| Soldados israelíes durante una de sus incursiones en la zona. | 
El mundo supo en 
1986 que Israel llevaba dos décadas fabricando bombas atómicas en el 
desierto de Neguev. Durante aquellos 20 años, el país se había 
enfrascado en una carrera armamentística imparable, con EEUU como 
principal cliente, que le convirtió en una de las primeras potencias 
bélicas del mundo y que aún hoy continúa: el presupuesto oficial de Israel en Defensa fue de 11.214 millones de euros en 2013, que se sumaron a los más de 2.000 millones que aporta EEUU cada año y que en su mayoría tienen fines militares.
Durante la última 
operación de bombardeo contra Gaza, Margen Protector, la empresa estatal
 –en proceso de privatización– Israel Military Industries (IMI) ha 
funcionado en Nazaret las 24 horas del día, con turnos organizados de 
trabajadores, para asegurar así la munición y otros componentes bélicos 
al ejército.
Sin embargo, no es la venta directa al ejército el mayor negocio de esta industria, tal y como contaba un reportaje publicado en el periódico israelí Haaretz hace
 unos días. Toda la tecnología desarrollada por el IMI, que incluye 
bombas “super-inteligentes” y otros sofisticados dispositivos, se prueba
 en cada una de las operaciones contra la Franja de Gaza, que se 
transforma así en un campo de prácticas y en un auténtico escaparate. 
Las empresas de armas israelíes ven las agresiones a los palestinos como
 una pieza clave para el marketing. No en vano, la etiqueta “probado en 
combate” se considera una ventaja competitiva en el sector.
Un ejemplo es la 
empresa Meprolight que, pese a que venden la mayoría de su producción a 
otros países, considera al ejército israelí su mejor cliente. Así lo 
explica Eli Gold, CEO de la empresa, en declaraciones recogidas por Haaretz:
 “Después de cada campaña como la que se está desarrollando en Gaza en 
estos momentos, vemos un incremento de clientes en el extranjero”. 
Durante y después de las operaciones, son muchas las delegaciones de 
otros países que se acercan a Israel a interesarse por su tecnología 
militar.
Otra declaración 
interesante es la de Amir Rapaport, editor de Israel Defense y veterano 
periodista de temas militares: “Desde el punto de vista del negocio, la 
operación fue algo excepcional para la industria de Defensa. Hay dos 
razones principales. En primer lugar, el conjunto de recortes 
presupuestarios y cancelaciones de proyectos se han levantado. Pienso 
que después de la operación, el presupuesto de Defensa en Israel se 
incrementará y los proyectos que estaban congelados se retomarán. En 
segundo lugar, durante las semanas de guerra, se introdujeron nuevos 
productos en el uso del ejército. La guerra es una oportunidad para 
acabar con la burocracia. Los sistemas de armas que han estado mucho 
tiempo bajo desarrollo de pronto se vuelven operacionales durante el 
transcurso de la lucha”.
De hecho, en la 
operación Margen Protector se han estrenado varios sistemas de armas y 
tecnologías que llevaban en desarrollo desde 2006. También habrá que 
reponer el inventario gastado, perdido o inutilizado durante la misma. Y
 la máquina no se detiene, previendo la siguiente agresión: cada 
intervención militar da pie a nuevas exigencias, nuevos proyectos y 
nuevas oportunidades de negocio. Así se lo explica el general Danny 
Yatom al periodista de Haaretz: “En esta guerra hemos visto que
 el ejército tiene nuevas necesidades, especialmente en lo que respecta a
 los túneles. En mi opinión, habrá ahora un proceso acelerado para 
ellos. Hay iniciativa económica tanto para los desarrolladores como para
 los fabricantes”.
 
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