En lugar de decirme te quiero,
mi padre me regalaba aceite
y mi madre me cosía la ropa.
Les domaron de niños de esta manera
y aún peor...
Nacer en aquel tiempo oscuro
en que, a falta de pan,
se comían las palabras mejores
y olvidaban su significado.
Me ha llevado toda la vida
aprender su idioma,
pero me han quedado secuelas:
nunca coso por si acaso
y cuando miro el aceite
las manos me llevan a tu encuentro
y escribo poemas.
Para aprender a amar
hay que nacer muchas veces.
Begoña Abad
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