Nuevas tumbas cavadas esta semana en el cementerio de Freetown, en Liberia, donde la epidemia sigue a pesar del olvido mundial. / Baz Ratner (REUTERS)
La ciencia aún no sabe porqué el actual brote de ébola es tan duradero y mortífero. Quizá la explicación no esté en la medicina, si no en la economía. Un análisis de las políticas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los países más afectados muestra que sus sistemas nacionales de salud venían siendo debilitados desde hace años, abonando el camino a la epidemia.
Más del 99% de los afectados de ébola (18.603, según las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud, OMS) y los 6.015 fallecidos son de Guinea, Sierra Leona y Liberia. Los dos primeros países llevan una veintena de años bajo un programa de ayudas del FMI. En el caso liberiano, la financiación empezó más recientemente, en 2008. Pero el apoyo del Fondo siempre tiene un precio, generalmente en forma de recortes del gasto público. ¿Cómo han afectado las políticas de austeridad a los sistemas nacionales de salud de estos tres países?
Esa es la pregunta que querían responder un grupo de expertos de las universidades británicas más prestigiosas. Para ello, analizaron las políticas del FMI aplicadas en la zona desde mediados de los noventa. Los préstamos para que los estados tuvieran liquidez iban acompañados de una serie de condiciones sobre los límites de gasto o el adelgazamiento del sector público.
"Aunque las causas inmediatas del brote son epidemiológicas, necesitamos tener en cuenta el contexto más general en el que la enfermedad se ha expandido", explica a EL PAÍS el sociólogo de la Universidad de Cambridge y coautor del trabajo, Alexander Kentikelenis. "¿Por qué algunos países africanos contuvieron la epidemia muy pronto mientras que tres de los países más pobres, Guinea, Sierra Leona y Liberia, están teniendo brotes tan prolongados y mortíferos?", se pregunta Kentikelenis.
Para el sociólogo, hay que recurrir a factores económicos más generales para observar que los sistemas de salud de las tres naciones no llegaron a desarrollarse para poder contener la enfermedad. "En concreto, el FMI constantemente les exigió a los tres países la imposición de amplios recortes presupuestarios o el despido de trabajadores del sector público. Estas políticas han tenido un impacto devastador en el desarrollo del sistema de salud. Más allá de la lucha contra el actual brote, la inversión en un sistema de salud eficiente es la mejor estrategia para ayudar a los países a lidiar con crisis sanitarias como la del ébola", sostiene.
El trabajo, publicado en la revista Lancet Global Health, ha encontrado varias causas que han socavado la infraestructura sanitaria, abonando el camino a la expansión de la enfermedad. Por un lado, el FMI les impuso una serie de reformas económicas que drenaron la capacidad financiera de los países más afectados. A cambio de liquidez, la prioridad era dedicar ese dinero a pagar la deuda exterior del estado y proveer las arcas de divisas.
"Estas políticas han sido extremadamente estrictas, absorbiendo fondos que podrían haber sido dirigidas a afrontar los retos sanitarios", escriben los expertos. Aunque el FMI suavizó sus exigencias con un programa paralelo de ayudas para la inversión social y reducir la pobreza más extrema, la mayor parte de las partidas no se han aplicado. Según la documentación del FMI que han estudiado de los llamados gastos prioritarios, de la treintena de objetivos de mejora social ideados, apenas un tercio han sido implementados.
"En 2013, justo antes del brote de ébola, los tres países habían cumplido con las directrices económicas del FMI, pero ninguno había logrado elevar el gasto social a pesar de que la situación sanitaria era apremiante", explica el también profesor de Cambridge, Lawrence King.
Otra de las medidas que ha acabado por dejar indefensas a estas sociedades ante un ataque como el del ébola, ha sido la limitación del presupuesto público y el adelgazamiento del sector público para cumplir con el techo de gasto exigido por el FMI. Estas políticas no solo han provocado que los tres países no pudieran contratar a personal médico y desplegar una adecuada infraestructura de centros sanitarios, sino que las tres naciones han visto como muchos de sus médicos se han tenido que ir de sus países justo antes de que el ébola los golpeara.
Por ejemplo, en Sierra Leona, el país más afectado, los trabajadores del sector sanitario pasaron de 0,11 por cada 1.000 habitantes en 2004 a apenas un 0,2 por 1.000 solo cuatro años después, según datos de la OMS. Antes, a mediados de los 90, ya el FMI impuso a las autoridades de ese país una reducción del empleo público del 28% y los límites al gasto en salarios públicos se alargaron hasta la década pasada.
Sin embargo, hace dos meses, en pleno apogeo de la crisis, el FMI se comprometió a destinar 350 millones de euros para luchar contra la epidemia en África occidental y su directora, Christine Lagarde, afirmó que era bueno "aumentar el déficit fiscal cuando de lo que se trata es de curar a la gente... El FMI no dice esto muy a menudo".
Para Kentikelenis, "el reciente cambio de criterio del FMI en la priorización de la salud pública sobre la disciplina fiscal es bienvenido, pero no sería la primera que oímos esa retórica de la dirección del FMI. Queda por ver si esta vez será diferente".
Fuente: http://elpais.com/elpais/2014/12/22/ciencia/1419229469_549752.html
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