miércoles, 13 de febrero de 2013

La maquinaria del poder financiero, en marcha para derrocar a Rajoy

El peligro de convertirnos en cómplices de un nuevo ataque de los poderes financieros a la democracia es elevado. Lo estamos viviendo estos días con el asunto Bárcenas y compañía. Creo que pensar que Esperanza Aguirre está detrás de todo esto es demasiado simplista además de previsible. El derrocamiento de gobiernos por parte de los oligopolios financieros internacionales no es nuevo en la historia reciente de Europa. Primero fue Grecia, un país en el que el Primer Ministro Yorgos Papandreu se atrevió a decir que iba a convocar un referéndum sobre el “plan de rescate” para consultar a los ciudadanos. El enfado de las élites financieras (verbalizadas por sus adeptos Merkel y Sarkozy) provocó su dimisión. El nuevo Primer Ministro Lukás Papadimos – al que Papandreu rechazó como Ministro de Finanzas en su gobierno –, había sido vicepresidente del Banco Central Europeo desde 2002 hasta 2008. Un “tecnócrata”, nos empezaron a decir por entonces, palabreja que escupe el lenguaje neoliberal lleno de ese veneno que adormece, pero no mata: la anestesia[1]. Tras 7 meses en el gobierno y finalmente dos convocatorias electorales en el plazo de un mes (plagadas de insultos y ultrajes desde fuera de Grecia contra Syriza, la alianza de izquierdas contraria a los dictados de la troika[2]), actualmente gobierna una coalición con Andoni Samarás a la cabeza, un fervoroso creyente en los dogmas de austeridad, la consolidación fiscal y las privatizaciones[3].

En Italia tuvieron que derrotar al ególatra Silvio Berlusconi, personaje poco colaborador con la troika que miraba únicamente por sus propios intereses (ni siquiera se preocupaba por los de los italianos). La historia de cómo acabaron con él es conocida. Pusieron a Mario Monti, otro “tecnócrata” al que el pueblo italiano no había votado (había sido asesor de Goldman Sachs durante el periodo en que esta compañía ayudó a ocultar el déficit del gobierno griego). Monti compagina su cargo de Primer Ministro con el de Ministro de Economía para tener el control absoluto de la economía italiana, sin intermediarios. Ahora quiere seguir gobernando sin presentarse a las elecciones. Otra pirueta más.

En España parece que las últimas declaraciones de Rajoy pidiendo políticas de crecimiento no han sentado bien a determinados sectores financieros (aunque seguramente haya también otros motivos), pero el caso es que han decidido que el método para hacer saltar al gobierno sean sus prácticas corruptas, la forma más fácil de contar con el apoyo de la mayoría de la sociedad española. La corrupción no se tolera en ningún rincón de la sociedad, ni siquiera entre sus votantes. Rajoy ya no tiene nada que hacer, la artillería está siendo muy pesada, la voladura controlada del gobierno del PP ha empezado y no tardará mucho en caer. Su sentencia de muerte política está firmada. Dice Carlos Martínez en un excelente artículo que “es muy bueno que salgamos a la calle diciendo chorizos fuera y que esta crisis es una estafa, pero también que sepamos qué se cuece en las esferas gatopardianas del poder real. De los que, más allá de partidos, manejan el estado. Debemos intuirlo para actuar en consecuencia. […] Los oligarcas desean más contundencia, más “reformas” y una concentración mayor de poder”[4]. Estoy totalmente de acuerdo con él, también en que sorprende que Rubalcaba pidiera ayer la dimisión de Rajoy pero no la convocatoria de elecciones. Pide un cambio de Presidente sin elecciones. Hay que adivinar a quién quieren poner de recambio. Las experiencias de Grecia e Italia nos pueden poner sobre la pista: un “tecnócrata” de fuertes vinculaciones con las altas esferas del poder financiero que además esté limpio de corrupción para que la jugada no se les vuelva en su contra. Si miramos los nombres que NO aparecen en los papeles de Bárcenas y que no pueden aparecer en el futuro por su vinculación más o menos reciente con el PP, nos encontramos con dos figuras que podrían ocupar la plaza (pensando siempre que el recambio vendrá desde dentro del actual gobierno). La primera es Soraya Sáez de Santamaría. Es buena en el cuerpo a cuerpo pero demasiado joven y no tiene ni curriculum ni experiencia en el sector financiero. El perfil de Luis de Guindos parece más adecuado. Es una torre bien situada en el centro del tablero. Trabajó como presidente ejecutivo en Lehman Brothers, como responsable financiero en PriceWaterhouseCoopers y como consejero del Banco Mare Nostrum[5][6]. De Guindos además está fuera de toda sospecha de corrupción, no sale en los papeles de Bárcenas (ni saldrá), no está afiliado al PP (es un “tecnócrata”) y puede hablar con cualquiera sin intérpretes: sabe inglés.

El peligro el que nos enfrentamos es que seamos cómplices de un derrocamiento con fines opuestos al interés general de la sociedad. Están usando la corrupción para dirigir la furia popular contra un partido y un sistema para así conseguir sus objetivos, no los nuestros. Rajoy debe marcharse, pero la lucha por el poder político seguirá y ellos ya tienen su hoja de ruta. No podemos permitir que nos lleven a una alianza entre PP y PSOE dirigida por las élites financieras, coalición que ya cambió la Constitución para poner a nuestra democracia a su servicio. Estos dos partidos sólo quieren su parte del pastel, no el interés general. La izquierda se encuentra actualmente intentando recomponerse con mesas de convergencia, cumbres, movimientos sociales y otras iniciativas. Pero no hay que olvidar que esta no es una guerra entre izquierdas y derechas, sino de los de arriba contra los de abajo. La derecha crítica (que sí, existe) está totalmente desconcertada, corretean también como pollo sin cabeza. La unión debe ser del pueblo contra los poderes financieros, que tienen a los políticos como fieles servidores y conseguidores de sus intereses. El frente común debe incluir a la derecha también crítica con un sistema que nos considera, a toda la ciudadanía (unos somos más progresistas y otros más conservadores), mercancía en manos de políticos y banqueros.

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