miércoles, 18 de marzo de 2020

Hacinados y sin agua: la desprotección en los campos de refugiados frente al coronavirus

En la isla de Lesbos se ha confirmado un caso de Covid-19 en una ciudadana griega. De momento, no hay casos confirmados entre los refugiados, pero las organizaciones internacionales alertan de lo expuesta que está esta población al virus

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Campo de refugiados de Moria, en Lesbos. Foto: Anna Pantelia | MSF
Solo un grifo de agua por cada 1.300 personas, y un baño que cada hora es usado por entre 150 y 350 personas. Así es la vida en el campo de refugiados de Moria, en Lesbos, el más grande de toda Europa.

Son datos aportados por la organización internacional Médicos Sin Fronteras (MSF), que denuncia que mientras los gobiernos de diferentes países prohíben los eventos masivos y toman medidas de seguridad para proteger a la ciudadanía del Covid-19, en Lesbos los refugiados no pueden lavarse las manos ni estar confinados en un hogar.

Así lo declaraba la semana pasada MSF después de que en la isla de Lesbos se confirmase el primer caso de coronavirus. Este contagio no ha sucedido en ninguno de los campos de refugiados, sino que procede de una ciudadana griega que había viajado al extranjero y que reside en la isla. Sin embargo, alerta la organización, “las terribles condiciones de vida y hacinamiento aumentan el riesgo de propagación del brote”.

De hecho, tal y como confirma el equipo médico de MSF en Lesbos, “no hay ningún caso confirmado, de momento, en Moria”. “Podría haberlo, pero no se están realizando tests a la población refugiada porque estas pruebas solo están disponibles en hospitales”, añade esta fuente.
“La capacidad de los campos ha sido totalmente excedida. Hay superpoblación”, cuenta a Newtral.es George Makris, asistente de la coordinación médico del equipo de MSF en Lesbos. “Solo en Moria conviven 20.000 personas”, apunta Makris.

La situación, en palabras de este médico, «es inhumana” por diferentes factores. En primer lugar, porque el Gobierno griego suspendió el derecho a solicitar asilo de todos aquellos migrantes que ingresasen en el país a partir del 1 de marzo. ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, criticaba la decisión por carecer de “fundamentos jurídicos”: “Ni la Convención sobre el Estatuto de los refugiados de 1951 ni la legislación de la Unión Europea en esta materia” legitiman “la suspensión de la recepción de solicitudes de asilo”, señalaba ACNUR en un comunicado.

Campo de refugiados de Moria, en Lesbos. Foto de Anna Pantelia | MSF
A esto se suman “los recientes ataques xenófobos, por parte de grupos de extrema derecha, hacia el personal voluntario y hacia los refugiados”, explica George Makris. Este médico es contundente respecto a la preocupación frente al Covid-19: “La amenaza del coronavirus no debe usarse como una excusa para llevar a cabo medidas de control de migración. Quiero recordar que los países tienen la obligación de dar asilo”.

En este sentido, Makris apunta que hay una retórica xenófoba según la cual, “permitir el asilo traerá consigo la amenaza de más infecciones”: “En el caso confirmado en Lesbos el 9 de marzo, este ha sido importado por una mujer griega que había viajado al extranjero. Y el total de casos en el país griego [331 infectados hasta este lunes 16 de marzo] pertenecen a ciudadanos griegos también”.

Medidas de seguridad ineficaces para los refugiados
El médico voluntario en Lesbos, George Makris, reconoce que la preocupación desde una perspectiva salubrista no es reciente: “Llevamos tiempo alertando de que esta población sufre epidemias como la de la meningitis. Lo que defendemos no es solo proteger a esta población porque puedan esparcir el virus, sino que lo prioritario es no sumar a la lista otra enfermedad más”.

Kevin Pottie, profesor de Epidemiología y Medicina Comunitaria en la Universidad de Ottawa, explicaba en un artículo publicado en Cochrane que “los especialistas en enfermedades infecciosas han identificado enfermedades que emergen en el proceso migratorio, como la tuberculosis, el VIH, la hepatitis B y C, o la varicela”. A menudo, apunta Pottie, los refugiados “se enfrentan a importantes dificultades para conseguir asistencia social y sanitaria adecuada y sus necesidades tienden a ser distintas de las de la población local”.

“En algunas partes del campo de Moria no hay ni siquiera jabón disponible. Familias de cinco o seis miembros tienen que dormir en espacios de no más de tres metros cuadrados. Esto significa que las medidas recomendadas para prevenir la propagación del virus, como el lavado frecuente de manos y el distanciamiento social, resultan simplemente imposibles”, afirma, a través de un comunicado, la médica Hilde Vochten, coordinadora de MSF en Grecia.

En el campo de Moria, pedir a la población que se lave las manos varias veces al día o que mantengan un metro de distancia resulta impensable: “Las medidas de prevención y aislamiento propuestas crean nuevas formas de exclusión porque están diseñadas desde una posición de privilegio. Intersecciones como la migración, en este caso, deben tenerse en cuenta cuando se elaboran planes de salud o protocolos”, señala a Newtral.es Cristina Arcas, enfermera especialista en enfermedades infecciosas y salud pública que participó en campañas de ayuda humanitaria a refugiados en Grecia.

Campo de refugiados de Moria, en Lesbos. Foto de Anna Pantelia | MSF
Un informe de la Organización Mundial de la Salud, emitido en enero de 2019, apuntaba que los migrantes y refugiados presentan un mayor riesgo de tener mala salud que las poblaciones de acogida. Así, “los procesos de desplazamiento en sí mismos pueden provocar que los refugiados sean más vulnerables a las enfermedades infecciosas”, concluye el informe. “El derecho a la salud de todas estas personas no se está respetando”, incide Cristina Arcas.

Según explica el médico de MSF George Makris, “hay un plan elaborado por la Organización Nacional de Salud Pública para los campos de refugiados que incluye medidas de higiene y aislamiento”. “Pero si el virus se expande aquí, el sistema sanitario no tendrá posibilidad de respuesta porque ya está colapsado”, añade.

De facto, apunta Makris, “los refugiados están excluidos”: “Por un lado, porque el plan no es realista en estas condiciones. Por otro, porque no serán ciudadanos de pleno derecho a ojos del sistema sanitario”. A esto se sumaría el hecho de que varios voluntarios de las ONGs “se están yendo de los campos por miedo a que afecte a su propia salud, por lo que el número de sanitarios para dar atención médica y social a estas personas ha disminuido”, añade este médico cooperante.

Desde MSF también alertan de que los refugiados suponen “una población vulnerable” por su comorbilidad. Es decir, la presencia de una o más enfermedades aumenta el riesgo de que la persona padezca nuevas enfermedades o, incluso, impedir la mejoría si hay una interacción entre las afecciones. Desde la organización internacional reclaman “la evacuación de estos campos, comenzando por las personas más vulnerables”.

Fuente: https://www.newtral.es/hacinados-y-sin-agua-la-desproteccion-en-los-campos-de-refugiados-frente-al-coronavirus/20200317/?utm_content=buffer92c54&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

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