martes, 29 de septiembre de 2015

Para qué sirve un doctorado cuando no hay puestos de trabajo para los doctores


Hace años obtener un doctorado era una garantía para iniciar una prometedora carrera investigadora; a medio plazo todo doctor obtenía un buen puesto de trabajo académico en una universidad o en un instituto de investigación o el departamento de I+D de una gran empresa. Ahora las tornas han cambiado. Hay demasiados programas de doctorado produciendo demasiados doctores para un mercado laboral limitado. Como resultado muchos doctores no pueden desarrollar una carrera académica o investigadora. En plena crisis económica, una crisis que muchos creen que durará muchos años, es el momento de replantearse para qué sirve un doctorado. Nos lo cuentan el editorial “Fix the PhD,” Nature 472: 259–260, 21 April 2011; Mark Taylor, “Reform the PhD system or close it down,” Nature 472: 261, 21 April 2011; David Cyranoski, Natasha Gilbert, Heidi Ledford, Anjali Nayar, Mohammed Yahia, “Education: The PhD factory. The world is producing more PhDs than ever before. Is it time to stop?,” News Feature, Nature 472: 276-279, 21 April 2011; Alison McCook, “Education: Rethinking PhDs. Fix it, overhaul it or skip it completely,” News Feature, Nature 472: 280-282, 21 April 2011; Peter Fiske, “What is a PhD really worth?,” Nature 472: 381, 21 April 2011; y Raymond Gosling, Cheryll Tickle, Steve W. Running, Yao Tandong, Andras Dinnyes, A. A. Osowole, Erika Cule, “Seven ages of the PhD,” Nature 472: 283–286, 21 April 2011.

El mundo tiene muchos problemas y tiene un montón de gente con una formación académica excelente para resolverlos. La mayoría de los países, convencidos de que la educación superior y la investigación científica son claves para el crecimiento económico y la prosperidad, están ampliando la educación doctoral. Parece una buena noticia que cada vez haya más doctores en ciencia, tecnología e ingeniería. Pero según nos recuerdan en Nature, hay razones para la cautela. Un crecimiento ilimitado podría diluir la calidad de los doctorados. Además, los doctores más brillantes ya no son la élite de las instituciones académicas y deben ocupar puestos de posdoctorado mal pagados entre cinco y diez años antes de encontrar un puesto académico permanente, si lo encuentran. Esta carrera de obstáculos desilusiona a muchas mentes brillantes que acaban en puestos laborales para los que están sobrepreparados.

El problema no es sólo un problema de España, también lo es de Estados Unidos y del resto de Europa. El sistema de educación doctoral “medieval” no es sostenible y debe ser reformado. Hay muy pocos puestos de trabajo para personas que han consumido más de diez años de su vida en su formación predoctoral y posdoctoral. Muchos de estos investigadores son “clones” de sus “jefes” (directores o supervisores): hacen bien lo que sus mentores hacen bien. El problema es que cuando los estudiantes terminan su formación no encuentran un puesto de trabajo académico similar al de sus mentores porque no hay una oferta suficiente de puestos vacantes. Las universidades se enfrentan a dificultades financieras crecientes que les impide crecer al ritmo al que han estado creciendo durante décadas.

Los programas de doctorado no están diseñados para formar a doctores que abandonen la investigación una vez hayan defendido su tesis. Son programas de doctorado demasiado especializados e irrelevantes para el mundo laboral más allá del académico. Muchas tesis doctorales son tan especializadas que sus resultados son de interés sólo para un reducido grupo de expertos que trabajan en el mismo campo, subcampo y subsubcampo de la tesis. Muchos doctores lo saben todo de nada. Muchos doctorandos son incapaces de hablar con fluidez sobre los detalles de su tesis con otros doctorandos del mismo departamento. Según Mark Taylor los doctorados tienen que ser más multidisciplinares y muchos programas de doctorado deben ser eliminados si no son adecuados o son redundantes. Son decisiones difíciles que deben tomar los administradores de las universidades. Para facilitar el cambio, las universidades deben desarrollar estructuras y procedimientos que fomenten la cooperación. Ello les permitiría compartir los profesores, estudiantes y recursos, y aumentar de manera eficiente las oportunidades educativas.

Cyranoski et al. nos recuerdan que el número de doctores en ciencia se incrementado casi un 40% cada año entre 1998 y 2008 en los países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). En algunos países, incluyendo Estados Unidos y Japón, la oferta de doctores ha sobrepasado la demanda y, aunque pocos doctores terminan desempleados, no está del todo claro si merece la pena pasar tantos años para conseguir un alto nivel de calificación para luego ocupar un puesto de profesor de enseñanza secundaria, por ejemplo. En otros países, como China e India, la economía se desarrolla tan rápido que pueden colocar a todos sus doctores e incluso incorporar otros allende sus fronteras. Sólo en unos pocos países, entre ellos Alemania, se ha resuelto con éxito el problema redefiniendo la tesis doctoral como requisito para la formación de altos cargos en las empresas y adaptando los programas de doctorado de forma adecuada. El artículo de Cyranoski et al. discute la situación en países como Japón, China, México, Alemania, Polonia, Egipto y Estados Unidos.

McCook nos relata varios casos concretos del programa de la Fundación Nacional de Ciencia (NSF) llamado IGERT (Integrative Graduate Education and Research Traineeship) para la educación integral de estudiantes graduados y su formación en investigación. Este programa, dotó de 3 millones de dólares a cinco instituciones de los EE.UU. para desarrollar programas que ayuden a los estudiantes adquirir habilidades profesionales y hacer frente a problemas del mundo real. Por lo que cuenta McCook parece que está teniendo cierto éxito.

Fuente: http://francis.naukas.com/2011/04/21/para-que-sirve-un-doctorado-cuando-no-hay-puestos-de-trabajo-para-los-doctores/

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