La mayor parte de las estampas de
Los desastres de la Guerra fue grabada durante la guerra de la Independencia contra las tropas napoleónicas. Goya vivió muy de cerca el levantamiento contra el ejército francés desde el principio, primero en Madrid con las revueltas de mayo, después en Zaragoza donde presenció el sangriento primer sitio.
Los protagonistas de la guerra en Goya son hombres en su sentido más peyorativo, son antihéroes por su cínica actitud ante todos los valores humanos. Goya, en la guerra, es incapaz de percibir estos rasgos de ejemplar heroicidad, él sólo ve la más abyecta violencia de que el hombre degradado es capaz. La guerra es para el pintor, perversidad, continua falta de humanidad del hombre para el hombre y muerte antinatural.
Parece sintomático cómo la guerra específica que inspira a Goya no es en realidad más que un pretexto para expresar su repulsa de la guerra en sí, de la violencia irracional. Es elocuente, en este sentido, que de los ochenta y tres grabados de
Los Desastres de la Guerra, tres reproduzcan combates regulares concretos, uno aluda a Agustina de Aragón disparando un cañón y otro represente las ruinas de un bombardeo. En el resto de los grabados, más que de una guerra histórica y convencional entre dos ejércitos, se trata de una lucha personalizada con chuzos, hachas, puñales, piedras y armas.
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Con razón ó sin ella |
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Que valor! |
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Enterrar y callar |
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No quieren |
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Yo lo vi |
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Extraña devoción! |
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Que se rompe la cuerda. |
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