martes, 11 de junio de 2019

Al Azhar aprueba golpear a las esposas "sin romperle ningún hueso" y desata la polémica

AHMAD AL <HIT>TAYEB</HIT>
Ahmed el Tayeb, imán de la mezquita de Al Azhar. E. M.
Las esposas pueden ser golpeadas siempre y cuando ningún hueso resulte roto como consecuencia de la golpiza. Las declaraciones del gran imán de Al Azhar, Ahmed el Tayeb, amparando una violencia de genero que es todavía un tabú encerrado entre las paredes de los hogares egipcios ha desatado el enésimo debate que salpica a la institución más prestigiosa del islam suní.
El Tayeb pronunció sus palabras en el transcurso de un programa de televisión que ha dirigido durante el mes sagrado del Ramadán. "El remedio que el Corán ofreció es golpear de un modo simbólico con el propósito de reformar pero sin causar daño, perjuicio o dolor", arguyó el líder religioso ante sus telespectadores. "Los textos del Corán y las disposiciones de la legislación islámica son válidos en todo momento y lugar", recalcó.

El máximo responsable de una institución con sede en El Cairo, que presume de ser el faro del islam suní, fundamentó sus palabras en unas aleyas de "la sura de las mujeres" del Corán. "Los hombres están al cargo de las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos sobre otros.
(...) Las habrá que sean rectas, obedientes y que guarden, cuando no las vean, aquello que Alá manda guardar. Pero aquellas cuya rebeldía temáis, amonestadlas, no os acostéis con ellas, pegadles; pero si os obedecen, no busquéis ningún medio contra ellas", reza el versículo.

A juicio de El Tayeb, la acción de un hombre de golpear a su cónyuge "tiene unas normas y límites". "No debe romperle un hueso, ni provocarle daños en un órgano o miembro de su cuerpo ni pegarle con la mano en la cara ni dejarle heridas ni causarle perjuicio psicológico. El objetivo es golpearle de una manera simbólica con el Swak [un pequeño palo de madera usado en la antigüedad para limpiar los dientes] o el cepillo de nuestro tiempo", aseveró el gran imán.

Su verborrea ha levantado polvareda sumándose a las críticas que recibe Al Azhar, en el ojo del huracán por el currículo escolar en la amplia red de centros educativos que administra en el país más poblado del mundo árabe. "La opinión del jeque permitiendo al hombre golpear a su esposa es su principal ideología y su discurso está grabado en vídeo y audio", censuró el parlamentario Mohamed Abu Hamed.

La fatua (edicto islámico) de El Tayeb se ha topado, además, con quienes discuten que el Corán permita y consagre la violencia de género. Una opinión que sostiene el presentador de televisión egipcio Islam al Behiri, un reformador condenado a prisión por insultar la religión que fue indultado por el presidente Abdelfatah al Sisi a finales de 2016. El teólogo alega que los primeros estudiosos malinterpretaron los términos del Corán despreciando el contexto y el sentido real de la citada aleya.

Otros religiosos, en cambio, han ratificado la posición de El Tayeb. "Una noche el profeta Mahoma fue a unas tumbas de la actual Arabia Saudí. Una de sus esposas, Aisha, por puros celos lo persiguió para saber a qué lugar se dirigía. Una vez allí, ella regresó antes para no despertar ninguna sospecha. El profeta lo supo y, cuando le preguntó, le propinó un puñetazo en su pecho", recuerda en declaraciones a EL MUNDO Ahmed al Azhari, un jeque egipcio. "El objetivo de golpear a la mujer es castigarla y disciplinarla, no hacerle daño", insiste.

Acorralado por la controversia, Al Azhar ha tratado de recular. En un comunicado difundido entre los medios, la institución indica que "el maltratado a la mujer se ha convertido en una de las causas del daño psicológico que se refleja negativamente en la familia". "El intelectual de La Meca, Ibn Atta, se cuenta entre quienes rechazaron golpear a su esposa y consideraron que aquello no contravenía lo que establece el Corán", agrega la nota.

En el texto, el jeque muestra su disposición a abrir "el debate entre los científicos" sobre la violencia de género. "Espero poder vivir para ver legislación en nuestro mundo árabe e islámico que criminalice el maltrato", asevera El Tayeb tratando de rebajar la polémica. No es la primera vez que Al Azhar se ve envuelta en controversias similares. Los sectores más liberales le acusan de intentar detener la creciente tasa de divorcios a través de unos jeques que aconsejan a las mujeres resistir por el bien de la unidad familiar.

La violencia machista es un tabú de alargada sombra en la conservadora sociedad egipcia. Ni siquiera existen estadísticas sobre los casos denunciados o las muertes entre las paredes de los hogares. Es una de las razones esgrimidas para explicar el incremento de los divorcios. La mitad de los nuevos matrimonios acaban en ruptura. En Egipto, con 100 millones de almas, un nuevo divorcio se formaliza cada dos minutos y medio.

"Las principales causas de estas cifras son la violencia de género y el abandono. La violencia es el motivo más dramático. Los esposos agreden a sus cónyuges", señaló recientemente a este diario Mahasen Saber, una mujer que dirige una radio que ofrece voz a divorciadas. "Nos llegan muchos testimonios de mujeres que denuncian los golpes de su marido y la reacción de su propia familia, que el único consejo que le proporcionan es que aguanten".

La violencia en el seno del matrimonio no es un asunto nuevo. Es una consulta recurrente para el Dar el Ifta, un organismo oficial egipcio responsable de publicar edictos religiosos. En su página web, las consultas se despachan con un argumento similar al que alimentó la polémica: "Los académicos acordaron por unanimidad que golpear no tiene la intención de dañar a la esposa o insultarla. Es permisible, pero no obligatorio, en casos en los que tal conducta no es un insulto para la cónyuge o no la daña sino que simplemente muestra la insatisfacción del marido y su ira por haber desatendido sus deberes". En tales circunstancias, Dar el Ifta aconseja un ligero golpe "sin dejar señal" con un "cepillo de dientes o cualquier otra cosa que no sea una herramienta para atizar".

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2019/06/09/5cfd3cf1fdddff508a8b45c9.html

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