El HuffPostManuel Otero, en una imagen que guarda la familia. |
¿Un español en el desembarco? No hay noticias de eso, no puede ser. Es lo primero que pensó Manuel Arenas, presidente de la Asociación de Amigos del Museo Militar de La Coruña y la Asociación Histórico Cultural The Royal Green Jackets. Una mujer llamada Gema Martínez le puso sobre la pista al preguntarle por su tío, a finales de 2013. ¿Seguro que no era de otra división, de otro regimiento? Todas las dudas quedaron despejadas cuando la señora le enseñó su tesoro: el arcón en el que los restos de Manuel fueros trasladados desde Francia a su pueblo, Serra de Outes, en A Coruña, con su número de identificación, más la acreditación de que recibió el Corazón Púrpura y las cartas a su madre.
https://edition.cnn.com/videos/travel/2019/06/05/ww2-parach TOM RICE d 97 años y combatiente veterano del DIA D en
Normandía vuelve a repetir el salto que hizo hace 75 años sobre las
posiciones ocupadas por el ejército nazi.uter-profile-tom-rice-orig.cnn/video/playlists/remembering-d-day/
Manuel Arenas y Antonio Osende, su compañero en las dos asociaciones, comenzaron entonces ahttps://edition.cnn.com/videos/travel/2019/06/05/ww2-parachuter-profile-tom-rice-orig.cnn/video/playlists/remembering-d-day/ indagar sobre la figura de este soldado verdaderamente desconocido, cuya historia han podido reivindicar en los últimos cinco años. Consultaron los archivos oficiales de Estados Unidos, hablaron con expertos en Historia de Francia, siguieron la pista de los documentos personales del militar y acabaron así por armar una historia que, como dicen, “cae en las manos de Steven Spielberg y sale un Salvar al soldado Ryan impresionante”.
Su familia, que seguía en Galicia, región de dominio nacional, tocó en todas las puertas que pudo hasta conseguir que lo liberasen, porque no tenía tampoco delitos de sangre. Manuel pudo volver a su hogar, pero ya no era su hogar. La etiqueta de rojo no se la podía quitar de encima. Así que, pasado un año aproximadamente, decidió emigrar a EEUU. Se instaló en Westchester, un suburbio de Nueva York, donde abrió un negocio de mecánica. Salía adelante y mandaba dinero a su madre.
Su vida remontaba, pero seguía siendo un simpapeles. Necesitaba la nacionalidad norteamericana. Para ello pensó que era bueno alistarse como voluntario en el Ejército, dentro de un programa para compensar con documentos a los extranjeros que se jugaran el pellejo por el país, y que hoy se mantiene. Sólo tenía que aguantar seis meses. Sin embargo, a los tres días de que empezase a correr su calendario, Japón perpetró el bombardeo sobre Pearl Harbour, que provocó que Estados Unidos entrase en la Segunda Gran Guerra junto al bando aliado. Corría el año 1941. Manuel también entró en guerra, por segunda vez en su vida y en tierra extraña.
El camino hasta OmahaSegún los datos recopilados por Arenas y Osende, el soldado 32868826, que es como fue identificado el gallego, acudió como reemplazo a Reino Unido para preparar el desembarco aliado en las costas de Francia, una operación de máximo secreto. Estaba enrolado en el 16 Regimiento de la 1ª División de Infantería del Ejército de EEUU, conocida como Big Red One, elegida para esta misión porque ya estaba rodada en Italia y en el norte de África. Manuel también era veterano y sabía de batallas. Tenía que tocarle.
Los documentos revelan que estuvo cerca de un año haciendo entrenamientos de desembarco, esperando a conocer datos de por dónde atacar y, también, el regreso de algunos compañeros desplazados en Sicilia. Un tiempo en el que pasó a ser soldado de primera clase y en el que cumplió los 28 años.
El día central de la Operación Overlord llegó y Manuel se embarcó de los primeros, a las seis de la mañana, a bordo de una lancha de desembarco LCI 85, con la que tocó tierra a las 7:40 horas. Lo hizo en una segunda oleada, en uno de los sectores, casi en el centro, en que los aliados dividieron la playa para repartir las tareas, el llamado Easy Red. El mítico de las fotografías de Robert Capa, el Dog Green, estaba un poco más al sur.
Las crónicas dicen que ese día la marea estaba muy baja, así que los soldados, con su fusil envuelto en tela y plástico contra el salitre y su carta del general Eisenhower en el bolsillo, tuvieron que caminar mucho hasta llegar al primer refugio. Toda la zona estaba llena de obstáculos, el fiero recibimiento de las tropas nazis.
El teniente William T. Dillon, el mando al que respondía el militar español, dio la orden de que Otero y dos compañeros -identificados como John P. Ford y David Arnold- tratasen de tomar un búnker cercano. Primero se parapetaron tras una elevación de rocas y luego fueron a atravesar la concertina que los separaba de su meta, con el fuego de ametralladoras silbando a su alrededor. Pero antes de llegar a su objetivo una mina explotó y mató a Ford y a Otero. Lo cuentan extraordinariamente bien en este vídeo de Tropa Guripa
La unidad de Otero fue diezmada prácticamente entre el 60 y el 70%
sólo en la arena de esa playa, el mismo día del desembarco. Se calcula
que en esa jornada murieron 3.800 soldados aliados, de los que 2.500
procedían de Estados Unidos, el grupo más damnificado. La “gran cruzada”
para hacerse con 80 kilómetros de costa francesa protegida por el
ejército alemán movilizó a 150.000 uniformados, 4.000 buques y 1.200
aviones de EEUU, Reino Unido y Canadá.
Un entierro únicoSuperviviente de una guerra, pero no de dos, Manuel fue enterrado con miles de compañeros en el cementerio normando de Colleville, en el que hoy hay más de 9.000 soldados norteamericanos. Un mes después de su muerte, la familia fue informada de su desgraciado final. En 1947, su padre acudió al consulado de EEUU en Galicia para tratar de gestionar la repatriación de sus restos. Gracias a la mediación de la Cruz Roja Internacional, la España de Franco dejó que un arcón de madera forrado de zinc, con su número de serie, su unidad y la fecha de su muerte, llegase a Outes.
Otero fue excepcional en la vida y también en la muerte, en su despedida final, la que hizo en su pueblo, con una bandera de EEUU sobre su féretro, con escolta de oficiales estadounidenses y la presencia del agregado militar en la embajada en Madrid. Como todo un ciudadano de la Gran América.
Arenas narra el testimonio de una mujer del pueblo, que cuando sucedió aquello apenas tenía nueve años, que dice recordar el entierro y especialmente cómo al fallecido se le dio sepultura con una bandera roja y blanca que ella no conocía, entre señores que hablaban de forma extraña y caminaban firmes junto al féretro. El soldado reposa desde entonces en el cementerio de San Juan de O Freixo de Sabardes, en Outes. Lo guardan banderas de Galicia, de España y de EEUU.
Un entierro únicoSuperviviente de una guerra, pero no de dos, Manuel fue enterrado con miles de compañeros en el cementerio normando de Colleville, en el que hoy hay más de 9.000 soldados norteamericanos. Un mes después de su muerte, la familia fue informada de su desgraciado final. En 1947, su padre acudió al consulado de EEUU en Galicia para tratar de gestionar la repatriación de sus restos. Gracias a la mediación de la Cruz Roja Internacional, la España de Franco dejó que un arcón de madera forrado de zinc, con su número de serie, su unidad y la fecha de su muerte, llegase a Outes.
Otero fue excepcional en la vida y también en la muerte, en su despedida final, la que hizo en su pueblo, con una bandera de EEUU sobre su féretro, con escolta de oficiales estadounidenses y la presencia del agregado militar en la embajada en Madrid. Como todo un ciudadano de la Gran América.
Arenas narra el testimonio de una mujer del pueblo, que cuando sucedió aquello apenas tenía nueve años, que dice recordar el entierro y especialmente cómo al fallecido se le dio sepultura con una bandera roja y blanca que ella no conocía, entre señores que hablaban de forma extraña y caminaban firmes junto al féretro. El soldado reposa desde entonces en el cementerio de San Juan de O Freixo de Sabardes, en Outes. Lo guardan banderas de Galicia, de España y de EEUU.
A su familia, el Gobierno de
Washington le dio una pensión vitalicia de 900 pesetas al mes (5,4
euros). La única hermana de Otero, ya muy anciana y residente en Como
(Italia), guarda aún la medalla con la cruz púrpura con que fue
distinguido y el diploma que glosa sus méritos.
“Es un personaje olvidado durante décadas y su historia merece que sea conocida en toda España. Tuvo mala suerte en todos los sentidos, era un joven que tenía el sueño de prosperar, el sueño del emigrante gallego. Es el único gallego y el único español. Miramos todos los listados de fallecidos del Ejército americano y había puertoriqueños o mexicanos, pero el único que figura como español era Manuel Otero”, insiste Arenas. En los registros, de hecho, aparecía como “latino”, pero sin nacionalidad. Hubo que cribar “otero” a “otero” -había unos cuantos- hasta dar con él.
Este jueves, en el homenaje general que los caídos del Día D recibirán en Normandía, habrá una placa especial para Manuel Otero Martínez, una ofrenda de su familia y de los investigadores que han sacado a flote el relato de un hombre que sería un héroe nacional en otro país, un gallego que luchó “de verdad” por la libertad, como dicen los rescatadores de su memoria.
“Es un personaje olvidado durante décadas y su historia merece que sea conocida en toda España. Tuvo mala suerte en todos los sentidos, era un joven que tenía el sueño de prosperar, el sueño del emigrante gallego. Es el único gallego y el único español. Miramos todos los listados de fallecidos del Ejército americano y había puertoriqueños o mexicanos, pero el único que figura como español era Manuel Otero”, insiste Arenas. En los registros, de hecho, aparecía como “latino”, pero sin nacionalidad. Hubo que cribar “otero” a “otero” -había unos cuantos- hasta dar con él.
Este jueves, en el homenaje general que los caídos del Día D recibirán en Normandía, habrá una placa especial para Manuel Otero Martínez, una ofrenda de su familia y de los investigadores que han sacado a flote el relato de un hombre que sería un héroe nacional en otro país, un gallego que luchó “de verdad” por la libertad, como dicen los rescatadores de su memoria.
Fuente: https://www.huffingtonpost.es/entry/la-historia-de-manuel-otero-el-unico-espanol-que-participo-en-el-desembarco-de-normandia_es_5cf648d4e4b0e8085e404fe7
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