sábado, 26 de septiembre de 2015

Europa Fortaleza


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CRÓNICAS DESDE HUNGRÍA, SERBIA Y CROACIA. PÍLDORAS.

PASOS FRONTERIZOS:
     Sid (Serbia) – Tovarnik (Croacia)
     Sid (Serbia) – Bapska (Croacia)

CAMPO DE REFUGIADOS:
     Opatovac (entre Tovarnik y Bapska, Croacia)

Desde detrás de la alambrada un padre con su hijo de menos de diez años nos pide ayuda para buscar a su esposa y a sus tres hijos restantes. Los han separado en Bapska; ella tiene los pasaportes y el poco dinero que les quedaba. Otro chico de Siria nos explica que ha perdido a su hermano. Le preguntamos si puede llamarle. Sonríe. Perdió su móvil aguas griegas, nadando tratando de llegar a Lesbos. Uno de nuestros fotógrafos le pregunta a un palestino que no llega a la treintena “How are you?” “I’m alive, keep smiling.”

Uno de los pasos fronterizos se encuentra entre las poblaciones de Tovarnik (Croacia) y Sid (Serbia). En el pueblo croata hablamos con personal de la ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. O al menos así se hacen llamar. Agencia para los Refugiados. La conversación es formal hasta que introducimos el campo de refugiados habilitado en Opatovac (Croacia). Es en ese momento en el que sacan a pasear sus galones de organización internacional, fiscalizando entre otras la terminología: es un error hablar de “campo de refugiados”, pues son “campos de tránsito”. Preguntamos sobre el origen de las decisiones terminológicas. “Así lo hemos decididos nosotros (ACNUR), que somos el alto comisionado y el gobierno croata”. Y con una sonrisa tensa nos dan a entender que la conversación ha finalizado, pues acaban de decidir que así sea.

La noche del jueves 24 al viernes 25 fue complicada. Diluvió a ritmos intermitentes. Las personas refugiadas en Opatovac se taparon con lonas de plástico para protegerse de la lluvia e intentar descansar como podían. A la vez, centenares de personas se amontonaban en la carretera que conecta Sid (Serbia) y Bapska (Croacia). Una valla metálica les impedía el paso, hasta que los refugiados consiguieron romperla y abrir distintos huecos en ella por donde seguir. Según nos contaban hoy, para algunos de ellos la factura fue de importantes lesiones en brazos y piernas. La versión oficial de la ACNUR rezaba bien distinto: “al ver que estaba cayendo una lluvia torrencial, decidimos abrirles el paso”. Será cuestión de perspectivas. O de terminologías, quizás.

Los refugiados entran en Croacia dirección Bapska y Tovarnik. Al abandonar territorio serbio, en la carretera dirección Bapska son retenidos por la policía croata; separados en grupos de 150 a 200 personas, para irlas trasladando al campo de refugiados de Opatovac. Se aplica el mismo ritual que en el paso fronterizo entre Tovarnik y Sid: después de tenerlos esperando durante horas en tierra de nadie se los llevan a Opatovac. En el campo de refugiados hay capacidad para 4.500 personas, mientras que el flujo de refugiados supera el millar diario con creces.

Separados por más vallas metálicas, el campo de Opatovac es el caos militarizado. Los refugiados obedecen las órdenes de los cuerpos policiales y militares croatas. Las ong’s y voluntarios se mueven rápido entre unos y otros. Gente de Siria, Palestina, Afganistán, y de otras procedencias. En el campo los refugiados pasan revisión médica y los identifican. Ya no se les tatúa un número de serie en la piel, ahora les ponen una pulserita de papel. Están hasta tres días, luego son trasladados a Tovarnik donde hay una estación de tren. Allí los montan en convoyes dirección Hungría; les dicen que les mandaran a Alemania y Austria.

Fuente: http://fotomovimiento.org/europa-fortaleza/

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