La partición de Siria es un hecho casi desde el inicio del conflicto hace más de cuatro años y cada vez parece más evidente que es la única salida posible, aunque sea una mala solución para Siria. Solo falta la sanción de la comunidad internacional, que podría llegar pronto si se atiende a los acontecimientos de las últimas dos semanas.
En esta línea figura el envío de algunas fuerzas rusas a Lataquía, un hecho que ya ha causado las consabidas rasgaduras de vestiduras en Occidente, empezando por Estados Unidos y siguiendo por la OTAN y los aliados que fomentan y ayudan a los rebeldes, incluidos toda clase de yihadistas con excepción del Estado Islámico.
El ministro de exteriores Sergei Lavrov y otros funcionarios rusos han respondido que el envío de material y personal militar no es excepcional. Es algo que los rusos han hecho durante muchos años con conocimiento de todo el mundo. Lavrov sostiene que se trata de “consejeros” que adiestran al ejército sirio en el uso de armas, y no de tropas de combate.
A esto hay que añadir que fuentes militares israelíes sostienen que Irán ha enviado a Siria en los últimos días a “centenares de soldados” de la Guardia Republicana, en una acción “sin precedentes y coordinada con Moscú”. Hasta ahora Teherán únicamente había despachado a asesores militares y no propiamente a combatientes.
Estos envíos de armas y tropas ocurren cuando el presidente Bashar al Asad ha sufrido significativos reveses en todos los frentes, tanto en el norte, como en el sur, como en el centro del país, y todo indica que si no se produce una reacción muy enérgica de Damasco los reveses continuarán.
El gobierno de Damasco está perdiendo rápidamente su confianza en sí mismo. En este contexto, en agosto el presidente Vladimir Putin recibió en Moscú a una delegación militar iraní con la que abordó la situación en Siria, y a continuación han tenido lugar las últimas novedades.
Unas novedades que han causado que la presión de Estados Unidos sobre Bulgaria haya conducido a que este país prohíba que los aviones de carga rusos, que en su mayor parte transportan ayuda humanitaria, sobrevuelen su espacio aéreo. El embajador ruso en Teherán dice que Irán ha autorizado que esos aviones hagan un importante desvío a través de Irán para llegar a Siria.
La portavoz del ministerio de Exteriores ruso Maria Zakharova, ha criticado el cinismo de Estados Unidos y sus aliados en el tema sirio. “Primero se nos acusó de armar a lo que llamaron ‘el sangriento régimen que perseguía a los activistas democráticos’, y ahora, en una nueva edición, estamos socavando la lucha contra el terrorismo”.
Un problema es que rusos y americanos tienen una idea muy alejada de lo que es el terrorismo. Mientras los yihadistas son terroristas para los rusos, para los americanos son combatientes por la libertad, un planteamiento que se parece al que Estados Unidos aplicó en Afganistán con los talibanes, a quienes el presidente Ronald Reagan presentó justamente como luchadores por la libertad con las consecuencias y los resultados conocidos.
Las pérdidas de territorio en todos los frentes han causado que el régimen pierda la moral. Si se confirma la presencia de combatientes iraníes, como dice Israel, y un incremento de los envíos rusos, como dice Estados Unidos, es seguro que esas fuerzas no ayudarán a Asad a recuperar mucho territorio perdido, pero sí que pueden ayudarle a reducir las pérdidas y a establecer un reducto más o menos seguro en la costa mediterránea.
Las montañas costeras de Siria es la zona donde vive el grueso de la minoría alawí, la secta a la que pertenece el presidente Asad. En el puerto de Tartús está la única base naval de Rusia en el Mediterráneo. Puede que sea el territorio donde se recluya Asad una vez que no pueda hacer frente a sus rivales en el resto del país.
Es prematuro considerar si Asad, con la asistencia de Rusia e Irán, será capaz de mantener segura la zona costera. Esto en gran parte dependerá de la actitud de Estados Unidos, que es quien azuza a todo tipo de rebeldes contra el régimen.
Los americanos han llegado a la conclusión de que el Estado Islámico es uno de los enemigos a batir, junto con el régimen, y nada indica que se vayan a detener los bombardeos contra el Estado Islámico, unos ataques que son ilegales puesto que se hacen sin la aprobación del Consejo de Seguridad, aunque es cierto que Damasco no les hace asco.
Algunos expertos han indicado que los envíos de Rusia a la zona de Lataquía se pueden incrementar en los próximos días, y que su objetivo es “disuadir” a los americanos para que no ataquen la costa directamente, puesto que seguramente no querrán complicarse la vida si los soldados sirios están mezclados con soldados rusos.
No es la primera vez que se habla de una partición, aunque lo que está ocurriendo ahora apunta en esa dirección más claramente que nunca. La misma capital, Damasco, se encuentra desde hace tiempo a tiro de las milicias yihadistas, es decir los “defensores de la libertad”, si usamos el lenguaje occidental.
Es bastante cínico que el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, haya declarado que la implicación de Rusia no ayudará a resolver el conflicto. Como también es cínico que el secretario de Estado John Kerry diga a Lavrov que la presencia rusa “podría conducir a una mayor violencia” después de la muerte de 240.000 sirios y del éxodo de millones. Y todo por la decisión estratégica de llevar la democracia a Siria, al coste que sea.
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