Porque parafraseando a Fraga, el que es different de verdad para un español es sin duda un Portugal al que siempre le hemos dado la espalda o quizá algo más abajo..., tan ignorado como cercano geográficamente en una paradoja que el gag de Llamazares pone en evidencia. Por increíble que parezca, en cuanto uno cruza la Raya (alrededor de 1.250 kilómetros de frontera) las diferencias son más que evidentes, y no siempre a su favor claro.
Bragança Bragança. Domus municipalis Miranda do Douro Miranda do Douro Malhadas Vila Nova foz de Côa Alto Douro
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Este no es un artículo de viajes, pero después de cinco años de visitas periódicas al país de Pessoa, me permito la osadía de destacar algunas de las costumbres y curiosidades más chocantes para esos viajeros primerizos, aunque se me acuse de caricaturizar.
Hay silencio en todas partes. Portugal no es un país fácil de entender para nuestra mente carpetovetónica: está lleno de gente que habla bajo. Como tampoco vamos a lanzar teorías antropológicas sin un trabajo de campo riguroso, a mí se me ocurre que puede ser por aquello de la saudade (leer más abajo) o por una positiva influencia anglosajona (que las hay; anglosajonas e incluso anglosajonas positivas). Curiosamente, cuando se les pregunta si no piensan que los españoles somos un tanto ruidosos, dicen que no, que les parecemos divertidos y alegres. Eso es mirar el vaso medio lleno y lo demás son tonterías.
Diferente forma de entender la conducción. Sí, tras el eufemismo se esconde la frase más descriptiva y coloquial: conducen como locos. Sin embargo, he de decir que si bien pensar así es el primer impulso, tiempo después uno se da cuenta de que se trata de un hecho cultural. Como que no se puede rechazar un té moruno en Marrakech, permanecer calzado en las casas escandinavas o clavar en Japón los palillos en la comida... En Portugal se conduce con iniciativa o no se conduce. Es decir, uno nunca debe mirar qué hace el otro y luego actuar sino todo lo contrario, primero te metes y luego ya miras. Una vez entendido esto y un buen seguro a todo riesgo, todo es coser y cantar.
Chaves |
Vila Praia de Ancora |
Hay un Portugal chic que desconoces. Si eres de los que piensan que Portugal deja mucho que desear en buen gusto y estar a la última, tienes que reciclarte. Te sorprenderá la arquitectura de sus edificios modernos, los acabados de las casas más modestas y lo detallistas que son en muchos de los sitios que visites ... En ocasiones puedes tener hartura del aroma decadente que desprenden algunas de sus ciudades (sobre todo Lisboa, y Oporto), sí, pero también te encantará el gusto por las cosas bien hechas y la elegancia bien entendida de algunos de sus restaurantes y sus comercios. (A mí nunca me habían cambiado los cubiertos con guante de felpa hasta llegar a la Ciudad Invicta).
Los camareros tardan siglos en servir pero, relaxing cafe con leite en la Praça da República. No solo ocurre en los restaurantes, pero efectivamente en Portugal el ritmo está contagiado de una especie de sentimiento fatalista de la vida, eso que algunos llaman saudade. O sea, una pachorra que no es normal, vamos. Pero todo lo suplen con una amabilidad nada servil y una efectividad en la segunda oportunidad que nos reconcilia con todo. Y después, claro, está la comida, que cuando al fin llega sorprende y satisface cualquier paladar. Y sí, creeme, es posible acostumbrarse al cilantro... ¡y que te guste!
Ni rastro de antiespañolismo. Nuestro querido profesor Miguel Ángel Bastenier decía alguna vez que los españoles ignoramos a Portugal por un sentimiento de agravio histórico. Decía el sabio periodista que al fin y al cabo representa a la "Cataluña" que sí logró separarse. Dejando a un lado la exactitud de la provocadora sentencia, es verdad que Portugal fue española durante sesenta años tras una incruenta anexión y enlaces diplomático-matrimoniales en la monarquía de Felipe II. Y quizá por esto y por las continuas escaramuzas fronterizas, Portugal ha tenido siempre la sensación de que iba a ser invadido o conquistado por nosotros; al principio, por las armas, después, culturalmente. En mi experiencia, no hay ni rastro de esa prevención, y si existe, no se hace patente. Supongo yo que los movimientos ronaldistas e ikeristas también han hecho lo suyo por esa pacificación.
Ponte de Lima |
- No pidas una bica (café expreso) en Oporto, ni un fino (una caña de toda la vida) en Lisboa, sino todo lo contrario.
- Es barato, pero no tanto. El 23% de IVA se nota, así que no te creas que vas a ser Mr. Marshall redivivo.
- Casi todos los portugueses te van a entender cuando tú hables español, pero tú no vas a entender a casi ninguno cuando hablen portugués (muchos hablan español por cierto, y orgullosos de hacerlo)
- No te olvides de probar el vino autóctono. Hace tiempo que se acabó la época de nuestros padres en que era difícil hallar caldos interesantes. Ahora hay muy bueno y, por cierto, barato.
- Ya que vas a cruzar la Raya, no te pierdas las ciudades fronterizas españolas y portuguesas, desde Tui a Olivenza, Tavira, San Lúcar de Guadiana y Alcoutim, pasando por Aldea del Obispo o Elvas, suelen todas tener grandes fortalezas representantes del miedo que nos ¿teníamos?
Viana do Castelo Vilanova da Cerveira El Miño en Vilanova da Cerveira
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Fuente: http://www.huffingtonpost.es/gonzalo-teubal-rodraguez/por-que-nos-gusta-tanto-p_b_8122724.html?utm_hp_ref=spain
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