
Boroujerdi Manteghi, en su página web después de aparecer bajo el
nombre Sheik Haron, el cual no era un verdadero líder espiritual chií.
Él dijo que no había ayatolás en
Australia y ninguno de sus compañeros líderes espirituales, sabía quién
era el ayatolá Boroujerdi o Sheik Haron, el jeque dijo que no lo
conocían y no tenían nada que ver con él e instó a la policía federal de
investigar quién era.
Pero fue la propia prensa australiana la
que le presentó públicamente como “ayatolá” y el gobierno australiano
le concedió asilo político.Entonces es muy sospechoso que ahora tanto
los medios de comunicación australianos y el gobierno australiano, no
tenía conocimiento de quién era ni de dónde venía.
En cualquier caso, lo único que podemos
saber con absoluta certeza es que el secuestro de Sydney, será utilizado
como propaganda, para provocar el máximo efecto en todos los gobiernos
occidentales y de la OTAN, para provocar más guerras en el exterior y un
mayor estado policial en su casa.
El primer ministro, Tony Abbott, convocó
dos reuniones del Comité de Seguridad Nacional y dio dos discursos
televisados a nivel nacional. Mientras que el público fue bombardeado
con sustos terroristas, el gobierno australiano emitió un decálogo
económico, recortando aún más el gasto social y el empleo para imponer
una mayor carga de la crisis económica. El verdadero objetivo es la
desafección política y social en la clase obrera y crear los
preparativos para las guerras que se avecinan.
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