El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. / Efe |
La igualdad de género es un asunto aparentemente
clave en la agenda comunitaria. Ya el Tratado de Roma situaba como
objetivo la igualdad de salarios entre hombres y mujeres. Cincuenta años
después, este objetivo no se ha logrado. Cierto es sin embargo que en
las instituciones la igualdad salarial ya no es un problema. Las
diputadas cobran lo mismo que sus colegas varones, y tampoco hay
diferencias entre los miembros de la Comisión. El problema aquí tiene
que ver con algo tan fundamental como la presencia menor de mujeres. El
Parlamento Europeo ha estado desequilibrado desde su fundación.
Actualmente, un 37% de los diputados son mujeres, por encima del 35% de
la anterior legislatura. Como candidata verde en las elecciones del 25M,
fui la única mujer que aspiró al puesto de presidente de la Comisión
Europea. Para la Comisión en su conjunto, la situación parece peor,
mucho peor.
La Comisión saliente tenía solo 9
mujeres. Ya era una cifra muy baja. Pero incluso esta cifra será
recortada ahora si las cosas no cambian. Sólo cuatro mujeres han sido
nombradas hasta ahora por los Estados miembros para formar parte de la
Comisión. Cuatro para 28 puestos. Es una cuota ridícula. El Parlamento
exige desde hace tiempo que haya al menos un 40% de los puestos ocupados
por mujeres. El propio presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker,
se comprometió a presentar una Comisión con un 40% de mujeres. Pero los
Estados miembros simplemente no las nombran. La igualdad de género se
limita a los discursos y a aleccionar al resto.
Cuando hablamos de desigualdad de género en el mundo, todo el mundo la
condena. Los políticos europeos deberían comprender que la lucha por la
igualdad no se consigue solamente con planes de acción contra la
violencia machista, aunque sean imprescindibles. En realidad, la
política es como el sector privado: mayor igualdad de género y
diversidad conducen a un éxito mayor porque ensancha el campo de
experiencias y puntos de vista en los que se fundamentan las decisiones.
La misma diversidad sería buena en sí misma para la toma de decisiones
políticas. Después de todo, estamos decidiendo sobre políticas
económicas y sociales, estamos votando sobre objetivos climáticos y
presupuestos... Todo afecta a las mujeres, aunque en muchas ocasiones no
de la misma manera que a los hombres. Si no hay mujeres presentes en la
toma de decisiones, también estarán ausentes de las propias políticas.
La igualdad de género también es fundamental para la democracia. La
sociedad global está formada por un 50% de mujeres. Si no están
representadas de la misma manera en los procesos de toma de decisión, en
los lugares y posiciones que realmente importan, sus voces no serán
escuchadas ni sus necesidades se verán cumplidas. Que la representación
cuenta es algo que las minorías no han dejado de experimentar: si no
estás representado, eres invisible.
La igualdad de
género no es algo "que está bien tener", es crucial para la democracia.
Las Comisiones y los Parlamentos con menos del 50% de mujeres
simplemente no son democráticos. Por eso es absolutamente justificado
que el Parlamento se rebele. De momento, no parece que nuestras demandas
vayan a tomarse en serio. Junker ya está cediendo y rebajando el límite
de mujeres. El nuevo umbral es "no menos que Barroso II", lo cual
significaría no menos de nueve. Pero eso incluso será difícil de
alcanzar. Con todas las posibilidades debatidas y filtradas, el máximo
que se alcanzará, parece, es ocho. Ocho mujeres de 28.
Nosotros, los Verdes, siempre hemos defendido la igualdad de género. Y
no sólo esto, sino que la hemos puesto en práctica con cuotas,
copresidencias y en nuestras políticas. Pero en este asunto, el apoyo a
favor de más mujeres en la Comisión se ha extendido. Una mayoría opina
que lo que se ha ofrecido es muy pobre, ya sean cuatro, ocho o nueve
mujeres. Y el Parlamento tiene un arma en sus manos que puede usarse
para imponer este criterio: puede rechazar la Comisión. Sin el consenso
de los eurodiputados, ningún comisario puede acceder al cargo. Es un
arma poderosa y creo que no debemos tener miedo a usarla.
Sólo si el Parlamento se mantiene firme, los Estados miembros se darán
cuenta de que no pueden hacer simplemente lo que les plazca. El respeto
al Parlamento sólo se reforzará entre los Gobiernos si ven que la Cámara
no cede ante unas exigencias mínimas. Esto ha funcionado bastante bien
para el nombramiento del candidato a presidente de la Comisión. La
mayoría insistió en que las preferencias de los votantes fueran
respetadas y el más votado fuera el primero en tratar de lograr una
mayoría en el Parlamento, y así fue. Espero que no hayamos perdido este
impulso en apenas unas semanas.
La desigualdad de
género se reproduce a sí misma con el tiempo. Mientras los niveles más
altos estén dominados por los hombres, más hombres que mujeres serán
apoyados para alcanzar esos niveles. Cuantas menos mujeres haya, menor
es el ejemplo para nuevas generaciones de mujeres. Es necesario que sea
normal para una mujer aspirar a un puesto de trabajo elevado. Tenemos
que romper este círculo vicioso con fuerza. No va a suceder por sí solo.
Ska Keller
- Eurodiputada alemana verde. Fue la única mujer candidata a presidir la Comisión Europea
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