miércoles, 19 de junio de 2019

La palabra devaluada

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"The speaker" Arthur Segal. 1912
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   La verdad se ha devaluado y cotiza a la baja en el mercado de las apariencias. La política se sirve de la palabra para ocultar la realidad. Otros fenómenos de nuestros tiempos revelan aún más síntomas de instrumentalización del lenguaje y de su uso en libertad.
   Se ha consolidado una nueva libertad, la de afirmar y negar simultáneamente la misma cosa, la de contradecirse y decir cualquier cosa. La construcción de la realidad a gusto del hablante es un producto residual de la posmodernidad que ha sido reutilizado por las nuevas oligarquías detentoras del poder. Se trata de una libertad condicionada materialmente, de modo que su posesión por parte de unos supone que otros no puedan gozar de ella. Esta "supuesta libertad de predar es un absurdo" que en nada responde a la dimensión igualitaria de la libertad. La libertad sin reciprocidad es una aberracción conceptual y humana. Es además una libertad disparatada, porque nadie asume la responsabilidad por lo dicho y quien tiene la fuerza para exigir responsabilidades es precisamente quien se niega a asumirlas [...]
   Pero si la palabra puede devaluarse es porque tiene valor. Mediante ella accedemos a nosotros mismos y a los otros. Es la expresión más elevada de nuestras capacidades simbólicas, el canal principal de transmisión de conocimiento. Además, es el vínculo que nos une. Decimos "sí, quiero", "te lo prometo", "deja de hacer eso", "¿por qué siempre dices que no?". Con las palabras nos ayudamos, interactuamos, logramos que la cooperación sea eficiente y racional, nos engañamos y nos acorralamos. Si la palabra estuviera plenamente devaluada, si no quedara nada de los valores que solo se pueden transmitir a través de ella, entonces no habría lugar para los matices ni para forma alguna de salvación....


Daniel Gamper

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