Cuando se escriba la historia de lo que está ocurriendo en Ucrania,
espero que se documente claramente la enorme manipulación que los medios
de mayor difusión en España están realizando sobre lo que está
ocurriendo ahora en aquel país. La versión oficial, sin ninguna voz
alternativa que la desmienta, es que la población en Ucrania desea la
libertad, lo que significa integrarse en la Unión Europea, frente a unas
fuerzas pro rusas que están lideradas y manipuladas por el dirigente
ruso Vladímir Putin, que desea la escisión de las partes del este y del
sur de Ucrania y su integración en Rusia. La guerra que estamos viendo
en aquel país se está llevando a cabo también a nivel mediático,
ocultando hechos, exagerando otros y mintiendo a mansalva.
A los que sean escépticos respecto a la credibilidad de los medios
les aconsejo que, además de leer mis artículos (“Lo que no se está
diciendo sobre Ucrania”, Público, 18.03.14; “Lo que no se está diciendo
sobre Ucrania. Parte II”, Público, 31.03.14; “Las falsedades de los
mayores medios españoles en su cobertura de Ucrania”, Público,
24.04.14), lean la entrevista a Volodymyr Ishchenko (a partir de ahora
VI), director de la revista de izquierdas ucraniana Spilne, publicada en
el último número (nº 87) de New Left Review (pp. 7-33). La Ucrania que
este autor, sociólogo de formación, describe y la que usted conoce a
través de los rotativos de mayor difusión no se parecen en nada. Está
claro que una de las versiones de Ucrania –la de VI o la de los medios
españoles de mayor difusión– no responde a la realidad. La evidencia,
fácilmente contrastable, señala claramente que son los mayores medios de
información los que han falsificado la situación.
VI indica que Putin es un oligarca ruso carente de sensibilidad
democrática. Hasta aquí nada nuevo. Ahora bien, la gran diferencia es
que la evidencia existente, mostrada por VI, no avala la postura
promovida por los medios de información de que Putin desea integrar a
Rusia las partes sur y este de Ucrania. Como VI indica, tal integración
le supondría un enorme coste económico a Rusia, y lo que es igualmente
importante, no tendría ni las garantías ni la seguridad de que pudiera
controlar al movimiento pro ruso que ya existe en estas partes de
Ucrania. En realidad, estos movimientos pro rusos están muy inspirados
por la experiencia ocurrida en Ucrania durante la II Guerra Mundial. Su
memoria y punto de referencia histórico es más la Unión Soviética que
Rusia. La memoria histórica viva en esas partes de Ucrania es la que
recuerda la lucha de las clases populares, como parte de la Unión
Soviética, contra el nazismo, incluyendo el fascismo ucraniano, cuyos
herederos están hoy muy bien representadas en el gobierno ucraniano,
controlando puestos estratégicos, tanto en el gobierno actual de Ucrania
como en el movimiento nacionalista ucraniano y en el movimiento Maidán,
que desean hoy la integración de Ucrania en la Unión Europea.
VI señala que los símbolos y la narrativa de la mayoría de
movimientos pro rusos del sureste de Ucrania son los del lado soviético
durante la II Guerra Mundial. De ahí que VI subraye que lo último que
desea Putin es, precisamente, recuperar el proyecto soviético en Rusia.
Es más, la notable simpatía que estos movimientos están generando en
Rusia está poniendo a Putin en una situación muy incómoda. Putin pagaría
un coste político elevado si se presentara como anti movimiento pro
ruso en Ucrania (que tiene un importante componente pro soviético). Este
movimiento originalmente no era secesionista, pero se está
transformando en tal, en respuesta a la postura anti rusa del
nacionalismo ucraniano, que ha ido adquiriendo un tono fascista más y
más acentuado, con actitudes nazis, alabando y considerándose sucesor de
las tropas ucranianas pro nazis que lucharon contra la Unión Soviética.
Esta actitud se mostró en su máxima expresión cuando se quemaron vivos a
treinta manifestantes pro rusos en el incendio provocado por los pro
nazis en el edificio central de los sindicatos donde estaban refugiados
tales manifestantes. Tal como ha indicado el Profesor Stephen Cohen, uno
de los mayores expertos en temas soviéticos en EEUU, se está reviviendo
la II Guerra Mundial en el territorio ucraniano (Stephen F. Cohen
“Kiev’s Atrocities and the Silence of the Hawks”, The Nation, 04.08.14).
La enorme influencia de la ultraderecha en el gobierno ucraniano y en
la dirección de algunos movimientos anti rusos se debe, en gran parte, a
su capacidad organizativa y medios proveídos, en parte, por las
oligarquías ucranianas, así como el apoyo recibido del gobierno federal
de EEUU y de la Unión Europea. No refleja la opinión del pueblo
ucraniano que reside tanto en el este como en el oeste (la mayoría de la
población ucraniana no apoya la integración de Ucrania en la OTAN,
deseo sí expresado por el gobierno de Ucrania), aun cuando el
nacionalismo, sin alcanzar las expresiones pro nazis de la ultraderecha,
está extendido entre la mayoría de la población del oeste de Ucrania.
La guerra civil en Ucrania: quién es quién
Es también interesante subrayar que la intervención militar de lo que
se llama “ejército ucraniano” es más una intervención de grupos armados
próximos a la ultraderecha que no de unidades del ejército ucraniano.
El generalato no se fía del comportamiento de los soldados regulares del
ejército. Y los grupos armados son grupos altamente ideologizados
pertenecientes, en su mayoría, a la órbita de la ultraderecha (tal como
ha señalado The New York Times, 10.08.14, p.7). Es un error creer (como
así hacen los firmantes del manifiesto de apoyo a los movimientos
ucranianos a favor de su integración en la UE, y que incluyen a Ulrich
Beck, Claus Offe, Slavoj Zizek o Saskia Sassen, entre otros) que la
mayoría de la población del oeste favorable a la integración en la UE
son fuerzas progresistas, “cuya integración en la UE contribuirá a hacer
tal unión más justa” (ver el manifiesto “Support Ukrainians and they
can help us build a fairer Europe”, The Guardian, enero 2014). En
realidad, estos movimientos apoyan un Estado jacobino que prohibió el
ruso como lengua oficial ucraniana (su visión del Estado es parecida a
la de los jacobinos españoles) y favorecen las políticas neoliberales
impuestas por la Troika (el Fondo Monetario Internacional, la Comisión
Europea y el Banco Central Europeo), como hacen las derechas en España.
En cuanto a las fuerzas pro rusas, que en sus inicios eran más
federalistas que secesionistas, son milicias armadas, en su mayoría de
origen civil, que tienen también el apoyo de ciudadanos rusos
pertenecientes en su mayoría a movimientos nacionalistas rusos, así como
de otros países que se identifican con su causa. Su programa, por
cierto, no es un programa de nacionalización de los principales medios
de producción (con notables excepciones), con escasa incidencia en las
coordenadas de poder existentes en estas partes de Ucrania.
Las supuestas elecciones democráticas en Ucrania
Las elecciones a Presidente de Ucrania, presentadas como necesarias
para recuperar la credibilidad democrática del Estado, registraron la
mayor abstención que se haya producido en Ucrania después del colapso de
la Unión Soviética. El ganador fue el Sr. Petro Poroshenko, un
billonario (la sexta persona más rica de Ucrania, según Forbes) que
controla algunos de los medios de información más importantes del oeste
de Ucrania. La gran mayoría de la población del este y sur de Ucrania se
abstuvo en las elecciones, habiendo indicado que su abstención se debía
a causas políticas: su distanciamiento con el resto de Ucrania. En
realidad, el movimiento Maidán, que inició las movilizaciones en las
plazas del oeste de Ucrania, son, sobre todo, clases medias y
estudiantes que, como subraya VI, han idealizado a la UE, deseando
entrar en ella, incluso a costa de las enormes medidas de austeridad que
la UE y el Fondo Monetario Internacional están poniendo como condición
para la integración de Ucrania en la UE. El movimiento Maidán no son los
“indignados” de Ucrania, como erróneamente han presentado y descrito
los medios españoles. Sus propuestas son de claro tinte neoliberal, y
entran en conflicto con los deseos de las clases populares. Tales
propuestas económicas, sin embargo, no tienen gran visibilidad
mediática, enfatizándose más su nacionalismo que su neoliberalismo. En
realidad, la revuelta del este y sur de Ucrania es no solo una protesta
frente al nacionalismo ucraniano ultraderechista, sino también una
protesta frente a su neoliberalismo. Uno de los lugares donde esta
protesta ha sido mayor es la región de Donetsk, redefinida por lo pro
rusos como la República Popular de Donetsk. Ahora bien, tampoco hay que
idealizar a las fuerzas pro rusas, algunas de las cuales incluyen
nacionalistas rusos próximos a la Iglesia Ortodoxa rusa que desean
prohibir el aborto en la nueva república. En este contexto, la
influencia extranjera, en ambos lados, complica la situación
enormemente, creando las bases para una nueva Guerra Fría que puede
convertirse en caliente en caso de que no haya un movimiento
internacional de protesta.
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